Indicador Político
Delincuente convicto; delincuente “probable”
Este 20 de enero el mundo, como lo conocíamos, cambió. Si ud. pensaba que 100 mentiras diarias en la mañanera eran los otros datos de la 4T, prepárese.
La llegada de Donald Trump pareciera darle la razón a quienes ven el dispendio en el Tren Maya y se niegan a admitirlo, ven el tiradero en Dos Bocas y lo justifican, ven que la Marina contrata seguridad -no es broma- y hasta les parece correcto, a los hijos del “padre fundador” regodearse con sus contratos y su tráfico de influencia…, sólo que a ellos nadie los eligió .
El nuevo presidente de Estados Unidos es un delincuente convicto al que no le impusieron pena corporal ni en resguardo “porque va a ser presidente”, dijo Juan Merchán, el juez que llevó el caso de Stormy Daniels y en el que a Trump se le encontró culpable de 34 cargos de fraude.
“El juez de Manhattan, Juan M. Merchán, podría haber condenado al republicano de 78 años a hasta cuatro años de prisión. En cambio, eligió una sentencia que eludió espinosas cuestiones constitucionales al poner fin efectivamente al caso, pero aseguró que Trump se convertirá en la primera persona condenada por un delito grave en asumir la presidencia”, dice Los Ángeles Times.
En Estados Unidos el cargo purifica a quien lo va a ostentar igual que sucede aquí con quienes cambian de militancia para unirse al régimen o con el ex presidente que todo pareciera indicar que se alió con el crimen organizado, se llevó buena parte del presupuesto y se alió con quienes dijo que había que separar del poder.
Hoy, en Washington, la oligarquía americana está de fiesta porque los multimillonarios, los dueños de las redes sociales están como columnas en el nuevo gobierno, como si mentir no fuera suficiente para Donald Trump ahora tendrá quienes las valide y las difunda.
En tiempos de la inteligencia artificial, el peligroso poder de la tecnología en manos de un personaje que no tiene límites y que piensa que el poder es para ejercerse, no necesariamente para hacer el bien, es más que preocupante.
Trump, como aquí López Obrador y Claudia Sheinbaum, se impuso en sus elecciones a pesar de lo que sabemos de él, de su conducta, de su amenaza a la democracia y su intención más que obvia de convertirla en su justificación para gobernar sin freno.
Aquí ya vivimos el abuso del poder. Un presidente que llegó a tenerlo casi absoluto y que logró domesticar a los grandes empresarios con base en contratos mientras desaparecía a las micro y pequeñas empresas familiares, y a una oposición que se desfiguró ante el poder del dinero para comprar simpatía, popularidad, violentando sus propias críticas al sistema del que se quejaba por la compra de votos con recursos públicos.
La oligarquía mexicana cree que domesticó al un nuevo amo que ahora se quedó con la Corte y los jueces, que usará contra quienes no se sometan… o se dejarán someter con acuerdos de corrupción e impunidad a cambio de contratos y moches a quienes hoy exhiben sin pudor su corrupción.
Andrés Manuel instituyó la corrupción y la impunidad que nunca se han ido, sólo que ahora pocos se quejan porque si lo hacen no los tocan. Confirmó el dicho de Peña Nieto: la corrupción e impunidad es un tema cultural en el país, salvo honrosas excepciones. De la corrupción se quejan quienes no les beneficia.
Lo que pasó en la elección de Trump lo vimos acá en primera fila: los dueños del poder sometidos gozosos en rifas de aviones, en cenas de tamales de chipilín para “recaudar” fondos. Idénticas al “pase de charola” de Salinas sólo que ahí sí hay ricos en serio: Musk, Bezos, Zuckerberg y tienen empresas de medios en el mundo y dinero a raudales para acariciar al mandamás. Allá contuvieron análisis, notas, reportajes, artículos de opinión, bueno hasta caricaturas y fueron los que más donaron a esa campaña.
¿Qué nos está pasando en el mundo? Elegimos a quienes sabemos que nos dañarán irremediablemente a cambio de dádivas oportunistas. El futuro empeñado hoy por el día a día.
La destrucción de México no la veremos en el corto plazo. Hoy sabemos que perdimos 405 mil empleos en el peor diciembre desde hace 30 años, en diez meses se gastó 6 mil millones de pesos diarios, 70 mil pesos por segundo para una deuda de 2 billones de pesos en diez meses de 2024… Los números siguen creciendo, los daños apareciendo, el saqueo empeorando.
¿En qué lo gastó el gobierno “humanista”? No en medicinas, no en tratamientos de males crónico degenerativos, no en generación de empleo, no en educación, no en seguridad. No: lo gastó en fortalecer los programas sociales que dan votos, haciendo esa ingeniería electoral combinada con la financiera que les acreditan donde es necesaria esa “inversión” para su partido; con el poder y el presupuesto a su servicio Morena es idéntico a Trump, son enemigos de la democracia que sólo usan para llegar al poder y ya con él destruirla, les estorba para mantenerse en el.
Trump ya tenía parte de la Corte, también tenía infinidad de denuncias y de juicios, pero todos se plegaron a él por promesas que se antojan complejas, fantasiosas y azuzando el miedo de sus propios vicios y, desde gayola, verán cómo dejan de ser una democracia y ahora se convertirán en ese auténtico imperio que tratarán de imponer su poderío y tratará de conquistar el mundo.
López Obrador nunca fue un luchador por la democracia como tampoco lo es Donald Trump. Ambos fueron capaces de poner en jaque a su país porque no ganaron su elección. Uno tomó Paseo de la Reforma, el otro intento tomar el Capitolio. Los dos se quejan de que les aplicaron la ley.
Perseveraron, corrigieron y dieron la puntilla. Trump no es el mismo que en su primer mandato, Andrés cambió con cada elección que perdió y entendió que nadie elegiría a un radical. Le compraron sus mentiras, las hicieron suyas y vaya que abusó y sigue haciéndolo a través de su encargada del despacho.
Hoy, Trump llega con un poder que pocos imaginaron que tendría, como Claudia, los votos le dan una legitimidad que no está en duda. El problema de ambos es su proyecto, sus actitudes que dibujan que en extremos opuestos ambos quieren lo mismo, ambos se tocan.
Hoy, Sheinbaum no ha construido una relación con Trump, no la procuró a tiempo, y su discurso de que no se someterá, de que el país es independiente y soberano sólo refuerza esa visión de que sus palabras revelan sus temores.
Ojalá no haya cometido el pecado de desestimar a su adversario y aproveche la oportunidad para unir a quienes ella ve distintos, a quienes ella ha marginado de su gobierno, a quienes hoy acreditarían la fortaleza de su gobierno. Si no lo hace, perderá la oportunidad de tomar posesión y ser la presidenta de México, de todos los mexicanos, si no lo hace la sombra del “padre fundador” seguirá acompañándola en su gestión.