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SOLIDARIDAD, QRoo, 26 de agosto.- El estado de Quintana Roo desayunó este miércoles con una amarga noticia y la imagen de un niño de 13 años asesinado, amarrado de las manos, con el rostro cubierto a un costado de un camino en un paraje del municipio de Benito Juárez.
El hecho cimbró la conciencia de todas las personas que lo vieron o se enteraron e, inmediatamente, algunos medios de información circularon la versión criminalizante de que este menor de edad participaba junto con su padre en actividades ilícitas, revictimizando el hecho y poniéndole la pesada loza del crimen organizado a un menor que debería estar jugando futbol con sus amigos, en la playa con sus hermanos o quejándose de que las clases por televisión le aburrían.
Pero no.
Fue asesinado a sangre fría posterior a un secuestro de varios días.
Este hecho de violencia directa o visible, es apenas la punta del iceberg de un problema más complejo que de acuerdo con el sociólogo Johan Galtung al contextualizar la violencia en un esquema de triángulo, está compuesta por tres factores: violencia directa, violencia cultural y violencia estructural.
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