
Vientos de recesión en las economías mundiales
Vivimos tiempos de canallas. Antes del argumento está la ofensa, el insulto. Antes del acuerdo está la manipulación del por qué y la justificación: yo tengo el poder, hago lo que me venga en gana porque para eso ganamos.
Decía Julio Scherer, director del semanario Proceso, que los políticos viven el tiempo de los condenados porque saben con precisión cuando se acaba su encargo.
Quienes somos periodistas hace más de 40 años hemos visto ir y venir a gobernadores que terminaron su mandato, otros que fueron sacados a patadas antes de concluirlo otros a golpes de poder y unos pocos para jalarlos al gabinete presidencial, otros que no pudieron con el encargo y lo dejaron tirado y algunos más que aceptaron ser gobernadores de un ratito.
La lista empieza, en mi memoria, con Graciliano Alpuche en Yucatán, y con Eugenio Echeverría Castellot en Campeche. Es verdad que algunos estados han sido más inestables en la permanencia de sus gobernadores, pero en todos los casos me ha tocado escribir las notas, reportear los hechos, narrarlos y hasta ser testigo presencial de varios de esos cambios.
Nací cuando en México reinaba el partido hegemónico y presencie los cambios que la transición política del país concretó pasando por la guerrilla, la represión política, los asesinatos políticos, y el nacimiento del narco y el crimen organizado.
Pocos gobiernos han sido medianamente gentiles con sus ciudadanos. Las crisis de 1976 por la devaluación, por la deuda externa en 1982, por el robo electoral de 1988, la bancaria de 1994, la recesión de 2009 por las hipotecas basura y la del 2020 provocada por la pandemia de covid ´19.
México hoy vive la crisis económica del narco, de Morena y de los aranceles además de la que se avecina por la deuda externa y la recesión que todos ven en el mundo.
Todos eso ha sucedido en el país y el que escribe sigue escribiendo, reporteando y dando fe de una realidad que, hay que decirlo, jamás se ha amoldado al discurso y menos a la exigencia del poderoso.
Hoy, pocos en el gobierno entienden que su poder no es tan grande y que se enfrentan a una realidad que les puede poner en el piso de un golpe seco. La realidad no puede alterarse aunque se construya un discurso exculpatorio o se haga propaganda de cada mal, de cada error tratando de evadir la culpa o tratando de transferirla a otros.
En ese devenir profesional, he visto políticos encumbrados que desaparecen, otros que fueron expulsados de la política, algunos más que se han retirado y muchos otros que su ambición política se sació quizá por lo que logró, por el patrimonio que amasó o por el desprestigio que se ganó ejerciendo el cargo.
En política, todo es posible y todo cambia constantemente, Lo único seguro es el cambio, ese que nadie puede prever sea para bien o para mejorar las cosas.
Hoy, cuando se gobierna con rencor, con mentiras y se hace uso de argumentos ofensivos para quienes no son parte del grupo, quienes tienen el poder terminarán sus cargos mientras que los periodistas y la realidad seguirán su curso.
Quienes somos periodistas de profesión no podemos darnos el lujo de ser simpatizantes de ni un político recisamente porque los políticos sólo tienen un objetivo claro: ellos mismos.
Quienes se alquilan a los gobiernos en turno terminarán con el desprestigio de no haber hecho o dicho lo que la realidad no oculta por más que el poderoso en turno se esfuerce por hacerla invisible.
Recuerdo los días en que Dulce María Sauri, gobernadora interina, quemaba los Diarios de Yucatán frente a Palacio y Catedral. Hoy escribe en ese medio.
Nunca olvidaré lo que Víctor Cervera decía de Carlos Menéndez, director y dueño del Diario de Yucatán: “pobre, argumentaba, vive su vida fuera de la realidad”, decía.
Cervera Pacheco perdió en su nuevo intento de ser alcalde y su elección como gobernador no sólo estuvo en medio de la polémica por su supuesta “reelección” sino que estuvo plagada de vicios que lo llevaron a gobernar en medio de un desacato a pesar de una orden judicial que lo forzaba a acatar la creación del IFE y las nuevas reglas electorales que traerían elecciones sin control oficial. Estuve en su casa el día que falleció.
Me tocó darle la noticia a Mario Villanueva de que sería el candidato del PRI al gobierno de Quintana Roo.
Su amigo el secretario de la Reforma Agraria con Carlos Salinas, Cervera Pacheco, operó para que el gobernador de Quintana Roo no fuera José Joaquín González Castro, y le organizó a su amigo Mario un destape anticipado con todos los liderazgos políticos de la entidad.
Mario Villanueva terminó en prisión, luego de meses refugiado y escondido en Yucatán, por sus vínculos con el narcotráfico y por amenazar de muerte al cónsul de EEUU en Mérida, David Van Valkenburg.
Esos ejemplos sólo acreditan que en el siglo pasado las cosas eran, aún con partido hegemónico, imprevisibles porque el dinamismo social influye en los gobiernos y, se quiera o no, moldea sus gobierno entre lo posible, lo deseable y lo proyectado.
La práctica política en el Sureste no es tan diferente a la que se practica en todo el país. Los errores en política se pagan caro y vaya que Enrique Peña Nieto lo tiene claro al haber usado su gobierno para frenar a una oposición a su gobierno y negociar con quien él creía le garantizaría una salida digna. Como fue para su bien, no para el del país que hoy padece un gobierno cuyo único proyecto es quedarse en él y concretar la regresión autoritaria a la mitad del siglo pasado.
Los periodistas que caigan en el espejismo de ser “amigos” de los gobiernos en turno cometerán el error de contribuir a que la desaparición de la libertad de expresión se consolide y no sólo desaparezcan los derechos ciudadanos, como está sucediendo, sino que se coarte la libertad de expresión a gusto del autócrata. El periodismo está obligado a vivir en la realidad y dibujarla con precisión, sin concesiones y sin filias y fobias.
Le decía Francisco Ortiz Pinchetti en tono de broma pero con cierto sarcasmo a Don Julio Scherer en una de las reuniones del semanario Proceso: -Qué vamos a hacer, Julio. Ganó la jefatura de Gobierno tu amigo Cuauhtémoc Cárdenas.
-El jefe de Gobierno no es mi amigo, Paco, le respondió el que fuera un periodista implacable. Lo cubriremos con la objetividad de sus actos porque el jefe de Gobierno no es amigo de nadie, es un servidor público.
Los servidores públicos no pueden ser consentidos, deben ser vigilados y escrutados con solidez y detalle porque su salario y su presupuesto es de todos los contribuyentes que lo escogieron para administrarlos, no para hacer lo que consideren.
Pensar que los medios debemos ser aplaudidores o denostadores de oficio en contra de un gobierno es parcializar la información, esa que debemos publicar puntual, con una narrativa que únicamente obedezca a la realidad. Ya habrá tiempo para editorializar, para hacer reportajes para ejercer esos géneros periodísticos que hoy cada vez son menos socorridos por los medios formales.
Los dueños de los medios jamás deben olvidar que sus medios dependen del favor de la atención de su público, ese que es el único que siempre sabrá cuando se le engaña, cuando se cumple con el convenio o cuando conviene mirar hacia otro lado.
El periodista y el político viven una amasiato inconfesable, decía Don Julio. A los dos les dará pena que los vean juntos, que los vean en público por lo que esa relación está condenada a serlo en privado, pero siempre terminará como terminan las relaciones prohibidas.