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La catedral del vino rosado de México está en Mérida
MÉRIDA, Yuc., 29 de enero de 2022.- El desconocimiento que se tiene sobre determinados organismos marinos y la mala planeación en las temporadas de vedas pone en riesgo el ecosistema de los mares e influye en su mal funcionamiento, aseguró la maestra en biología marina, Lorena Sosa Bastos, durante su ponencia “La Veda sobre la Veda”.
La conferencia presentada en el Hotel Holly de Paseo de Montejo, en el marco de la conmemoración del Tercer Congreso Nacional por los Derechos de los Animales, expuso una de las diferentes problemáticas que se tienen respecto a la veda en Yucatán.
La veda, explicó Sosa Bastos, es para evitar que las especies sean explotadas en época de reproducción y desarrollo. Existen tres tipos: la definitiva, la temporal y la temporal fija.
En Yucatán detalló que la prohibición de captura del pepino de mar es un ejemplo de la veda definitiva, mientras que la del pulpo, mero, y camarón blanco, son de índole temporal y temporal fija.
Respecto al mero, dijo que es una de las más complicadas por su mala planificación, “ni siquiera se está respetando un tamaño adecuado para su captura, y la fecha que existe para su libre comercio en ocasiones coincide con su temporada de crecimiento y reproducción”.
Esto último pone en riesgo la evolución natural de los peces, pues muchas veces el ciclo se ve interrumpido.
Para el Golfo de México, la temporada de veda del mero rojo va del primero de febrero al 31 de marzo.
Según datos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), se exhorta que el tamaño del animal para ser sustraído del agua debe ser de 36.3 cm, sin embargo, de acuerdo a la especialista, existe evidencia científica de que la talla no es la adecuada.
La L50, que es la media para considerar a una hembra de este pez, como un ser activamente sexual y reproductivo se empieza a contar cuando el animal alcanza una longitud de 38.9 cm. Ahí uno de los principales errores, explica.
En ese sentido, los meros no logran culminar un ciclo natural. Cuando un mero, o cualquier animal capturado, no cumple con las proporciones solicitados, la ley obliga al pescador a regresarlos al mar, aunque muchas veces el animal muere cuando lo sacan del agua.
“Los meros son capturados a través del palambre, y cuando se saca a los organismos, se hace con muy velocidad, entonces cuando jalas este palambre, la vejiga natatoria por la presión explota, y al explotar les sale por la boca. Entonces este organismo ya no es funcional, ya no vivirá y tampoco puede ser consumido”.
Otro factor que pone en riesgo al mero, es lo común que resulta ser para los yucatecos, sobre cualquier otro pez, al grado de ser considerado como “una costumbre regional”.
Esto último, porque a pesar de que las costas yucatecas son ricas en diversidad de fauna acuática, la gente casi siempre solicita el mero como alimento, “realmente nosotros como consumidores deberíamos abrir nuestro abanico de opciones, probar parvo, probar cureles, tarangidos, boquinetes”.
Al preguntarle sobre si no serían los nombres exóticos los que marcan la pauta entre el consumo y no, dijo que muy posiblemente sí lo es, y por eso es responsabilidad de las autoridades crear campañas a favor de estás especies, para lograr un equilibrio en la captura y un mejor funcionamiento en la veda.