Indicador Político
Hoy vivimos a nivel planetario algo inédito para nuestra generación. Una pandemia y recesión económica, como no se veía desde la “ gripe española” de 1918 y “ la gran depresión” de 1929.
Las infecciones por COVID 19 se han extendido a todos los rincones del planeta. Se trata de un nuevo patógeno para los humanos , contra el cual nuestra especie aún no genera inmunidad; para el que no existe una vacuna y tampoco una cura específica; cuya letalidad ronda el 3 o 4% y cuya propagación se da a un vertiginoso ritmo exponencial. Ya ha colapsado a sistemas de salud mejor organizados y más robustos que el nuestro; las únicas medidas conocidas para disminuir el ritmo del contagio son la higiene individual y el distanciamiento social, que implica la permanencia en el hogar y el ausentismo laboral, lo que ha significado el freno abrupto de la actividad económica mundial.
El 29 de febrero México entró al grupo de países asolados por la pandemia, el 18 de marzo se produjo el primer deceso, hoy el número de casos confirmados en México es 22,088 y los fallecidos ya suman 2,066 . En Michoacán hay 380 casos confirmados y 54 decesos.
La irrupción de la pandemia nos toma en mal momento en la salud, en la economía, lo social y lo político. Ya existían en los cuatro rubros problemas serios, desde antes de iniciarse la actual administración federal, producto de decisiones políticas y administrativas del pasado, sin embargo es innegable que medidas tomadas ya en este sexenio vinieron a complicar las cosas.
En salud a los a los defectos crónicos como la fragmentación del sistema, nuestro déficit de médicos y enfermeras, de camas de hospital, más grave en áreas como la terapia intensiva y equipamiento adecuado pues un país de 127 millones de habitantes debería contar con mucho más de los apenas cinco mil ventiladores que tenemos, la falta de acceso efectivo a los servicios, la desigualdad en la calidad, la ineficacia para enfrentar la transición demográfica y epidemiológica , la caída de la inversión que se da desde el 2015 a la fecha, debemos sumar los recortes y subejercicios del año pasado, el desabasto de medicamentos producto de la impericia administrativa y logística del actual gobierno y el atropellado y deficiente proceso para dar fin al Seguro Popular e iniciar el funcionamiento del INSABI.
Un Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica aún sólido, pero debilitado como consecuencia de las recientes medidas de austeridad que le han quitado en este año 56 millones de pesos a la Dirección General de Epidemiología y la retórica de la actual administración federal que ha estigmatizado a los servidores públicos con conocimientos técnicos de alto nivel sometiéndolos a recortes salariales indiscriminados que ya ahuyentaron a un número considerable de técnicos y especialistas en salud pública que hoy hacen falta.
Nuestra economía iba ya decreciendo desde el primer trimestre de 2019 y en el último trimestre de ese año el crecimiento ya era negativo en -0.01%, hoy las principales agencias financieras del mundo prevén una recesión económica en México que va desde e -2% hasta el -9%, las cosas pintan mal pues en el primer trimestre de éste año ya hubo una contracción del -2.4% del PIB; la mezcla de petróleo mexicano se sitúa en su nivel más bajo jamás visto y en muy pocos días, producto de las necesarias medidas de distanciamiento social y el paro forzado de miles de trabajadores, hemos comenzado a ver el cierre de empresas sobre todo las más pequeñas y el despido de miles de trabajadores al grado que el Banco Interamericano de Desarrolo a calculado que el impacto del COVID 19 en el empleo será la pérdida de entre 845 mil hasta 2.9 millones de puestos de trabajo.
Sumemos a lo anterior el problema de la inseguridad que no cesa , solo en abril hubo 2492 homicidios dolosos, la corrupción que allí sigue, la desigualdad lacerante con 61 millones de pobres a los que se sumarán los de la pandemia.
En lo político la población polarizada y los cuadros partidarios enfrentados y divididos. Una dirección política que al menos en sanidad envía a cada momento señales contradictorias y que no asume oportunamente la dirección, mando y coordinación con otros niveles de gobierno y la sociedad , se dibuja un panorama más que complicado.
De acuerdo a los expertos las prioridades en este momento son: En salud ahondar las medidas de promoción y prevención consistentes en la higiene y el distanciamiento social, aplanar la curva de la pandemia para hacerla manejable, si no lo logramos pronto estaremos en graves problemas con nuestra estructura hospitalaria desbordada y colapsada. Prepararnos para lo que viene a partir de que se ha declarado la fase 3 de la pandemia en el país, a raíz de la evidencia del aumento en la tasa de contagio lo que hace prever que en el término de dos a tres semanas veremos un aumento abrupto del número de casos de personas con enfermedad, pacientes graves y decesos , debemos hacer acopio de recursos y coordinar esfuerzos para poder emplear de la manera más eficiente y eficaz la infraestructura, medicamentos e insumos, recursos humanos y equipamiento con los que cuenta todo el Sistema Nacional de Salud tanto en lo público como en lo privado. Se requiere en este momento reasignar los mayores recursos posibles al fortalecimiento de los centros en los que se tratará a los individuos graves y en estado crítico y a nuestro sistema de vigilancia epidemiológica.
En lo económico la prioridad es evitar la destrucción de valor que implica el cierre masivo de miles de empresas la mayor parte micro, pequeñas y medianas y la pérdida masiva de empleos que ya se está dando. De la circunstancia actual difícilmente saldremos bien librados, es una de las mayores crisis que ha enfrentado la humanidad, busquemos salir lo menos golpeado posible. Leía hoy un informe de un prestigiado Centro de Estudios económicos que señala que si la economía mexicana tuviera un crecimiento negativo de entre el 5 y 6%, 2.4 millones de unidades económicas caerían en bancarrota , 13 millones de personas perderían su empleo y a los 61 millones de pobres se sumarían 21 millones más ,es decir que 82 millones de mexicanos no tendrían acceso a los mínimos de bienestar.
Es imperativo en este momento transferir recursos de forma inmediata al sector salud para salvar vidas. Evitar el cierre de empresas y el desempleo masivo; transferir recursos a las empresas y sus empleados con tres fines, evitar que las primeras sucumban por falta de liquidez e insolvencia; lograr que sus trabajadores cuenten con lo mínimo indispensable para su sustento y garantizar que las medidas de distanciamiento social, indispensables para frenar los contagios, tengan éxito al no tener los micro y pequeños empresarios y los trabajadores que salir a la calle a buscar el sustento; postergar declaraciones anuales, pagos de seguridad social, acelerar devoluciones de impuestos y aumentar disponibilidad de crédito. En el corto plazo, será imperativo reactivar el consumo acelerando la dispersión de los programas sociales y establecer un seguro de desempleo. Más que generar nuevos empleos o pensar en grandes proyectos infraestructura , irrealizables en tiempos en que la gente debe permanecer en sus casas, orientemos las medidas fiscales y económicas a garantizar que sobrevivan las empresas y empleos actualmente existentes serán, sin duda, la base de una pronta recuperación.
En lo político hay que hacer un gran esfuerzo para lograr la unidad nacional en esta época en la que las divisiones y disputas intestinas solamente nos han llevado a la dispersión de fuerzas , el actuar no coordinado, a la indisciplina institucional de diversos actores políticos , al ánimo de algunos para medrar y sacar raja política de la crisis, a poner en riesgo la gobernabilidad, a aumentar entre la población la falta de confianza en las autoridades.
La Constitución debe ser el hilo conductor de la acción pública. Esta es clara en señalar al Consejo de Salubridad General , dependiente del titular del Ejecutivo Federal, como máxima autoridad sanitaria en tiempos de emergencia, confirmando su excepcionalidad tal calidad. Es el ejecutivo federal por conducto de la Secretaría de Salud el encargado de ejecutar la acción extraordinaria en materia de salubridad general y el encargado exclusivo de emitir toda la declaratoria de la emergencia sanitaria y por medio del Consejo de Salubridad General emitir las normas que prevalecerán durante la contingencia, implementarlas y forzar su observancia.
Hemos visto, sin embargo falta de coordinación entre las instancias del Ejecutivo Federal y entre estas y las autoridades locales; incongruencia entre las recomendaciones de algunos órganos y su cumplimiento por parte de otros del propio ejecutivo federal; la inacción al no tomar las riendas de la conducción de esta crisis sanitaria asumiendo plenamente todos los instrumentos que le brindan la constitución y las leyes para hacerlo; la inacción del gobierno federal y el vacío que está ha generado han obligado a gobiernos locales a tomar medidas, que a veces se encuentran en el límite de la acción constitucional, con el fin de salvar vidas y a amagar con tomar decisiones que podrían vulnerar el pacto federal. Generándose así lo que podría ser el inicio de una crisis política e institucional.el jefe del Ejecutivo Federal debe asumir plenamente su papel de máxima autoridad sanitaria, asumir su liderazgo y utilizar todos los mecanismos que la Constitución y las leyes ponen en su mano para afrontar la pandemia.
De las medidas que se tomen o se dejen de tomar en estos días dependerá el destino de millones de mexicanos , aún hay un resquicio pero la ventana se está cerrando rápidamente.
A las crisis de salud ya se sumó la económica, si las cosas empeoran vendrán ineludiblemente el ahondamiento de la ya grave crisis social. cuya manifestación más evidente es la de seguridad, la crisis social y la crisis política.
Actuemos en unidad, con generosidad, altura de miras y visión de Estado. Nuestras diferencias políticas, partidarias , ideológicas pueden esperar , las urgencia es derrotar al enemigo común , la pandemia. Dejemos nuestros pleitos para después.