CIUDAD DE MÉXICO., 29 de septiembre de 2020.- En todo el mundo, y todo el tiempo, se están haciendo pruebas PCR para diagnosticar la COVID-19 y ello ha generado una escasez alarmante de material: hisopos, reactivos y protección para el personal sanitario.
Ante tal desabasto y el retraso subsiguiente para obtener resultados, las pruebas de saliva bien podrían ser de ayuda, señala la doctora Susana López Charretón, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM.
De hecho, éste es un inconveniente que ella y su equipo han observado de cerca y a través de un fenómeno peculiar, pues cuando su laboratorio comenzó a apoyar con el análisis de muestras a la Secretaría de Salud Morelos (el IBt está en Cuernavaca), todo marchaba normalmente hasta que, entre abril y mayo, comenzaron a ver que las pruebas que realizaban —en palabras de la académica— “no les salían muy bonitas”, refirió la UNAN en un comunicado.
Para determinar la presencia del SARS-CoV-2, los tests PCR buscan el ARN del virus en las secreciones de los pacientes y, si lo encuentran, generan una señal fluorescente; al mismo tiempo, éstas también detectan otro tipo de material genético: el ARN de las personas analizadas. Al observar este último, y si está en niveles adecuados, los especialistas saben entonces que la muestra fue bien tomada.
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