
Claudia Sheinbaum: defensa incansable de la soberanía nacional
Logro de Huacho: ¡privatizar hasta el gobierno!
La Reforma Judicial de Cláudia Sheinbaum le dará gusto a todos: a los narcos, a los grupos de poder, a los políticos, a ella pero también a los peores personajes de la sociedad que hoy tendrán quien dicte las sentencias a su gusto. Será al gusto de los corruptos, de los privados y del gobierno autoritario, jamás del pueblo bueno y sabio que lo eligió.
Andrés Manuel privatizó en pandemia la salud: desapareció el seguro popular y, como hongos, las farmacias y los empresarios vieron la oportunidad de abaratar la atención médica y ganar más en la venta de medicamentos. Fue al gusto de sus empresarios aunque no del ramo, pero sin carecer de esa venganza a quienes él considera sus enemigos más sólidos y trató de sacarlos del mercado.
Los hijos del presidente tampoco dejaron pasar la oportunidad: ellos privatizaron entre sus cuates los contratos, las obras públicas, las compras y las concesiones. Ellos no aparecen, el Clan sí y hasta hace declaraciones.
El Ejército fue un beneficiado colateral porque no querían su amenaza para frenar el autoritarismo y por ello les entregaron un motivo de reparto, de corrupción y de privilegios: se alinearon a la 4T y dejaron atrás la disciplina de no participar en política partidista.
De poco o nada sirvieron las voces que decían que Andrés era un peligro para México; de poco o nada sirvieron las experiencias de Ana Cristina Covarrubias que advirtió en 2006 que Andrés se alejaba del argumento que lo haría ganar y que la ventaja que confirmaban sus encuestas poco a poco se iba perdiendo. De todos modos se argumentó el robo de la elección y a Felipe Calderón se le nombró espurio.
En los hechos, Claudia Sheinbaum privatizó Pemex y lo entregó a Carlos Slim quien, gustoso, aceptó participar en esa empresa que, nos dicen, es de todos, pero no alcanza para hacer concursos y ser transparentes en la gestión de los gobiernos de la 4T para que todos se enteren de cómo opera la empresa más endeudada del mundo.
Andrés Manuel gobernó tomado de la mano de los hombres más ricos del país en esa calidad de “asesores” que le recomendaban lo mejor, según decía, para su gobierno y que los premiaba con concesiones, con obras y contratos. Jamás alejó el poder político del privado sino los fundió en su beneficio.
Si todo lo demás es a la vista del público ¿por qué Joaquín Diaz Mena sería diferente? Él llevó a otro nivel la entrega del gobierno y su gabinete además de sus funciones.
Joaquín Díaz Mena cedió a su financiero de campañas, Mario Millet Encalada, la organización y las posiciones que tendrían quienes ayudaron al gobernador a “ganar” los comicios de Yucatán aunque fueran de diferentes cuños.
De entrada, los mejores cargos del gabinete los cedió a Millet y para quienes lo “ayudaron” si hubo presupuesto, pero de tal manera que nadie le hará caso o respetará a quienes son alfiles de otros políticos: los del PRI, PAN y Movimiento Ciudadano se suman a los alfiles del Partido Verde y al dirigente nacional del PT y varios más que aportaron a su campaña.
Sin embargo, al financiero le dieron a escoger y escogió que ni una secretaría tenga un administrador que no sea suyo, que las compras no se las hagan a otros más que a los que él ya designó y quien desobedezca una orden suya o no se apegue a la lista de proveedores, que es obligatoria en todo momento, será despedido de manera fulminante.
Sin embargo, no a todos les gustó la decisión porque no les da margen de resolver los problemas cuando éstos se presentan y necesitan una solución inmediata, pero ni recibiendo los materiales donados.
Al Hospital O´Horán llegó un joven que víctima de una caída se fracturó la cara. Urgía lo operaran y como no había en el hospital para la operación los familiares reunieron el dinero suficiente para comprar lo que urgía para la cirugía, pero nos con los donativos en manos pudieron vencer el temor de quienes lo operarían porque, de aceptar esos donativos, podrían perder su empleo.
Y es que todo lo que se compra o ingresa al hospital debe de ser comprado a una relación muy cuidada de empresas que se encargan de surtir cada uno de los medicamentos y artículos necesarios para la operación.
Sólo la terquedad y firmeza de los familiares logró vencer ese miedo irracional a no respetar esa lista de proveedores oficiales, todos de Millet Encalada, por supuesto.
En la secretaría de Educación pasó lo mismo hasta que el secretario dejó sin cargo y le exigió su renuncia al empleado impuesto por Millet que se negaba a hacer las compras que eran urgentes porque, como todos los demás, debía restringirse al padrón de proveedores previamente dispuestos.
Quejas de empresarios que permanentemente participan en concursos de obra quienes narran que alguien que no conocen y que no los conoce les llama para exigirles retirarse de los concursos porque “yo decido quien hace la obra”, dice la voz del otro lado del teléfono.
Molestos, los empresarios recurren a sus cámaras y la respuesta que reciben siempre es: ¿qué quieres?, así son las cosas en este gobierno, les responden.
Ni los trámites ni los permisos se salvan a la poderosa decisión de quien los autoriza todos primero. Dos jóvenes visitan bares y restaurantes y les indican a los propietarios que sólo con ellas pueden realizar todos sus trámites oficiales porque tienen esa encomienda de Mario Millet Encalada. Así que ni un permiso, ampliación de concesiones o derecho se autoriza sin previa verificación de quien es el nuevo gobernador de Yucatán, pero no ganó la elección ni fue nombrado por el Congreso.
Así gobierna la 4T, así gobierna Joaquín Díaz Mena mientras saca tiempo para tocar su piano o guitarra mientras deleita a su familia con canciones hasta en inglés, que no habla, o baila una jarana en la feria del pueblo.
Mientras explica por qué sus canciones y tocadas, en Yucatán los proyectos no se concretar pero si las pugnas palaciegas que ya llevaron a renuncias en dos secretarías y a un pleito en los bajos de Palacio, además de la represión de mujeres y de maestros, hasta con químicos de un extintor.
Seis meses sin resultados ni proyecto, aunque si hay viajes y mucha jarana, porque “para eso ganamos, ¿no?”