Obtiene la obra O lá lá premio nacional Beatriz Espejo
MÉRIDA, yuc., 25 de marzo de 2021 .- El Pok ta Pok es un deporte que, aunque no tiene espacios exclusivos, los yucatecos y yucatecas se adaptan entrenando en las canchas de las distintas comisarías. Al menos 250 practican este deporte ancestral para mantener vivas las raíces mayas.
Para mantener capacitados a los y las jóvenes que desean impulsar esta actividad, la Asociación Centroamericana y del Caribe del Deporte de la Pelota Maya, cuenta con 18 clubes en todo el estado, de los cuales, el más grande está en el municipio de Chapab con 80 jugadores; le sigue San Pedro Chimay que tiene aproximadamente 50 y Tahdzibichén con 40, informó para Quadratín Andrés Chi, presidente de la afiliación en San Pedro Chimay.
Ante las peticiones de las mujeres, hace tres meses se conformó el primer equipo femenil, integrado por 15 jugadoras que se han sumado a mantener la esencia de ser guerreras en una cancha con una pelota de caucho y que pesa alrededor de 2 a 3 kilos.
“En San Pedro Chimay tenemos 15 jugadoras en categoría mayor y 10 en menor; en la comisaría vecina de Tahdzibichén hay 10 mujeres jugadoras”, detalló el instructor.
Refirió que, durante la pandemia, ha visto como se ha reforzado el juego de pelota, que es sinónimo de cultura: “para nosotros es algo que debemos de transmitir a las próximas generaciones, para que no se vaya olvidando, Tanto el deporte como la lengua maya. ¡Debe pasar de generación en generación!”.
Como se informó, del 2 al 5 de diciembre (si las condiciones sanitarias lo permiten) Yucatán será sede de de la Cuarta Copa Mundial del Juego de Pelota Maya, con países invitados de Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, así como de los estados del sureste de México, (Campeche, Chiapas y Quintana Roo, Tabasco está por definirse).
El origen de la disciplina se remonta a los pueblos precolombinos de Mesoamérica. Era parte del desarrollo de la fuerza física, era un deporte y a la vez había juegos importantes que incluían rituales políticos o religiosos en los cuales los participantes se jugaban la vida. Actualmente y, tras siglos en el olvido, ha sido revalorizada en la península de Yucatán.