Del error a la incertidumbre
El feminismo es una idea política anticrisis, antineoliberal, antiEstado
La movilización feminista violenta –en palabras y actos– es una respuesta del sector femenino de la sociedad ante la falta de un cambio de mentalidad masculina. Las movilizaciones mundiales en los dos últimos años ha sido consecuencia de la ausencia de modificaciones del papel de las mujeres ante la crisis, el empleo femenino creciente, en neoliberalismo machista y el Estado masculino.
La falta de reflexión institucional ha llevado el modelo de la equidad de género que se aplica en México, sin entender, como se ha venido debatiendo en la ciencia política dese el 2000, la necesidad de desplazar el feminismo de la igualdad que no hace sino beneficiar al hombre y pensar sobre el feminismo de la diferencia, según tesis de la española Marta Lois González en el libro Las ideas políticas del siglo XXI (Arial Ciencia Política).
La clave para entender el hartazgo de un sector feminista crítico radica en que las concesiones masculinas siguen presentando a la mujer como la parte débil y se rigen por lo que ha caracterizado como androcentrismo o enfoque masculino de tolerancia con las mujeres, reproduciendo los conflictos de subordinación del viejo machismo mexicano.
Lo que buscan las mujeres es un lugar específico en las relaciones sociales, de producción y de clase. En lo laboral, aún en empresas tolerantes, sigue prevaleciendo el rol de las maquiladoras: mano de obra femenina por lo delicado de las labores, pero sin derechos reconocidos como clase productiva no masculina. Las leyes penales siguen asumiendo a la mujer como el sexo débil, lo que se rompe con el grado de violencia escalada de los grupos radicales que están exigiendo nuevos enfoques menos policiacos ni tolerantes.
La equidad de género como regla laboral y política se fijó en términos de la mayoría poblacional femenina, pero sin pasar por reflexiones ideológicas, filosóficas y de producción. Las mujeres ya no quieren ser asumidlas como sexo débil, como se muestra su irrupción en deportes de fuerza antes exclusivos de hombres. En los EE. UU. y España, por ejemplo, las mujeres son reconocidas por sí mismas y tienen derechos de diferencia en el espacio de la equidad.
El modelo de seguridad en México respecto a las protestas femeninas es machista: usan a mujeres policías para reprimir a las mujeres que protestan con violencia asumiendo el rol de los policías hombres y enfocando a las mujeres como delincuentes-hombres. Es la hora, desde que las protestas feministas en las calles comenzaron, que en ningún espacio político se ha abierto un debate sobre la condición de la mujer y su papel de diferencia en la equidad.
Ninguno de los partidos políticos ha asumido el debate de la equidad de género y en el sexenio pasado se privilegió el modelo de las Juanitas: mujeres que por mandato electoral debían de ser candidatas, pero una vez ganada la elección le cedían su cargo al suplente hombre. Los sectores femeniles de todos los partidos no son más que una reproducción de la parodia del caricaturista Ruis en las cantinas de venta de pulque que tenían su “departamento de mujeres” como mostrador aparte: había equidad de género en el consumo, pero segregación en la venta.
Las mujeres que han llegado a dirigir partidos –PRI, PRD, PAN, ahora Morena– operan como hombres y no le han dado la importancia al concepto de feminismo como comportamiento político. Y, menos aún, se han preocupado por cambiar los roles en la sociedad: hoy las mujeres son mayoría en la población total y productiva, pero la siguen enfocando con displicencia discriminatoria. Ahí están los errores de tres mujeres ante la crisis actual de la seguridad en las mujeres: la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, la fiscal capitalina Ernestina Godoy y la secretaria federal Olga Sánchez Cordero: su función ha sido la de garantizar el orden masculino de la seguridad y castigar las protestas femeninas como prioridad y no abrir debates sobre lo que las mujeres quieren.
Las dos cámaras legislativas entraron en caos y desorden al debate sobre los feminicidios, pero el problema –que es grave– de asesinatos de mujeres es producto y reflejo de una cultura de la discriminación femenina que no se ha atacado en los hogares ni en las escuelas. De ahí que los políticos, el Estado y la academia tengan la obligación de abrir un gran debate sobre el feminismo como reconocimiento a la identidad de la mujer en una sociedad machista.
Ingresos El SAT está cobrando más de 185 mil millones de pesos a empresas tramposas, pero la presidencia se sigue desgastando con una rifa que sólo dará, de cumplirse las metas, solo 2 mil millones de pesos.
Política para dummies: La política es la habilidad para leer los hechos con inteligencia.
@carlosramirezh