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SISAL, Yuc., 16 de septiembre de 2020.- Después de tres años de arduo trabajo, los investigadores de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), identificaron al vapor La Unión, el cual se presume es el primer barco que fue usado para el tráfico de esclavos mayas, mismo que se incendió y hundió a dos millas náuticas de la costa de Sisal, el 19 septiembre de 1861.
El descubrimiento realizado frente al puerto yucateco, demostró que la esclavitud en México continuaba sin obedecer ley alguna, a pesar de estar prohibida desde la Independencia, y que el 6 de mayo de 1861, el presidente Benito Juárez emitió un decreto para impedir la extracción forzada de cualquier individuo maya.
La arqueóloga subacuática Helena Barba Meinecke, responsable de la oficina Península de Yucatán de la SAS, comentó que esta investigación es de relevancia internacional, dado que hasta hoy no se había documentado una embarcación que traficara personas mayas.
El vapor La Unión perteneció a la empresa española Zangroniz Hermanos y Compañía, establecida en 1854 en La Habana y que un año después, fue autorizada para comerciar en México, llevando a Cuba pasajeros de primera, segunda y tercera clase, además mercancías que partían de Sisal, Campeche, Veracruz y Tampico.
No obstante, sus mandos también estaban en contubernio con los esclavistas, quienes introducían en pequeños e insalubres espacios a los mayas que capturaban o engañaban, durante algunos de los años más álgidos de la Guerra de Castas de Yucatán (1847-1901).
Una estrategia que los hispanos y oligarcas mexicanos emplearon durante este periodo bélico, fue la de ordenar la expulsión de aquellos mayas que eran capturados en combate desde 1848.
De allí que muchos fueran enviados a Cuba, donde eran vendidos hasta por 160 pesos, los hombres, y 120 pesos, las mujeres, con el objetivo de ser explotados como mano de obra en las plantaciones de caña de azúcar.
El pecio se localizó arqueológicamente en 2017, en el marco del Proyecto Integral para la Protección, Conservación, Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural Subacuático de la SAS, en coordinación con el Centro INAH Yucatán y los habitantes de la región.
Desde hace tres años se observó que correspondía a un vapor de la primera etapa de dicha tecnología, cuando estos barcos eran impulsados con un sistema de calderas, máquinas con balancín y ruedas de paleta ‘tipo Mississippi’.
Durante la investigación de campo, se identificaron artefactos relacionados con la vida cotidiana a bordo, entre ellos, fragmentos de botellas, cerámica y ocho cubiertos de latón que eran utilizados por los pasajeros de primera clase.
Además se identificaron elementos aún reconocibles que formaban parte de la estructura de la embarcación, como las ruedas de paleta, calderas, compartimentos y pernos de cobre.
Aunque las calderas estallaron y la embarcación se incendió hace 159 años, la zona más baja de la sala de máquinas también descendió siete metros desde la superficie, hasta el fondo de las aguas someras donde se cubrió de la arena y se conservó hasta hoy.
Tras esa primera temporada de campo, el equipo de la SAS comenzó a indagar en los archivos provinciales de Yucatán y Baja California Sur, así como en los nacionales de México, Cuba y España, para finalmente reunir la información suficiente, que lograra corroborar que el vapor sumergido frente a las costas de Yucatán, se trataba de La Unión.
Los elementos de coincidencia fueron las calderas estalladas, la madera que presentaba evidencia de un incendio, la sintonía entre la tecnología vista en campo y la descrita en los planos del barco, así como la ubicación del hallazgo, similar a la que manejaron los informes privados y las notas informativas de la época.
El resurgimiento a la superficie de esta historia poco conocida, recuerda tristemente que desde 1855, a través de La Unión y otro vapor de la compañía Zangronis llamado México, se fletaron mensualmente un promedio de 25 y 30 personas, muchos de los cuales nunca pudieron regresar a la península.
Un año antes de su hundimiento, en octubre de 1860, La Unión había sido sorprendido en Campeche cargando 29 mayas, entre ellos niños y niñas de 7 y 10 años.
Fue hasta después de aquel trágico 19 de septiembre de 1861, en cuyo naufragio falleció la mitad de los 80 tripulantes y 60 pasajeros, que el gobierno mexicano puso mayor atención a los cateos en los puertos, a fin de impedir el tráfico de personas en las rutas hacia Cuba. Cabe subrayar que las cifras anteriores no cuentan a los esclavos mayas, pues estos no eran considerados personas sino mercancías.