Indicador Político
El concepto ambivalente patria, se usa a destajo
Patria es femenino y masculino. Cambiar su enfoque es destruir el concepto. A los apátridas no les interesa el concepto de patria, porque no tienen. Hay algunos que si se interesan en él, pero de otro país. Esos se llaman traidores. De muchas maneras esa situación se vio en el tan discutido viaje de AMLO a Estados Unidos, que terminó en público reconocimiento. Salvo, claro, los que siempre van a encontrar el pelo en la sopa y que se han evidenciado ante tantas muestras sobre el acierto y prudencia del discurso oficial. La definición simple de los diccionarios de la palabra patria, como el lugar en donde uno vive o es originario, no abarca las profundidades de lo que es realmente la patria; su definición está prevista en todos los actos que expresan su existencia, como el concepto de nación mexicana y en concreto, un sistema jurídico que se recoge en la Constitución. No obstante que hay muchos que se desligan de ella y la venden y la ofrecen de muchas maneras, en la práctica no ven eso como una traición. Dos tipos que han violado los conceptos patrios y además se han refugiado en potencias extranjeras en busca de otro apoyo patrio, Emilio Lozoya y César Duarte, ya están en proceso. Pero los que hicieron una enorme campaña desde el extranjero por el reciente viaje y los que publican información en medios externos para debilitar la formalidad jurídica, han caído y están cayendo en lo mismo y siguen impunes. Los delitos federal y estatal que cometieron los dos personajes mencionados, causaron un daño a la nación, al pueblo. Y lo que hacen esos que denigran la estabilidad del país también ocasiona esos daños: hay fugas de capitales, menos inversión, menos confianza. Un daño pues, al pueblo, a la patria. The New York Times, El Washington Post, El País y otros medios, recogen y publican esos agravios fincados en la libertad de expresión, que serian legítimos si el país estuviera en guerra o existiera una persecución ilegítima contra los que los escriben.
PATRIA SE FORMA DE LA RAÍZ PADRE Y DEL GÉNERO GRAMATICAL MADRE
Como otros vocablos, la palabra patria encubre los dos géneros, su raíz es padre y su género gramatical es madre; masculino y femenino. Cambiar el enfoque es dejar fuera a uno de ellos. Concepto antiguo que encubrió regímenes patriarcales con el dominio masculino, se diseminó en leyes, costumbres, nombres y formas de ser y que se sigue viendo por el machismo tradicional, como un concepto hombruno. Pero curiosamente, a la patria siempre la dibujan y la pintan como un mujer. Así concluyó Amado Nervo, su poema La Raza de Bronce:
Yo quise a la patria por débil y mustia,
la patria me quiso con toda su angustia
y entonces nos dimos los dos un gran beso.
Los besos de amores son siempre fecundos,
un beso de amores ha creado los mundos.
Amar, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso!
LA PALABRA PATRIA ES AMBIVALENTE Y PUEDE SER DICOTÓMICA Y MAL USADA
La exacerbación de la patria, lo patriotero, un nacionalismo enfermizo, puede llegar a ser peligroso. Eso se vio durante el nazismo con una distorsión de la concepción de patria y de raza que llevó a la pérdida del concepto humano de los demás. En ese tipo entra el criterio dicotómico de la palabra patria que sugiere separación, oposición, bifurcación, etcétera. Un teórico como Manuel Rodríguez Estévez, académico de antropología de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene en un largo ensayo, que esa palabra arropa un concepto de culpabilidad que las clases poderosas quieren acallar, estimulando el amor a la patria en las clases pobres y vulnerables, para que acepten su situación. Es algo que se ha dado aquí con la gente orgullosa que grita en medio de su pobreza: ¡Como México no hay dos! El académico dice que Freud relaciona ese concepto de dos valores opuestos, con eros y tanatos. Y él señala al respecto que los ciudadanos están en medio del conflicto ambivalente, entre las demandas insalvables de la patria y el amor hacia esa fuerza protectora y nutricia. Son criterios que en general les valen a los apátridas y a los que están dispuestos a traicionar a su patria, para recuperar sus intereses. No incluiré ningún verso de La suave patria de Ramón López Velarde, sino un párrafo de su prosa Novedad de la patria (Ramón López Velarde, editorial Terra Nova, 1985) que aunque alude al porfiriato, se parece un poco al tiempo que estamos viviendo. Y evidencia la contradicción del concepto:
“El descanso material del país en 30 años de paz, coadyuvó a la idea de una patria pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado. Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa”.