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MÉRIDA, Yuc., 18 de julio de 2020.- El uso de agroquímicos, el desarrollo capitalista y la llegada de los megaproyectos, arriesgan con agentes contaminantes a toda el agua que se encuentra debajo de la península de Yucatán, poniendo en peligro a todas las comunidades que se encuentran interconectadas de manera subterránea, aseguraron este jueves los participantes del conversatorio titulado ‘La lógica del agua y las rutas del despojo en América Latina’, organizado por la Red de Resistencia y Rebeldía Jo’
Viliana Aguilar Hernández, de la Asamblea de Defensores del Pueblo Maya, Múuch Xíinbal, lamentó que con el paso de los años y el incremento del consumo de productos de la agroindustria, los campesinos se vean orillados a utilizar de forma sistemática, fertilizantes que incluso están prohibidos en otros países del planeta.
“Los años de este modelo de desarrollo a las comunidades han afectado también a nuestra manera de cómo cultivamos, es impresionante ver la cantidad de químicos que se usan en las comunidades y cómo el gobierno actúa sistemáticamente para seguir dando esos paquetes tecnológicos a los campesinos y a la vez seguir contaminando”.
Aguilar Hernández relató que según estudios científicos, en las aguas de las comunidades de la península, que siguen siendo utilizadas para consumo humano y recreativo, se han encontrado químicos “prohibidos a nivel internacional”, relacionados con fertilizantes y productos como el glifosato.
“En muchas comunidades se han hecho estudios con mujeres que tienen cáncer, donde se les han encontrado metales pesados a ellas y también a la leche materna, como es el caso de Campeche, que con la siembra de la soya transgénica y todo el glifosato que se usa, el agua lo está absorbiendo ahí”, lamentó.
Emiliano Monroy-Ríos de Hidrogeología del Karst, describió a la península como gran “plataforma de carbonatos” en donde el agua de lluvia que cae sobre ella se infiltra rápidamente hacia abajo de la tierra, acumulándose en grandes cuevas de roca llamadas acuíferos, que la hacen participar en el ciclo natural de este líquido.
“El agua que llueve en la península se acumula en una lente de agua dulce, que es el agua a la que nosotros podemos también acceder para consumo, para actividades recreativas o en tiempos modernos se usan mucho para explotación turística”, comentó.
Indicó que la región “tiene unas características muy especiales” debido a que toda el agua disponible para uso y consumo humano está bajo tierra” a excepción de los pequeños ríos que se encuentran en la parte sur de la península.
“Las características que hacen que toda esta agua se filtre y se transporte bajo tierra también hacen que sea un acuífero muy vulnerable, no solo lo digo yo sino hay muchos estudios desde diferentes disciplinas que abordan su vulnerabilidad, además del escenario de cambio climático y aumento del nivel del mar, en el que hay que tener especial cuidado”, advirtió Monroy-Ríos.
Viliana Aguilar sostuvo que otra problemática entre la contaminación del acuífero, son las prácticas de la “lógica del desecho”, dictadas por los gobiernos hacia las comunidades, que obligan a construir grandes sistemas para drenar los desperdicios humanos hacia el subsuelo.
“¿Cómo dentro de nuestra vida nos pueden venir a imponer que debemos de, perdón por la palabra, pero debemos de cagar en el agua ¿en qué momento cambió esa percepción hacia nuestra agua tan sagrada?, ahora tenemos una contaminación brutal porque estamos haciendo del baño en ella y la estamos contaminando diariamente”, reprochó la defensora del pueblo maya.
Con esta serie de peligros a los que ya se enfrentan las comunidades, Valiana Aguilar añadió que “decir no” a los megaproyectos, las granjas porcícolas, parques eólicos, parques solares y “al mal llamado tren maya”, es un recordatorio sobre las vidas que están interconectadas gracias a estos ríos subterráneos y que se encuentran “en riesgo” porque cualquier tipo de contaminación, sin importar el lugar en donde se cause el daño, amenaza la salud de miles de personas en la península.
Ante esto la supuesta llegada del proyecto denominado Tren Maya, Monroy-Ríos lamentó que “básicamente va a crear estos polos de desarrollo con muchísimas personas que van a extraer más agua y van a verter más aguas residuales, que necesitan un tratamiento adecuado antes de ser introducidas nuevamente” al subsuelo.
Para finalizar, aseveró que “el acuífero de la península de Yucatán está severamente impactado” y el daño “es mucho mayor en el área metropolitana de Mérida, en Valladolid, las grandes ciudades y en toda la riviera maya”, donde urge la creación de ciertos controles para mitigar “lo que ya está impactado”, antes de comenzar otro proyecto en la región peninsular.
En el conversatorio también participaron Ángel Dzulub del Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on, con sede en el estado de Quintana Roo y Ana Laura Rojas de la Red de Integración Orgánica RIO de Guatemala, quien comentó sobre cómo se ha llevado a cabo la lucha de las comunidades en aquel país centroamericano para frenar los megaproyectos de empresas energéticas como Trescsa.
La dinámica virtual fue coordinada por Amanda Quezadas y Emiliano Buenfil, integrantes de la Red de Resistencia y Rebeldía Jo’.
La foto es mía y la otra pos captura