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CIUDAD DE MÉXICO, 7 de septiembre de 2020. — La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), encabezada por la ombudsperson Rosario Piedra Ibarra, empeñó su palabra en atender los casos de las víctimas que están en las instalaciones del organismo en la calle de Cuba 60, en el Centro Histórico.
En una carta abierta publicada este lunes, la Comisión informó que toma nota de la carta abierta suscrita por los CC. Ma. Icela Valdez Chaidez, Ma. Maribel Medina Mendoza, Ana Ma. Maldonado Chávez, Martha Leticia Priego Córdoba, Martha Castillo Olmedo, Carlos Vanda Márquez, Adán Oswaldo Arenibar Banda, Pedro Maximiliano Medina Mendoza, Sergio Elvín Guerra Medina y Delia Icela Quiroa Flores Valdez, y se permite aclarar:
1.- Durante los días 2 y 3 de septiembre se trabajó normalmente en las oficinas de la CNDH, con presencia de todo el personal que ahí labora, incluida la Presidenta Rosario Piedra Ibarra.
2.- En efecto, la titular de esta Comisión recibió a las víctimas que se encuentran en plantón en la CEAV el día miércoles 2 de septiembre, y se acordó trabajar conjuntamente en apoyo a sus peticiones, que constan en una Minuta suscrita por ellas mismas, el personal de la Comisión que las asistió y la Directora de la CEAV, que se presentó en el lugar para revisar caso por caso.
3.- A pesar de los acuerdos, las señoras Silvia Castillo y Marcela Alemán, y el esposo de esta Roberto Cuello, decidieron permanecer en la sala de juntas de las oficinas, abandonándolas el matrimonio Cuello-Alemán el jueves 3 de septiembre, y quedándose aún ahí la señora Silvia, a quien se le unió la Lic. Delia Icela Quiroa. Ambas durmieron esa noche en las instalaciones de la CNDH, con entera libertad de movilidad, resguardada su integridad por cuatro policías que tenían a su cargo la seguridad del inmueble. Ese día, tanto la presidenta como el personal se retiraron aproximadamente a las 11 de la noche.
4.- No abandonamos a Silvia y a Delia. La presidenta no se retiró dejándolas a su suerte, simplemente el viernes 4 de septiembre ya no pudo ingresar porque se apoderó de las instalaciones un grupo perteneciente a dos colectivos, que llegaron violentamente al lugar. Aproximadamente a las 10 de la mañana, no dejaron entrar a nadie de los empleados que querían ingresar al edificio, y a los que se encontraban laborando a esas horas, los sacaron con amenazas, impidiéndoles moverse hacia la sala de juntas, que es el lugar adonde se encontraban Silvia y Delia.
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