
Destina gobierno del estado 75 mdp para bacheo en Mérida
MÉRIDA, Yuc., 21 de julio de 2025.- “Mariana” y “Luz” no solo son madres; son cuidadoras a tiempo completo de hijas e hijos que han sido víctimas de violencia. Pero el mayor daño, denuncian, ya no solo viene de los agresores, sino de un sistema que, en lugar de proteger, revictimiza. El programa de convivencia familiar supervisada en Yucatán, Cecofay, ha dejado en evidencia profundas fallas que afectan directamente la salud emocional y psicológica de niñas y niños.
“Mariana” lleva tres años en un proceso legal tras denunciar el abuso sexual que su hija mayor sufrió por parte del padre de su hermana menor. Mientras espera una sentencia, se le exige que continúe llevando a la niña menor a convivir con él, bajo vigilancia.
“Mi hija mayor tiene ansiedad severa, ha tenido intentos de suicidio. Aun así, debo exponer a su hermana al mismo entorno”, cuenta.
“Luz”, por su parte, ha enfrentado años de omisiones. Aunque existieron reportes médicos y psicológicos sobre comportamientos inadecuados del abuelo paterno, las visitas nunca se suspendieron.
“Mi hija empezó a decir ‘pobrecito mi papá’ después de las sesiones en SECOFA. Les enseñan a minimizar lo que sienten”, explica.
Ambas madres coinciden en que el sistema minimiza las alertas. No hay protocolos claros, las psicólogas priorizan la convivencia por encima del bienestar emocional y los procesos judiciales se estancan.
“Hay padres con historial de violencia que siguen teniendo acceso. Nosotras sostenemos todo, sin pensión, sin apoyo y cargando con la culpa”, dice Mariana.
Mientras el discurso institucional insiste en “garantizar la convivencia”, cientos de niñas y niños aprenden a callar el miedo, a sentirse culpables por no querer estar con quien los ha lastimado.
“No somos conflictivas, somos madres que cuidan. Y aunque nos quieran silenciar, vamos a seguir hablando por ellas y ellos”, concluye Luz.
*Esta nota se basa en los testimonios directos de madres que enfrentan procesos judiciales y de convivencia familiar en Yucatán. Por seguridad de las infancias y de las mujeres involucradas, algunos nombres de terceros no han sido incluidos.