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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril de 2025 — Este lunes, cientos de voces se unieron en redes sociales para exigir el fin del cautiverio de delfines en México. Bajo el hashtag #LibertadParaLosDelfines, usuarios compartieron información, imágenes, testimonios y llamados urgentes para visibilizar la realidad detrás de los espectáculos con animales marinos.
La iniciativa digital busca romper la narrativa del entretenimiento disfrazado de conservación y denunciar el lucro que existe a costa del sufrimiento de una de las especies más inteligentes y sociales del planeta.
El cautiverio en cifras
México cuenta con aproximadamente 300 delfines en cautiverio, distribuidos en 34 instalaciones, siendo Quintana Roo el estado con mayor concentración de delfinarios. Estas cifras contrastan fuertemente con la naturaleza libre de estos cetáceos: en libertad, los delfines pueden recorrer hasta 100 kilómetros al día, vivir en grupos sociales complejos y utilizar la ecolocalización para navegar, cazar y comunicarse.
En condiciones de encierro, sus vidas se reducen a rutinas artificiales, espacios limitados y una constante exposición al estrés. Diversos estudios han documentado alteraciones en su comportamiento, problemas de salud física y psicológica, y una esperanza de vida reducida en comparación con sus contrapartes salvajes.
Varios países han comenzado a cerrar las puertas a la cautividad de cetáceos. En Francia, por ejemplo, se prohibió la reproducción de delfines y orcas en cautiverio, lo que marca un paso hacia la eventual desaparición de los delfinarios. Países como India, Chile, Costa Rica, Croacia, Eslovenia, Hungría y recientemente Canadá, también han implementado leyes que restringen o prohíben la posesión y exhibición de mamíferos marinos.
Estas decisiones reflejan una creciente conciencia internacional sobre el derecho de los animales a vivir libres, y una exigencia social por poner fin a prácticas que hoy resultan anacrónicas y éticamente cuestionables.
Un llamado colectivo
El movimiento #LibertadParaLosDelfines representa mucho más que una tendencia: es un clamor social por el bienestar animal. Las y los participantes no solo piden el fin de los delfinarios, sino también una revisión a fondo de las condiciones en las que viven estos animales, así como el impulso de alternativas educativas y de conservación que no impliquen su encierro ni explotación.
La conversación apenas comienza. Mientras en otros países ya se avanza en la dirección de la libertad, en México la presión ciudadana podría ser clave para lograr un cambio estructural que ponga a los delfines donde pertenecen: en el mar, no en una piscina.