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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de diciembre de 2024.- Se le puede reconocer por sus colores opacos, fondo cuadriculado, acabado de barbitas en los extremos y textura frecuentemente áspera. Nos referimos a la cobija tilma, una frazada nacida en México.
Y aunque ha librado de morir de frío a millones de mexicanos por cientos de inviernos, la realidad es que está en peligro de extinción con la llegada al mercado nacional de cobertores térmicos, colchas de tela polar, entre un sinfín de mantas.
Tlaxcala, principal productor de cobijas tilma
Pero algunas empresas textiles mexicanas, sobre todo del Estado de Tlaxcala, aún se encargan de producirlas para conservar la tradición, es el caso de pequeños talleres, así también fábricas como Castelog, La Luz o Amltextil, compañía que por cierto creó una cobija tilma con tratamiento retardante al fuego.
Pero más allá del esfuerzo que los fabricantes pongan en seguirlas produciendo para evitar su desaparición, en gran medida lo hacen porque aún hay una demanda considerable de ellas, sobre todo por su precio.
En la actualidad una tilma se puede encontrar entre 66, 100 o 133 pesos, lo que la convierte en la favorita, no solo de la población en general, sino de los gobiernos municipales y estatales que buscan quedar bien con la gente menos favorecida, regalándoselas en invierno o emergencias climáticas.
Su origen prehispánico
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) expone que la “tilma” es una manta usada en México hecha de algodón que llevan los hombre del campo a modo de capa, anudada sobre un hombro, por lo que parece que “tilma” es un sinónimo del famoso ayate de Juan Diego.
Pero el origen de la palabra es aún más profundo, “tilma” es identificada como una palabra náhuatl, que deriva en “tilmatli” y “tilmapechitli”, la primera significa manta acolchada y la segunda tejido de algodón con cenefas y dibujos diversos, de acuerdo con un estudio sobre el zarape que Ramón Mena hizo para el INAH.