Indicador Político
No hay peor ladrón, que el de tu misma mansión
Entre las dificultades económicas, la inseguridad y las muertes provocadas por el coronavirus, pasó desapercibida la decisión presidencial de aprobar el negocio estimado en 5 mil millones de pesos para dotar de cajeros automáticos a las mil 350 sucursales del Banco del Bienestar que se habían previsto construir en este año.
Detrás de esta negociación está un tristemente ilustre tabasqueño que hace algunas décadas destacó en México y en el mundo por ser uno de los banqueros más audaces e ingeniosos defraudadores financieros.
El paisano del presidente Andrés Manuel López Obrador es Carlos Cabal Peniche quien apareció en el mundo empresarial en 1988, cuando se hizo cargo de los negocios de su padre, la mayoría en quiebra y que hizo prosperar al vincularse con empresarios y políticos poderosos, para luego convertirse en banquero, ser considerado un hombre extraordinario por los asistentes del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) cuando el expresidente Carlos Salinas de Gortari, allá en Davos, Suiza, lo presentó como ejemplo del empresario mexicano exitoso.
En 1994 se convertiría en prófugo de la justicia, acusado de haber robado más de 700 millones de dólares de su grupo financiero Cremi-Unión, mediante autopréstamos, la operación de diversos fideicomisos y manipulación de informes financieros oficiales.
Cuatro años después sería capturado en Melbourne, Australia, en donde se hacía pasar como un italiano productor de quesos.
Huyó primero a Estados Unidos con su esposa y sus cuatro hijos. Con documentos falsos pasó por Puerto Rico, República Dominicana Argentina, Francia y en 1995, por un error o complicidad de las autoridades mexicanas, por poco lo capturan en España, desde donde viajó a Australia, de donde lo deportaron a México.
En 2004, en México y ya en libertad, litigó para que el gobierno mexicano “le restituyera alrededor de 3 mil millones de pesos que formaron parte de sus desfalcos. Lo que no prosperó.
De sus operaciones financieras salieron recursos para la campaña presidencial de su también paisano Roberto Madrazo y, según denuncias del PRD no probadas, la de Ernesto Zedillo.
Por su audacia, ingenio y conocimiento de todos los vericuetos de la corrupción, Cabal Peniche siempre ha estado involucrado con el poder político y económico, ya sea a la luz pública o en la oscuridad. La 4T no parece ser la excepción.
Su historia, parece extraída de una novela policiaca, pero es real.
De las modestas granjas y negocios familiares, en 1994 se convirtió en un próspero empresario con activos que superaban mil 100 millones de dólares, lo que incluía los hoteles Camino Real y Quinta Real, unas 100 mil hectáreas frutícolas en el sureste del país y con apoyo de Nacional Financiera fue accionista principal de las empresas trasnacionales Del Monte Foods, Del Monte Fresh Produce, instaladas en Centro América, de la agroindustrial Gigante Verde y de Interfruit Brasil.
Aficionado al beisbol como el presidente López Obrador era dueño del equipo Tabasco
En noviembre de 1991, en pleno proceso de reprivatización bancaria y sin antecedentes en el medio financiero como exigía la ley, adquirió Banco de Cédulas Hipotecarias (BCH), que rebautizaría como Banco Unión.
Un año después adquirió las acciones de Banca Cremi, propiedad del oscuro empresario Jalisciense Raymundo Gómez Flores, y la fusionó con Banco Unión con lo que dio paso al Grupo Financiero que ocuparía el quinto lugar dentro del sistema financiero mexicano y que dio paso a versiones de alguna vinculación con el Cartel del Golfo.
En 1993 se conocieron denuncias de fraude por parte de sus clientes, pero fue hasta septiembre de 1994 que se hizo público el desfalco multimillonario de Carlos Cabal y se ejerció la intervención gerencial del Grupo Financiero Cremi-Unión y la orden de aprehensión de su accionista principal que, en ese momento, ya había huido cómodamente con su familia, bajo el cobijo del gobierno federal que estaba por concluir.
Los negocios financieros de Carlos Cabal Peniche, que entonces representaron más de 700 millones de dólares, fueron la primera operación de rescate del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que tanto critica el presidente López Obrador mientras le hace un guiño a su paisano.
Este personaje nacido en Tabasco es ahora proveedor de los cajeros automáticos para la Banca del Bienestar, uno de los grandes proyectos financieros del gobierno de la 4T, lo que deja muy claro aquello de que “No hay peor ladrón, que el de tu misma mansión”.
@lusacevedop