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MÉRIDA, Yuc., 12 de junio de 2025 – Desde semillas tradicionales hasta alimentos preparados, artesanías en madera y aguas frescas elaboradas con frutas de temporada, la diversidad de productos que ofrecieron productoras y productores yucatecos en el Mercado Agroecológico refleja la riqueza de la milpa maya y los saberes ancestrales de las comunidades del oriente del estado.
Mauricio Feliciano López Barreto, coorganizador del evento, explicó que este mercado forma parte de un esfuerzo colaborativo por generar espacios dignos de visibilización y comercialización directa para quienes trabajan la tierra con prácticas agroecológicas.
“Nos enfocamos en acompañar a quienes conservan el sistema milpero y el trabajo desde el traspatio. Ellas y ellos son portadores de una herencia cultural que sigue viva en sus productos”, detalló.
Entre las comunidades participantes estuvieron representaciones de Yaxcabá, Peto, Xoy, Chacsinkin, Timucuy y Acanceh, municipios reconocidos por su arraigo milpero y su producción artesanal. En esta edición, más de 60 expositores ofrecieron desde vainilla de Papantla y plantas medicinales, hasta comida tradicional y textiles elaborados a mano.
De acuerdo con López Barreto, este es el cuarto mercado organizado en colaboración con centros comunitarios y aliados locales.
“El año pasado realizamos tres ediciones y para este 2025 planeamos cuatro: la actual, dos en octubre –una por el Día del Maíz y otra en torno a la cosecha– y una edición decembrina”.
Amir Tun Molina, del colectivo Muul Mecha, destacó que este tipo de espacios no sólo representan una oportunidad de ingresos para las y los artesanos, sino también un puente directo con nuevas redes de consumo responsable.
“Es importante que la gente conozca que estos productos no aparecen de un día para otro. Hay detrás un trabajo de la tierra, de la milpa y de las cocineras tradicionales. Además, muchas personas se vuelven clientas frecuentes, lo que genera una red de apoyo sostenible”, compartió.
Con cada edición, el Mercado Agroecológico refuerza la conexión entre el campo y la ciudad, creando conciencia sobre el valor de consumir local, fortalecer la cultura maya viva y reconocer el trabajo de quienes cultivan, cocinan y crean desde sus comunidades.