Mérida

Renunciar a la colectivización, lo más difícil en pandemia: Ros Luna

MÉRIDA, Yuc., 5 de enero de 2021.- Otra de las profesiones que ha tenido que acoplarse a las condiciones sanitarias actuales por la pandemia del Covid 19 para seguir existiendo, es la del tatuaje, la mayoría de los estudios en Mérida tuvieron que cerrar sus puertas, pero las y los artistas de la tinta siguen trabajando, como Ros Luna, que bajo todas las medidas sanitarias, recibe a sus clientes en un espacio seguro al norte de la ciudad.

Mientras sus agujas marcaban mi brazo izquierdo, luego de un minucioso ritual de sanitización, Ros platicó cuáles fueron sus inicios en el tatuaje, y es que desde que cursaba la preparatoria empezó su gusto por el dibujo, razón por la que decidió estudiar Artes Visuales en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

Asegura que siempre le llamó la atención “eso de tatuar”, al terminar la licenciatura realizó algunos murales, sin embargo considera que esta labor no es bien remunerada y de poca demanda. Fue un amigo de la escuela quien la invitó a acercarse al mundo del tatuaje.

Al principio tuvo la sensación de que nadie quería enseñarle, visitó varios estudios locales y en ninguno sintió respaldo, fue en el Centro Histórico en el Acero Estudio donde un chico que conocía sus murales empezó a enseñarle, luego de cuatro meses salió de ahí y comenzó a ahorrar para hacerse de su propio equipo para tatuar. Fue aprendiz durante un año en el estudio Black Moon, trabajó de manera independiente un año y luego viajó a la Ciudad de México (CDMX) con el objetivo de ganar más experiencia.

Cambia de color y de agujas para continuar con el tatuaje, mientras platica que le gusta dibujar de todo, pero disfruta más los relacionados con la espiritualidad, animales como reptiles, cocodrilos o dragones, “cosas que se me presentan en mis sueños”. Recientemente el tema de la naturaleza, pues con la pandemia y el encierro, varias de sus amigas se han volcado al cuidado de sus jardines, el feminismo también ha estado presente en sus dibujos.

“Me gusta poder dibujar ese tipo de cosas, son cosas que vienen muy auténticamente de mi, eso me hace sentir tranquila, no quiero terminar dibujando cosas solo por vender”.

Tatuando en pandemia

Durante el confinamiento por el Covid 19, Ros tuvo que renunciar a las ideas de colectivización en las que venía trabajando, “eso ha sido un golpe mortal, muy fuerte para mí, es lo más difícil, la segunda parte es lo económico, fue bastante complicado”.

Ros se vio en la necesidad de cotizar de otra manera su trabajo, el proceso de análisis en la mejora de la calidad han sido fundamentales, pero sobre todo durante su estadía en la CDMX, conoció la manera que tienen de trabajar y de cotizar allá todo el proceso que conlleva el tatuaje para que cada trabajo sea bien remunerado.

Reconoce que en Mérida el tatuaje es mal pagado “veo cuánto cuesta un tatuaje aquí y veo que es abismal la diferencia”, lo relaciona directamente con que en la CDMX los salarios son mucho más altos que en Yucatán y la “cultura capitalista es brutal”, la rapidez, la calidad de los materiales, son una serie de factores que hacen que los costos sean más elevados, durante la pandemia esto le ha ayudado para cotizar su trabajo.

Tatuaje feminista

Ros tiene muchas clientas feministas, pues al ser mujer tatuadora se sienten más seguras con ella, pero más allá de eso, “el contenido del trabajo es donde he sentido buena conexión”, acercarse a cosas como la “ternura radical” y llevarlo al dibujo ha hecho que muchas chicas se identifiquen con su trabajo.

Recientemente ha recibido muchas peticiones para tatuar dragones, “ya están saliendo las dragonas, me es muy lógico que se estén relacionando ellas mismas con dragones, he estado tratando no de irme a lo más obvio, si no más qué pensamos, qué nos importa, también he estado dibujando brujas, eso me gusta”.

Después de una hora, el tatuaje está listo, Ros aplica una crema desinflamatoria, usó tres colores diferentes, dos juegos de agujas y quién sabe cuántos pares de guates de látex, toma una foto al dibujo recién hecho, lo envuelve en plástico para cocina y el proceso termina, todo los insumos que utilizó se fueron a la basura.

Finalmente Ros apunta que la profesión del tatuaje es cada vez más reconocida como una forma de expresión de artística, mencionó que le gustaría hacer un registro de tatuadoras y tatuadores en Yucatán, pues actualmente hay quienes también tatúan fuera de Mérida y no se conocen.

Carmen Torres González

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