Indicador Político
Esos que salieron a la marcha, dijo López Obrador, ahora se disfrazan de demócratas cuando eran los tenaces violadores de los derechos del pueblo. Ellos quieren democracia sin pueblo, nada más para ellos. En un recorrido por Puebla, López Obrador habló del narco estado que había en México antes de su gestión y de cómo él y su gobierno ha erradicado la corrupción. Andrés Manuel ganó su elección en 2000 para jefe de gobierno y jamás admitió que lo hizo a pesar de no tener residencia en la ciudad de México. Su credencial de elector, básica para cumplir el registro como candidato, era de Tabasco y le permitieron competir porque acreditó como su dirección personal la sede del PRD en la capital. La ley se amoldó a él y precisamente por ello cree que todo tiene que ser así y por ello violó un amparo y pensó que como autoridad no pasaría nada y aunque pasó y fue desaforado la sanción terminaron por pagarla otros porque el escándalo lo victimizó más que lesionarlo. Este domingo, cientos de miles de ciudadanos se dieron cita, por tercera vez, en el zócalo de la capital. Las tres veces los ciudadanos se han manifestado para defender al país y las leyes democráticas que nos rigen porque López Obrador ha intentado no sólo cambiarlas para favorecerse sino para favorece a su movimiento y controlar las elecciones, los órganos independientes y hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Cerrar la puerta a los ciudadanos desde adentro. ¿Creen que cualquier puede llegar al poder? Cómo se atreven… En su defensa, López Obrador deja claro que hay quienes se disfrazan de demócratas sin incluirse él que lo hizo en las pasadas tres elecciones en las que ha participado, dos de las cuales provocaron reformas electorales ante sus protestas que hoy el mismo desconoce y pretende violentar a pesar de haber sido promovidas por él como opositor. Hoy, ya en el poder, hace todo por tenerlo absoluto. Dijo que México ha tenido narco-gobiernos, pero no admite haber recibido dinero del Cártel de Sinaloa, como lo señala una investigación de la Drugs Enforcemet Agency (DEA) de Estados Unidos, y ahora es inculpado por Celso Ortega, líder los Ardillo de Guerrero, de haber recibido dinero y promoción política de los Zetas a quienes les habría ofrecido impunidad para trabajar en todo el país si ganaba la presidencia. Como queda claro, el que se disfrazó de demócrata fue el propio López Obrador y su honestidad valiente no sólo ha sido exhibida como una pose por varias investigaciones que señalan la corrupción de su gobierno que ha permitido que sus hijos Andy, Bobby y Juan Ramón influyan y controlen la asignación de contratos no sólo en Pemex sino también de medicamentos y equipos para el sector salud y asignación directa en las tres principales obras de este gobierno en actos de corrupción que superan los 50 mil millones de pesos. Los audios y las investigaciones están disponibles en YouTube. De los sobres amarillos de sus hermanos y los audios de Scherer pidiendo millones para él, mejor en otra ocasión. El fracaso del gobierno es de tal magnitud que sus principales banderas de campaña han sido exhibidas como poses alejadas de la realidad de los hechos: iban a meter a los militares a sus cuarteles, pero no sólo no lo hicieron sino que los metieron de lleno a las obras públicas y al ámbito de empresarios del régimen; prometieron una democracia absoluta y en los hechos dinamitan las instituciones que la garantizan y violentan las leyes que ellos prometieron para protegerla; usando el discurso de la gravedad de los gobiernos anteriores de usar los recursos públicos para ganar simpatías electorales, exhiben que sus programas no sólo no tienen controles ni padrones de beneficiarios sino que, además, los condicionan a la simpatía presidencial y de su movimiento violando los preceptos que decían les daba base a Morena. El presupuesto en pleno para armar clientelas electorales, como las del tricolor de antaño. De salud y atención a los más pobres mejor no damos detalles, pero es obvio que la oligarquía mexicana está de plácemes con un gobierno que les permitió crecer su riqueza en un 70 por ciento y los integró en una especie de asesores económicos personales del presidente, que no del gobierno. La buena nueva hoy es que el presidente ya debe tener claro que la elección, aunque se la robe y ponga a todos sus aliados y beneficiarios a operarla, no será un día de campo. Cuando la sociedad en tropel acude a votar, no hay fraude que valga. Sin embargo, no seamos ingenuos, el presidente está blindado por el ejército, por la armada, por la guardia nacional, por 23 policías estatales y el ejercito del crimen organizado que aún le sirve y por los billones de pesos que juntaron en el subejercicio de programas y de secretarías que servirán para operar la elección. Nos espera una elección de estado; nos espera una elección de esas que pensamos no volveríamos a ver en pleno siglo XXI; nos espera que su marioneta sea entronizada como si fuera ella misma sin serlo para un proyecto de continuidad que sólo dinamitará a la democracia mexicana si logran la mayoría en el Congreso. ¿Lo vamos a permitir? Maniféstese el día de las elecciones, no falte, quédese a vigilar, denuncie los atropellos, denuncie a quien le condicione el voto, métase de lleno a ser ciudadano, eso que a ratos pareciera que no nos importa mucho, pero que si hoy no lo ejercemos mañana dejaremos de serlo porque esta elección es para eso: nos convertimos en ciudadanos o nos convierten en subditos con tarjetas de alimentos y dos mudas de ropa al año. Así de grave, así de mal. ¡Despierte!