
Humillados y ofendidos
¿Todo bien?
En Morena ya no tenemos espacio, dijo un Marcelo Ebrard contrariado y molesto por las irregularidad en un 14 por ciento de las boletas que se usaron para la encuesta para definir candidato presidencial de ese partido, donde salió vencedora Claudia Sheinbaum y denunció que no sólo lo sacaron del conteo de las encuestas con policías sino que lo excluyeron por exigir la reposición del proceso.
Ricardo Monreal agradeció a los suyos y les dijo que ellos también lucharon contra corriente, contra la adversidad y sin ninguna contemplación del partido, pero apoyarán a la ganadora, en un vídeo que circuló desde el jueves en redes.
Adán Augusto López, Manuel Velasco, Gerardo Fernández Noroña no hicieron vídeo ni declaración, pero sus caras, como las de Monreal, reflejaban un enojo que parecía devolverlos a la realidad: siempre la candidata presidencial fue Claudia Sheinbaum Pardo, la consentida del presidente, a esa que arropó de inmediato luego del desplome de las línea 12 del metro que dejó 27 muertos y 106 heridos, y provocó el adelanto de la sucesión de Andrés Manuel López Obrador para desviar la atención de la tragedia.
Ahí, con el colapso cerca de la estación Olivos, la mayor tragedia del metro en 50 años, empezaron las controversias entre Ebrard y Sheinbaum: él la construyó cuando fue jefe de gobierno y ella no le dio mantenimiento como quedó establecido en un estudio que contrató su gobierno y que luego no admitieron por hacerlos responsables de esa negligencia. Ambos se responsabilizaban del accidente, pero Ebrard era el canciller y ella la jefa de gobierno capitalina.
Sin embargo, los seis aceptaron las reglas del juego. Así entraron a él y sólo Ebrard y Monreal manifestaron sus críticas al proceso. Marcelo logró que varias de sus propuestas se incluyeran y a pesar de ello era evidente que hubo siempre una cargada a favor de la que siempre fue única aspirante real a candidata.
El proceso de selección del candidato presidencial de Morena no fue ni terso y podría terminar por provocar una factura si Ebrard y más remotamente Monreal deciden dejar el partido y participar en la contienda electoral con otra fuerza política.
Ebrard ya anunció que hará una asamblea nacional de sus seguidores para definir el rumbo que tomará su aspiración y en entrevista matutina con Ciro Goómez Leyva lo dejó claro: “Ya no tenemos espacio en Morena”.
Como si nada hubiera pasado, el presidente López Obrador consideró a su ex canciller como su “amigo, gente de bien que ojalá apoye al movimiento y opte por el bien mayor”, dijo en su mañanera.
A mediodía del jueves, Monreal hizo circular un vídeo entre sus colaboradores: Resistimos al dinero, al exceso, a la publicidad excesiva, a la indicación de las estructuras políticas, a toda estructura oficial y honraremos nuestra palabra, cumplo con mi compromiso y vamos a respaldar a Claudia, soy hombre de compromiso y así ha sido en este capítulo a pesar de que luchamos contra la adversidad, contra corriente, sin dinero y sin ninguna posibilidad en los gobiernos estatales y municipales, sin ninguna contemplación del partido, y sin embargo aquí estamos.
Mientras lo evidente es que Claudia no ha tenido los reflectores para ella desde que se le levantó la mano como la ungida, los demás aspirantes han sido poco gentiles y contra todo pronóstico las quejas y denuncias se han mantenido aunque Ebrard y sus seguidores no han aportado los elementos que dijeron tenían y que involucraban a toda la estructura de la secretaría del Bienestar y a los servidores de la nación.
Para más de uno la ruta que siguió Marcelo siempre pareció ser la de la ruptura. Sin embargo, él puso condiciones que se le concedieron: todos renunciaron a sus cargos, cosa que nadie había previsto.
Sin embargo, Marcelo es un militante de reciente cuño de Morena -se afilió al partido en julio de 2022-, pero era evidente que su posición no era del agrado de las bases de ese partido a pesar de que en más de una ocasión ha cedido a López Obrador la candidatura y se ha bajado de la contienda.
En los hechos, el proceso ideado por López Obrador para enmascarar su decisión de quien lo sucedería adelantó los tiempos electorales, violentó la ley, pero tampoco evitó, como el hubiera querido, el rompimiento con uno de sus colaboradores y ha generado no sólo burlas sino también que el disfraz con que se pretendía esconder que la decisión era unipersonal quedó más que evidencia a pesar de las encuestas espejo y la encuesta “madre” realizada por Morena.
La elección presidencial que hasta hace unas semanas se veía como un día de campo para la 4T, entró en un punto de quiebre que hoy se ve como unos comicios en los que la oposición no sólo se reinventó sino que hoy tiene a una candidata que, aunque conocida en la vida política, ha resurgido como un elemento de esperanza contra un gobierno autocrático e impositivo y como representante de una sociedad que ve con gusto su ausencia de militancia a pesar de haber tenido cargos en gobiernos y bancadas del PAN. Hay tiro, dicen las encuestas que pone a la recién llegada con apenas 9 u 11 puntos ante Sheinbaum que tiene dos años de campaña y era muy visible como jefa de gobierno contra una Xóchitl que ni siquiera pensaba a principios de junio pasado con ser candidata presidencial, si acaso jefa de gobierno ante la incertidumbre de que si el PAN y su dirigencia la dejarían pasar.
Hoy, a casi 10 meses del proceso, en el inicio formal de la elección de 2024, las incógnitas y las lecturas de los reposicionamientos y las renuncias y alianzas posibles hacen ver que los comicios serán muy competidos y que al término de ellos tendremos la primera presidenta de la república.
¿Marcelo Ebrard se irá a Movimiento Ciudadano?, ¿Ricardo Monreal se quedará al final en Morena?, ¿Dante Delgado mantendrá su idea de que MC presente candidato propio?, ¿Xóchitl logrará encender a los jóvenes y adultos que no votan?, ¿Se quebrará Morena?
La contienda apenas empieza y aún faltan muchas cosas por definir: candidatos a regidores, a alcaldes, a gobernadores, a diputados locales, federales, senadores mientras los partido definen si irán coaligados, en alianza, con candidatos únicos, con candidatos comunes…
Poco sabemos porque nada ha sucedido aún, pero lo que si está claro es que la elección está en peligro porque se ciñe sobre ella la historia de un presidente que cuando pierde no lo reconoce e incluso, como lo hizo en PRD cuando terminó su dirigencia, revienta el proceso.
Andrés Manuel López Obrador no es un jugador que acate las normas, su historia personal lo pone no sólo en desacatos judiciales sino en aparentes negociaciones con miembros del crimen organizado que vaya que ayudaron a ganar a su partido en 2021.
La contienda apenas inicia.