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VATICANO, 29 de marzo de 2024.- La tarde de este Viernes Santo, el papa Francisco siguió la celebración del Vía Crucis del Coliseo desde la Casa Santa Marta; sin embargo, antes presidió en silencio una ceremonia en la que se evocó el dolor de la guerra, de la inmigración o de la violencia contra las mujeres.
Francisco accedió al templo en la silla de ruedas que suele usar por sus conocidos problemas de movilidad, vestido con los paramentos rojos de la Pasión y sin el anillo del Pescador, símbolo del poder papal y que este día los papas se quitan en señal de duelo.
Tras su entrada en la basílica, sin coros, oró en silencio ante el Altar de la Confesión, sobre la tumba de san Pedro, frente a un crucifijo cubierto por una tela púrpura (este año el baldaquino de Bernini estuvo tapado por andamios por su restauración).
Acto seguido tres diáconos entonaron los pasajes de la Pasión de Cristo según san Juan, desde el arresto de Jesús de Nazaret hasta su muerte crucificado y su entierro en el Sepulcro.
Asimismo dirigió una crítica a la idea pretérita de triunfo de la Iglesia católica.
“En el pasado hablábamos a menudo del ‘triunfo de la Santa Iglesia’. Se rezaba por ello y se recordaban de buena gana sus motivos históricos. ¿Pero qué tipo de triunfo se tenía en mente? Hoy nos damos cuenta de cuán diferente era ese tipo de triunfo del de Jesús. Pero no juzguemos el pasado. Siempre hay el riesgo de ser injustos cuando juzgamos el pasado con la mentalidad del presente”, dijo.