Indicador Político
De fracasos
La exigencia social que vivimos en la transición democrática parece haberse agotado con el tiempo. Cualquier error en el gobierno se convertía en un escándalo y se magnificaba hasta el extremo.
El escándalo de las toallas de Fox abrió la nueva época en la que los ciudadanos podíamos saber qué 232 bolsas de croquetas Active Breeder con las que alimentaban al escuadrón canino de la Policía Federal Preventiva costaban $105,792, o que organizaron una reunión en la que se repartieron 9,900 tamales y se gastó $79,000, algo así como $8 por tamal, todo plasmado en la que era la página de compranet, mediante la cual se hacían las licitaciones.
Hoy, la ineptitud se premió, la incapacidad tuvo recompensa y no se castigó ni social ni política, menos legalmente la corrupción que se vive en el gobierno por los desvió de Segalmex, los millonarios desvíos de las obras “emblemáticas” de los hijos del presidente López Obrador que dejan como bebés de pañales a los hijos de Martha Sahagún, privilegiados con contratos de Pemex.
Ahora, nos dicen que un mes es poco tiempo para evaluar a un gobierno y, por supuesto, estoy más que de acuerdo en que es poco tiempo para saber qué hará el gobierno. Sin embargo, repetir las mismas cosas que ya comprobamos fracasan y no corregir las que ya saben están mal nos deja claro el derrotero.
La realidad nos acredita que el actual gobierno sólo cambió con ciertas particularidades personales y ello nos permiten ver que el camino que llevamos sigue siendo el mismo. ¿Por qué cambiar si sin dar resultados votaron por ellos masivamente?
El mensaje que hemos recibido los mexicanos todos los días de este primer mes es que la nueva presidencia no sólo concretará al estado autoritario, sino que ahondará la supremacía del Ejecutivo como gran rector de la vida del país.
Además, hasta hoy, el crimen organizado se ha vuelto más violento, más descarado y se ha apropiado de lugares que antes no tenía. ¿Cómo no aprovechar la complacencia?
El tema de la reforma judicial, ojalá le salga bien, pero la condena por la forma no sólo ha venido del país sino de las mejores academias y organizaciones jurídicas del extranjero han acreditado con elementos los riesgos de tener jueces y magistrados electos ante la posibilidad de que la fortaleza económica de muchos sectores tenga prevalencia sobre el ciudadano común, que sería el más indefenso ante los delitos.
Hoy, en el México de Sheinbaum la justicia tiene nombre y apellido e interés porque la forma como se elegirán abre el abuso de que todos sean simpatizantes o militantes de un solo partido, hoy Morena, que tiene una mayoría absoluta y, por actitud, vemos que su conducta no sólo ha sido arrogante sino impositiva alegando que esa mayoría lograda es suficiente para que crean que imponerse es correcto, aunque no tengan razón.
Lo que está mal lo está sin importar quien lo haga y no tiene nada que ver con que el aval democrático lo justifique o le de legitimidad sin tenerla, pero hemos llegado al tiempo del populismo como lo acredita la elección de Donald Trump, un personaje que los americanos saben tiene 34 cargos judiciales en su contra en Georgina y haber conspirado para quedarse en la presidencia, un caso federal por la toma del capitolio en Washington, otros por presunta interferencia judicial, por un caso de retener documentos secretos de la presidencia en su casa de Mar a Lago, en Florida, además de tratar de meter como gastos de campaña el pago a una prostituta.
En la cuna de la democracia en América, se eligió a un delincuente para la presidencia de esa República y aquí nos sorprendió al mismo tiempo, la elección de otro que tampoco respetó la Constitución y al final de su sexenio cumplió lo que desde 2006 advirtió: al diablo con sus instituciones, y las destruyó.
El fracaso del PAN,PRI y PRD es un fracaso absoluto no sólo al concepto de la política como elementos de llegar a acuerdos, sino de una sociedad que desesperada por las diferencias y desigualdades terminaron por poner el ataúd a un país que regresó a los años 50 si no que a los años del Porfiriato en los que la opinión del reelecto era ley para todos. Pero ese “dictador” al menos construyó infraestructura que sirvió para la fundación del México del siglo 20.
Ojalá los fracasos del gobierno que inicia no sean normales para los ciudadanos como se normaliza hasta la corrupción y la ausencia de política de quien se suponía era el presidente de todos y cambiaría a México para mejor, no para retroceder en el tiempo.
Claudia Sheinbaum es la presidenta, que asuma su responsabilidad, que cumpla con su palabra, porque en los hechos no respetó su juramento de respetar la constitución. Apostémole que el precio que pagaremos por ello valga la pena, sea proporcional con la extinción de derechos que implicó la desaparición de la Suprema Corte.