Indicador Político
La visita de Xóchitl Gálvez a Campeche fue todo un éxito, igual que en Playa del Carmen y en todos los sitios en los que hace reuniones. Tan lo fue que el oficialismo se apresuró a definir a los que deberán impulsar a la candidata de Morena que, como ya sabíamos, es Claudia Sheinbaum, candidata oficial desde que se cayó la línea doce del metro capitalino a la mitad de su gobierno.
Sin embargo, la visita de la aspirante a encabezar el país no debe hacernos olvidar que la prioridad para Campeche y para el país es un gobierno que le de servicios y resultados a los ciudadanos.
Sin ese precepto claro en la mente de los votantes, poco o nada podremos hacer para evitar que en México el quinto empleador más grande del país sea el crimen organizado, imponiéndose ante un gobierno que no sólo no atiende a los mexicanos sino que evita combatirlo.
Chiapas, Guerrero, Michoacán, Sonora, Chihuahua… y más de un 80 por ciento del país ya está en manos del crimen organizado, de acuerdo con un informe del Comando de Norte de Estados Unidos.
Mientras, un trabajo publicado por la revista Science acredita que entre 160 mil y 185 mil personas emplea, más de los de American Movil de Carlos Slim. Por si ud. necesita el dato, el Ejército Mexicano, la Marina y la Guardia Nacional no rebasan los 320 mil efectivos, pero muchos de ellos andan en labor de albañilería, de aeronáutica, puertos, aduanas además de los trenes maya y transoceánico, por encargo presidencial.
Y no es algo que deba asustarnos, no exageremos, sólo ven cómo se incendian vehículos y se cierran zonas de Tabasco, la tierra presidencial; secuestran a una alcaldesa de Michoacán cuando andaba de compras en Guadalajara; o se publican videos de una columna armada de delincuentes que recorren 38 kilómetros tomando posesión de otro municipio más del país, esta vez en Chiapas, ante el aplauso generalizado de la población que, al menos, verá que hay justicia narca contra quienes tenían tomado su pueblo y extorsionaban, asesinaban y tenían bloqueos en sus calles.
En tanto, los ciudadanos se entretienen con la entrega del “bastón de mando”, los recorridos de la “corcholata” presidencial oficial, los martes del Jaguar y las mañaneras, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador desestima el caos nacional y justifica que el país sea hoy un estado fallido en el que no hay gobierno más que para robar elecciones y no para servir a la sociedad.
Desde Guerrero, pasando por Puebla, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, México hoy vive una narcoviolencia que evitan reconocer quienes las gobiernan y antes de dar resultados se quejan de una oposición que, como nunca, padecen las reducciones del presupuesto mientras ellos gozan de las mieles del poder y de nuestro dinero sin dar cuentas. La corrupción en su máximo.
Morena no reivindica el servicio público, reivindica el pasado de excesos que padecimos los ciudadanos hasta el gobierno de Carlos Salinas y la crisis de 1995 cuando Zedillo no pudo evitar que los ciudadanos pagáramos los platos rotos de los excesos con los gobiernos del viejo régimen, ese que Andrés Manuel quiere reeditar con un endeudamiento, que sólo este 2024 será de casi dos billones de pesos, en total un 75 por ciento más de lo que recibió en 2018 como deuda pública.
Mientras se desmantela el sistema policiaco local siguiendo el ejemplo nacional, los ciudadanos de Campeche padecen el narcomenudeo en las colonias populares, la inseguridad en los municipios y los carros incendiados con personas ejecutadas en su interior, en tanto sin pudor arman los expedientes de los opositores incómodos al gobierno local.
México es un país con un gobierno fallido. La 4T fracasó en su proyecto de generar condiciones para un país mejor si alguna vez fue su pretensión.
Hoy el país se bate en las calles, en las colonias, en los municipios, en las ciudades a mano limpia contra un crimen organizado que lo mismo secuestra a una alcaldesa, que asesina a un candidato, que impide una elección.
En el México de hoy, las campañas electorales sirven de distractor mientras el gobierno de la República, y los de muchos de los estados, cuecen un fraude electoral que no tendrá más límite que la imaginación de un hombre que jamás fue demócrata.
Salgamos a votar, entendamos que mientras el país lo desmantelan sólo los ciudadanos seremos capaces de rescatarlo.