Indicador Político
México obligado a propiciar la unión del bloque de países de Latinoamérica y el caribe.
Por su ubicación geográfica como vecino de los Estados Unidos y ser su principal puerta de acceso; por tener salida a los océanos Pacífico y Atlántico; por el tamaño de su economía; por el tamaño de su población; por su peso histórico y político; y principalmente por el reconocimiento entre las naciones del continente, México está llamado a ser punto de encuentro y facilitador de las relaciones entre estos países y más importante aún, factor que unifique posturas frente al mundo.
Se avecinan dos momentos claves para exhibir unidad, fortaleza y banderas comunes como bloque sólido entre países, es la única forma de dialogar y negociar “tête-à-tête” con las grandes potencias mundiales.
Es evidente que cada país tiene su problemática propia y visión particular de los principales temas del concierto mundial, sin embargo ha quedado probado que esfuerzos aislados o empresas individuales hacen poca mella a los intereses de los países poderosos.
Entonces, ¿Cómo va México en tan importante encomienda?
Dos señales claras que la Cancillería tiene clara esta misión:
La primera fue que este mes, las instalaciones de la Cancillería mexicana fueron sede para la Reunión Plenaria de Representantes del Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (GAFILAT), organización intergubernamental de base regional que agrupa a 17 países de Latinoamérica.
Y la segunda fue el viaje a Perú de hace unos días, en el marco de la toma de posesión del presidente Pedro Castillo, donde el secretario de Relaciones Exteriores, se reunió de manera paralela con líderes de Sudamérica.
Marcelo Ebrard sostuvo encuentros bilaterales con los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; de Bolivia, Luis Arce; de Ecuador, Guillermo Lasso, saludo al presidente de Chile, Sebastián Piñera y como un dato para el anecdotario, se tomó foto con el expresidente de Bolivia, Evo Morales quien le dio el abrazo más sentido y le expresó: “Canciller, salvador de mi vida. Y México, nunca voy a olvidar esto.” A lo que el funcionario respondió lacónico: “Qué bueno que pudimos llegar.”
La historia nos dice que nadie va a hacer por nuestros países lo que no hagamos por nosotros mismos. Es una competencia mundial atroz que necesita la unión estratégica para conseguir la fuerza que equilibre despiadados intereses de los poderosos.