
Decomisan distintas sustancias en predios de Mérida
MÉRIDA, Yuc., 15 de abril de 2021.- El secretario general de la Unión de Conductores y Pequeños Propietarios de Carruajes del Estado de Yucatán, Eduardo de Jesús Echeverría Ayala, rechazó que los caballos empleados en las calesas que recorren el centro de Mérida sufran maltrato animal, como han señalado activistas y rescatistas independientes de la ciudad.
“Están mal, es una gran mentira, sí es cierto que estamos en el sol, pero al caballo se le pone su sombrilla y estamos negociando con las autoridades para que puedan pasarnos a la sombra de enfrente, pero todo eso lleva un proceso de gestión”, mencionó en entrevista con Quadratín.
Precisó que la Unión está integrada por 60 calesas, cuyos caballos cuentan con atención médica de veterinarios zootecnistas, quienes se encargan de evaluar que los ejemplares se encuentren en óptimas condiciones para realizar el trabajo específico de arrastrar carruajes, sin importar las condiciones climáticas.
Además, reciben tratamientos para evitar situaciones y enfermedades que la gente desconoce, como magullones en los herrajes, pulimento de dentadura, tratamiento contra garrapatas, así como medicamentos y alimentación específica para el cuidado de su piel y pelaje.
“El caballo de calesa está adaptado a nuestro clima, si vieras un caballo flaco, llagado, que esté en malas condiciones, si hay un maltrato animal. Pero si estás viendo un ejemplar que tiene buen peso, que está bien herrado y avalado por un médico veterinario que dice que está sano, ¿dónde está el maltrato?”, apuntó el líder de los caleseros.
Reconoció que en años pasados se han dado casos en donde los caballos que tiran de las calesas han muerto o se han herido en el centro de la ciudad, pero advirtió que estos sucesos no se atribuyen a que los animales sean maltratados.
“En una ocasión un autobús de la empresa Rápidos de Mérida chocó contra el caballo, pero están utilizando esa imagen como un estandarte, la foto de una situación que en más de 100 años, no había pasado (…) tiene como seis o siete años y del otro caso tiene como tres años”.
Echeverría Ayala precisó que hay muchos motivos por el cual puede caer un caballo y en cada ocasión que sucede, los ejemplares son sometidos a estudios médicos: “cuando detectamos que un caballo se cae, nosotros inmediatamente hablamos con el médico zootecnista para que pueda dar fe y legalidad de que está en buenas condiciones, se le de uno o dos días de descanso y ya”.
“No están en contra de que el caballo trabaje, ellos quieren que entren las calesas eléctricas, porque es un gran negocio para ciertas personas”, agregó Echeverría Ayala, en relación a la petición realizada por un grupo de activistas y rescatistas independientes, que organiza una protesta contra las calesas para el próximo sábado.
Además, aseguró que los vehículos considerados como “calesas eléctricas” son demasiado costosos, por lo que no son rentables para el estilo de vida de los caleseros, que en su mayoría son familias “de escasos recursos”.
“Se lleva demasiado dinero, si pagar una casa de Infonavit de 250 o 350 mil pesos te lleva 30 años ¿cuándo vas a terminar de pagar un carruaje que cuesta 800 mil pesos? lo único que vas a hacer es endeudarte (…) en Guadalajara ya lo intentaron, implementaron el carro eléctrico, metieron ocho y solo circulan cuatro, porque no es costeable”.
En ese sentido, recordó que el diputado local del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Harry Rodríguez Botello, presentó una propuesta para eliminar las calesas jaladas por caballos del centro de Mérida y sustituirlas por vehículos eléctricos, sin embargo, manifestó que éste no se ha acercado a dialogar con la Unión de caleseros.
“Ninguna persona, ningún diputado ha dialogado con nosotros, porque ellos no están buscando el diálogo, están buscando la imposición, crear de alguna manera una ley para que a nosotros nos puedan trancar”.
Finalmente, el secretario general consideró que eliminar a las calesas originales del centro de Mérida, romperá una tradición, que en muchas familias inició desde la época de los bisabuelos.
“Es como que me digas ‘vamos a quitarle una torre a la Catedral’, ya se acabaría lo que es una tradición, toda una época que ellos posiblemente no la vieron o no la vivieron, pero en mi caso y en el de muchos de nosotros este es un negocio de herencia y un trabajo digno, como cualquier otro”.