Indicador Político
Ni para ud. lector, ni para mi es algo nuevo lo publicado por el New York Times hace unos días, sobre las “cocinas” de fentanilo en el Norte del país. Prácticamente todos los días vemos series de teve que no sólo muestran cómo se hace esa “cocción” en cualquier lugar de México y de Estados Unidos.
Ni un gobierno se atrevería, por valiente que fuera, a admitir que en su país hay una diseminación de productores de fentanilo que están envenenando a sus ciudadanos. México menos que ninguno que ni siquiera se ha atrevido en los últimos sexenios a ser honesto con sus mandantes en admitir que el problema los ha rebasado por mucho.
https://youtu.be/02lo3XdYcnA?si=-GV2xnS3tRLgrnIs le pongo en este artículo una dirección para que usted vea cómo nos retrata el periódico francés Le Monde que exhibió la producción de fentanilo en Sinaloa en 2023.
Está de más decir que en México hay la percepción de que el gobierno actual, sí el de Claudia Sheinbaum, mantendrá y sostendrá esa política que pareciera proteger a los criminales que, en más de una ocasión, han asegurado que han financiado campañas presidenciales -la de López Obrador- de Morena, ni qué decir en muchos estados del país donde el crimen organizado es quien gobierna en los hechos.
Chiapas, San Luis Potosí, Michoacán, Tabasco, Guerrero, Sinaloa y muchos estados, algunos de ellos con gobiernos de Morena, en los que hasta los gobernadores entrantes han acusado a sus antecesores de haber permitido el ingreso a sus estados de líderes y células delictivas.
En Campeche, hace ya tres sexenios, se detuvo al “Hummer” líder de los Zetas, quien vivía en Candelaria a vista y paciencia de las autoridades. Hoy, se habla de que uno de los miembros de la familia Farías, que gobierna ese municipio desde hace años, habría sido asesinado por grupos delictivos, aunque la versión de su familia es que se lesionó por el mal manejo de una granada o de una bazuca. El gobierno de la morenista Layda Sansores no ha dicho una palabra sobre el hecho a pesar de que el argumento implica armas prohibidas, de uso exclusivo del Ejército.
Chiapas se descompuso en el gobierno de Morena con Rutilio Escandón como lo ha dejado claro el nuevo gobernador Eduardo Cadenas, también de Morena, y no es que haya estado bien el lugar donde estalló el conflicto zapatista en 1994; Adán Augusto, hoy líder de Morena en el Senado, fue responsabilizado por Javier May, gobernador morenista de Tabasco actual, quien acusó a su antecesor de entregar la plaza a La Barredora, vía su jefe de policía.
Sinaloa ha estado muy complicado desde que llegó Rubén Rocha Moya -quien sustituyó al priista Quirino Ordaz Coppel-, como gobernador quien desde su campaña habló de tener pláticas con el crimen organizado y lo vinculan no sólo con los hijos del Chapo sino con el Mayo Zambada, quien fue sacado de México el mismo día que asesinaron al principal opositor de Rocha Moya, un crimen que sigue sin esclarecer, cómo los vínculos de ese gobernador con la delincuencia.
La lista crece y si se toma como válida la alerta de EEUU a sus ciudadanos en sus visitas a México sólo se salvan de la mala nota Campeche y Yucatán, pero las versiones del Comando del Norte de ese país hablan de territorios completos bajo el control de la delincuencia como sucede también con Guerrero, Jalisco, Veracruz y el Estado de México, por citar lo más grandes.
La semana pasada, el reportaje del diario neoyorquino llevó a la presidenta Sheinbaum a descalificarlo. Pasó por alto que lo publicado por los americanos es idéntico a lo exhibido por los franceses un año antes y por diferentes medios nacionales y hasta en series de teve, algunas de ellas producidas por Epigmenio Ibarra, un apoyador y propagandista de Morena.
El problema de la drogadicción es uno compartido entre EEUU y México. No debe dejar de verse así, pero la llegada de Donald Trump ha exacerbado la “culpa” del país como si allá no tuvieran el mismo problema con las cocinas de metanfetaminas y los alambiques clandestinos y el mayor mercado del orbe. Lo que no tienen es regiones donde el gobierno no gobierna y en las que cobra impuestos es el crimen organizado y desplaza a decenas de miles de ciudadanos, llevándolos a refugiarse hasta en Guatemala, según la zona, en busca de seguridad.
La descalificación de Sheinbaum al reportaje pareciera, en los hechos lo es, una defensa a la criminalidad, pero lo es más a la incapacidad de Morena, como gobierno, de dar resultados en el tema a pesar de haber gobernado México ya un sexenio y tener la referencia de que el gobierno de López Obrador fracasó por completo en su política judicial y legal. A pesar de ello desaparecieron a la Suprema Corte de Justicia para sustituirla con un tribunal del gobierno que pareciera más castigar a quien los contradiga y les exija cumplir lo que es una obligación legal. Lo hago porque puedo, dicen en los hechos.
Morena, donde gobierna, pareciera que su realidad se convierte en alterna: no la aceptan, como si tuvieran opción.
Como en los viejos tiempos del partido hegemónico, actúan contra sus opositores y los amedrentan para someterlos o cooptarlos, pero no actúan contra los hechos que los acreditan como un gobierno pusilánime, frívolo, carente de resultados, de capacidad y con una ineptitud en los hechos que debería avergonzarlos, pero están en la cúspide del poder.
Llegan a extremos de evitar que sus opositores obtengan recursos, pero ellos son capaces de gravar hasta las ventanas de las casas y dejar que el crimen los extorsione todos los días. Y se atreven a usar los recursos del gobierno para armar brigadas de afiliación y compra de clientela electoral. Nada nuevo, lo peor de lo que el país necesita cambiar.
Mis deseos de año nuevo: que todos despierten, que el virus de su conveniencia se inocule con la vacuna de que lo mal hecho no se puede justificar, hágalo quien lo haga aunque me beneficie. Feliz 2025.