Libros de ayer y hoy
Ahora le toca a la Suprema Corte de Justicia. López Obrador no está jugando. Logró que democráticamente la gente lo eligiera presidente y hoy se alista para tratar de cumplir lo que él ha anunciado aunque no lo dijera en campaña: intentará establecer un gobierno de partido único: el suyo.
López Obrador le habló a los electores y les vendió lo que cada auditorio quería escuchar. No era difícil hacerle caso si sus argumentos eran en contra de un gobierno que no sólo fue corrupto sino también frívolo a grado extremo.
Hoy vemos que el demócrata jamás llegó, que el benefactor de los pobres lo es sólo de palabra y que el hombre honesto no sólo es un mentiroso sino que encabeza el gobierno más corrupto de los últimos sexenios y vaya que eso es mucho decir en un país que padeció a López Portillo o a Echeverría y más recientemente a Peña Nieto.
Y no es que los del PAN hayan sido un cúmulo de virtudes, pero al menos hubo resultados y se combatió al crimen organizado.
México no ha sido un país que se enorgullezca de sus presidentes: no todos, nunca todo el tiempo. Todos, en plural, han cometido aciertos, unos muy pocos otros más pero también dislates y violaciones a la ley para darse un gusto o una satisfacción. Nunca como hoy.
Y hoy le toca a la Suprema Corte de Justicia el no aplicar la ley e interpretarla como le gustaría al presidente. Simple y sencillo: si no me sirves, te desaparezco.
Los pasos ahí están: ganó la elección, cooptó a los legisladores y logró cooptar al Congreso, y sólo le falta conseguir que la Suprema Corte, el único poder que no controla, se doblegue o lo desaparezca para convertirlo en un ente parcial y a su servicio. Si afecta a los trabajadores no le importa, el tema es humillar a quienes no los considera comprometidos con su proyecto.
Para ello el poder judicial perderá primero sus fideicomisos esos que le sirven para la jubilación de sus empleados, para el mantenimiento de sus edificios, para la renta de los locales necesarios o la construcción y ampliación de los espacios que necesité.
Los fideicomisos son ahorros destinados a objetivos específicos. No se pueden usar para otra cosa, pero eso no importó y cercenaron 109 con 135 mil millones de pesos que ni ud ni yo sabemos en qué se usaron, pero tenemos una idea.
¿De algo servirán esos 21 mil millones de pesos para aliviar los dos billones de endeudamiento que considera el presupuesto de 2024? No, sólo servirán para sus obras o, en el mejor de los casos, para incluirlos en los cientos de miles de millones que se reparten en pensiones, becas y otros paliativos sociales: compra de votos.
¿No son suficiente 8.3 billones de pesos para que el gobierno cumpla con sus obligaciones?, ¿por qué la quinta parte de ese presupuesto se soporta en deuda?
Solamente 12 programas del gobierno federal recibirán 716.3 mil millones. Después de ese presupuesto, cada ciudadano deberá 118.8 mil pesos por persona para 2023 y de 126.9 mil pesos para 2024, lo que en los hechos violenta su promesa de que no endeudaría al país.
Así, la comisión de Presupuesto aprobó esta semana echar mano de los fideicomisos de la Corte cuya negativa dará motivo a su descalificación y a acusaciones de que están defendiendo sus privilegios en plena campaña electoral, elección que le corresponderá a la Corte validar y calificar.
Poco le importa a sus seguidores explicarles que los jueces y magistrados no deberían ser electos porque para ello tendrían que hacer campaña, ser apoyados por partidos políticos si no es que hasta dinero del narco podría usarse para promover a jueces y magistrados que serían serviles al Crimen Organizado.
Los jueces y magistrados tienen que ser expertos en derecho, equilibrar sus criterios para no favorecer a ni uno de los sujetos a la ley y sí velar porque sus decisiones sean lo más objetivas posibles dentro de las interpretaciones legales conducentes, es decir que la ley se aplique en beneficio de quien lo sea porque tenga razón, pero como los ministerios públicos no arman expedientes ni los sustentan con propiedad, 2022 se quedaron sin resolver 2 millones 915 mil de denuncias, de acuerdo con datos de INEGI.
Al votar por ellos, los electores exigirán a jueces y magistrados el beneficio de sus resoluciones en cumplimiento del apoyo dado y, de acuerdo con el partido que cada juez represente, serán sus decisiones si el presidente no dice otra cosa. Un aparto espeical
Ojalá como sociedad seamos capaces de defender a la Suprema Corte como defendimos al INE que, por desgracia, terminó siendo colonizado por Morena y sin la fortaleza que tenía en tiempos de Lorenzo Córdoba.
Pero que nos quede claro a todos como ciudadanos, López Obrador va a destruir al Congreso, a la Corte, a los órganos constitucionales independientes y a erigir un estado único y absoluto y como ya no le alcanzó el tiempo, el proyecto lo continuará Claudia Sheinbaum.
Si no somos capaces de defender la democracia, menos seremos capaces de defender a un país que demasiado nos ha costado lograr sea independiente no sólo de otros países sino también en el tema de los estados, pero lo más importante: que seamos independientes como ciudadanos, que no haya poder que nos diga qué hacer, a qué dedicarnos y muchos menos cuánto y cómo tenerlo.
El país hoy está en riesgo: el que usó a la democracia para llegar al poder, desde el poder se encargará de quedarse con el país, si no lo evitamos.