Teléfono Rojo
El regreso a las elecciones de Estado está presente de la mano quien se quejaba del uso del poder político para ganarlas y exhibía tanto a panistas y priistas del desvío de recursos públicos para favorecer a sus candidatos.
El personaje que se quejó del fraude electoral de 2006, hoy sin ni un sonrojo no sólo vaticina el triunfo de su candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, sino que garantiza que ella se encargará de concretar los postulados de la 4a. Transformación así sea violentando el proceso electoral.
¿Por qué votar por quienes practican la arrogancia de imponerse porque tienen el poder y no la razón?
¿Por qué votar por quien ofrece un gobierno que no le da resultados a los ciudadanos que pagan sus impuestos y con ello se integra el presupuesto?
¿Por qué votar por quien no ha sido capaz de reconocer que la violencia en el país, la muerte violenta de una centena de ciudadanos diario ni ha planteado una propuesta para revertirla?
¿Por qué votar por una mujer que ha renunciado a su lucha feminista sometida a las decisiones de un hombre que no sólo la hizo jefa de gobierno sino candidata y si lo permitimos presidenta?
¿Por qué votar por una científica que renunció a la ciencia, a su preparación en energías alternativas, y que no fue capaz de denunciar la contaminación de la ciudad que gobernó con azufre -altamente cancerígeno?
¿Por qué votar por una mujer que se prestó al ocultamiento del costo final de los segundos pisos de López Obrador como jefe de Gobierno?
¿Por qué votar por una mujer que se negó a aceptar su negligencia en el mantenimiento del metro y los demás sistemas colectivos de la capital que ha provocado no sólo la muerte sino accidentes fatales que han dejado sin operación la línea 12 por años? ¿Por qué votar por una mujer que no ha sido capaz de luchar contra los feminicidios, el cierre de las casas de seguridad para mujeres maltratadas, el cierre de guarderías y la anulación de la educación de tiempo completo?
¿Por qué votar por una mujer que ha sido cómplice silente de un presidente que no sólo agrede y difama a sus opositores sino que usa todo el poder del Estado para reprimirlos judicializando la política?
¿Por qué votar por una mujer que fue capaz de violentar el fuero de un fiscal de Morelos que no sólo tenía fuero sino que lo aprehendieron inventado delitos hasta en cuatro ocasiones violentando la decisión del Congreso de mantener la inmunidad procesal al acusado de cómplicidad en un feminicidio?
¿Por qué votar por una mujer que acusa a sus opositores de una mafia inmobiliaria que no existiría sin la complicidad del Registro Público de su Gobierno y del Instituto de Vivienda de la capital del país?
¿Por qué votar por una mujer que ha estado en campaña cinco años, que ha ocultado sus gastos para su promoción, que ha fingido que vive en un modesto departamento cuando en realidad habita una casa en el Pedregal de San Ángel?
¿Por qué votar por una mujer científica que dejó y consintió no sólo la desaparición del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología admitiendo argumentos de ideología en un ámbito que se basa en la comprobación y veracidad de las investigaciones?
¿Por qué votar por una mujer que no sólo ha ocultado su negligencia criminal sino que propone que los jueces y magistrados sean electos mediante voto y con ello los ofrece para hacer campaña del brazo de financieros criminales o interesados en evadir esa justicia?
No, yo no votaría por alguien que no ha dado resultados y que llega a Yucatán y le falta el respeto al candidato de su partido, Joaquín Díaz Mena, quien ofreció mantener al jefe de la policía local para sostener la seguridad local en los primeros lugares del país y le enmienda la plana y presenta a quien para muchos sería la secretaria de Seguridad Pública: una yucateca que trabaja con ella de nombre Marcela Figueroa Franco.
Estoy lejos de pensar que una mujer no puede ser presidenta, más de dudar de las capacidad de las féminas no sólo para administrar y liderar un hogar.
Fui crecido por una mujer sola que más de una vez me demostró que no sólo estaba preparada para enfrentar la vida sino que se podía hacer desde el pedestal de la honestidad, de la dignidad, pero sobre todo, de la congruencia y los principios.
A mi no me gustan las mujeres farsantes, las mujeres que hablan de la ley violentándola, que no reconocen sus privilegios y que le dan la espalda a su género tan sólo por quedar bien con el presidente.
No, yo prefiero a una mujer íntegra, luchadora y que se forjó en el esfuerzo cotidiano y venció la pobreza, la desigualdad, pero sobre todo, que tiene palabra.
Yo no voto por Claudia y no lo hago porque sea mujer sino porque no quiero un país hundido en la mediocridad gobernado desde Chiapas por un personaje que se adueñó de la voluntad de quienes le rinde pleitesía a pesar de sus fracasos y mentiras. Votemos por salvar a México.