Reflexionan en Cumbre Quadratín sobre el poder y los medios
MÉRIDA, Yuc., 29 de septiembre de 2020 .- En México, se lleva a cabo una batalla contra la mosca del Mediterráneo, una especie que puede dañar a más de 200 especies de frutas y hortalizas, afectando directamente la producción y el comercio de estos productos.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se ha combatido tres generaciones de esa plaga que se identificó en un puerto que es el de mayor comercio con Asia. Esto es un ejemplo de cuanto se expone el país al ser tan activo en el comercio internacional.
México ha logrado detectar tempranamente la plaga del gorgojo Khapra en varios puntos de ingreso del país y evitarla a través de inspecciones de embarques provenientes de Nigeria, Sudán, y Burkina Faso, entre otros.
Los expertos dicen que en México ya se pueden ver los efectos del cambio climático en las plagas, especialmente en el caso de la roya del café; posicionando al país en el undécimo puesto en 2017, cuando anteriormente era el cuarto productor de café a nivel mundial.
“Lo hemos vivido en los últimos años, antes la roya del café solo se veía a una altura de 300 metros o menos sobre el nivel del mar, y ahora la estamos viendo arriba de los 600 metros. Ha habido un cambio en las temperaturas de 1 a 2 grados que le ha dado la oportunidad de crecimiento a este hongo”.
La roya es un hongo parásito cuyas esporas pueden dispersarse por el viento a miles de kilómetros de distancia y causa que se enfermen y pierdan las hojas de las plantas de café.
Según la FAO, México ha tenido un declive en la producción cafetera desde 2012, ligado principalmente a los brotes de roya, un ejemplo de como el cambio climático puede directamente afectar un producto alimenticio y a su vez la economía de una nación.
Las moscas de la fruta pueden crear enormes daños a la producción de fruta y hortalizas y, conforme sigan aumentando las temperaturas mundiales, aparecen en más regiones.
En África, por ejemplo, actualmente los eventos climáticos han facilitado un brote de langostas del desierto sin precedentes que han devastado miles de hectáreas de tierra en Etiopía, Kenia, Somalia, y ha llegado hasta Djibouiti y Eritrea, gracias a las lluvias inusualmente intensas y el aumento de la frecuencia de los ciclones en el Océano Índico. La plaga consume diariamente vegetales que podrían alimentar a 35 mil personas.
Precisamente los países en desarrollo que dependen más de la agricultura son los más vulnerables a las transformaciones de hoy en las pautas de las plagas y las enfermedades, pero es algo que afecta a todos los niveles de la sociedad, asegura la FAO.
Actualmente el 40 por ciento de los cultivos alimentarios mundiales se pierden cada año a causa de plagas y enfermedades vegetales, esto hace que millones de personas sufran hambre y perjudica gravemente la agricultura, el principal medio de vida de las comunidades rurales.
Las plagas y las enfermedades siempre han repercutido en la producción de alimentos, ya sea directamente causando pérdidas en las cosechas y en la ganadería, o indirectamente por la disminución de los ingresos debida a la insuficiencia de las cosechas de los cultivos comerciales.
Sin embargo, el cambio climático ha entrado a jugar un gran papel en esta problemática: la diferencia de temperaturas, la humedad y los gases de la atmósfera modifican el crecimiento y la capacidad con que se generan las plantas, los hongos, y los insectos, alterando la interacción entre las plagas, sus enemigos naturales y sus huéspedes.
Según la FAO, la propagación de estas pestes ha aumentado drásticamente en los últimos años. La globalización, el comercio y el cambio climático, así como la menor capacidad de recuperación de los sistemas de producción debido a la intensificación de la agricultura durante años contribuyen a ello.
Las plantas son la base fundamental para la vida en la tierra, y son el pilar más importante de la nutrición humana; proporcionan el 80 por ciento de los alimentos que consumimos y producen el 98 por ciento del oxígeno que respiramos.