
En mal momento el asunto de El Mayo
Para nadie debe ser una novedad el cómo se infla a la candidata de Palacio, Claudia Sheinbaum. Si alguien tiene dinero, apoyo, poder e influencia es ella. Su problema es que ni con todo eso la candidata acredita que lo sea, que tenga ideas propias, que tenga maneras de cómo revertir el desastre nacional provocado precisamente por quien más la apoya y quien la designó su sucesora porque puede confinar en que ella acepte que él y su proyecto sigan.
Con 23 estados y sus presupuesto de apoyo, Sheinbaum sigue sin generar simpatías. Sus formas secas y poco gentiles de comportarse hacen prever que la aspirante de Morena sólo está administrando su candidatura mientras otros la operan y se encargan de generarle los apoyos y los amarres suficientes para tratar de ganar las elecciones de 2024.
El problema de Claudia es que no han entendido: la Casa Blanca de Peña Nieto dinamitó su popularidad y los constantes escándalos de corrupción de su gabinete y de su gobierno que provocó que los reconociera como parte del ADN nacional, terminaron por sentenciarlo a perder los comicios de 2018. Andrés ganó por el hartazgo ciudadano y porque él ofreció que cambiaría el país para uno mucho mejor, pero le mintió a todos los que le creyeron.
El dilema hoy de Xóchitl es que para más de uno su campaña está estancada y eso se encargan de macharlo todo los días las pléyade de encuestadoras que la dan ya por presidenta. Hoy, en su edición, El Economista asegura que la ventaja de Sheinbaum se acentúa y que ya tiene 61.4 por ciento de los votos contra 30.9 de su oponente Xóchitl.
Si Claudia ya se despegó tanto, como quieren hacernos creer, pues que la candidata opositora se dedique a responderle a su jefe y que ella, como un títere, haga su campaña sola sin las menciones de los opositores porque, después de todo, Sheinbaum tiene para sí todo el apoyo del presidente, del gobierno federal, de los de 23 estados y el poder absoluto del Estado Mexicano en el que debemos de preguntarnos si ya está el Crimen Organizado que rivaliza en fuerza y presencia con el Ejército y la Marina de México.
En esta elección presidencial no se han siquiera emitido los votos, no ha empezado la campaña y ya nos quieren vencer, como en el viejo régimen, que sólo compite la candidata oficial y no es necesario ni siquiera salir a votar porque ella será la ganadora.
El fraude a favor de Sheinbaum está en marcha. Los arreglos desde el poder están cada vez más desesperados precisamente porque su títeres no genera simpatía, no tiene carisma, no hay propuesta propia y precisamente por ello es que ella garantiza a López Obrador que la destrucción de las instituciones de su proyecto seguirá hasta las últimas consecuencias: quitarle a cada ciudadano su derecho al voto para entregarlo a esos comités acecínales abyecto al líder del proyecto que encabeza su movimiento.
Lástima: para lograr la desaparición de la República, Morena necesita no sólo eliminar a los órganos autónomos sino también a las instituciones del país como el INE y la Suprema Corte toda vez que el legislativo ya hemos visto que si bien hoy no le alcanza para su nueva constitución política nacional, si los ha convertido en lo que eran los legisladores del viejo régimen: levantadedos.
Hoy la lucha tiene que ser para conservar el país demócrata que apenas nace a ese proyecto de nación y que nos falta por discutir si habrán segundas vueltas, si nos convertimos en un país parlamentario, en si la estructura del país de coalición de gobierno funciona. Hoy, el concepto de democracia que López Obrador propone y Sheinbaum quiere imponer como su sucesora para por cambiar y desaparecer instituciones es una farsa similar a la que vemos viven los cubanos y venezolanos.
México no es ni uno de esos países, pero el Estado autoritario, el Estado paternalista y los fraude patrióticos están amenazando a la democracia real, esa en la que todos somos iguales y el gobierno nos sirve como ciudadanos y no nosotros como ciudadanos nos replegamos y sometemos a un gobierno autoritario.
Demos la lucha. No todo está perdido porque las elecciones no han empezado; bueno, ni siquiera las campañas y precisamente por ello no hay ganadores aún aunque intenten decirnos que no vale la pena salir a votar porque ya ganaron y eso, todos sabemos, no es así. Salgamos a votar todos, que nadie se quede en casa…