Indicador Político
Ver por los hijos es obligación y, a la vez, privilegio de un buen padre. En política, especialmente la opositora, al igual que cualquier actividad que demanda tiempo, entrega y pasión es inevitable que genere un sentimiento de deuda hacia los seres queridos, especialmente, en los momentos de mayor adversidad. Es una culpa común en los mejores. Es el caso del presidente López Obrador y causa de su reacción ante el escrutinio crítico sobre lo que hacen sus hijos.
Al ser una de sus fibras más sensibles, dificulta el consejo de mesura y de inteligente prudencia. Por ello, su respuesta ha sido desproporcionada. Ha prevalecido el impulso y ha desencadenado una crisis de mayores proporciones en muchos frentes, particularmente, respecto al periodismo y el ejercicio de la libertad de expresión, y a todos preocupa porque ocurre en el momento en que han escalado los asesinatos de periodistas, a grado tal que México es el país más peligroso para el ejercicio del oficio.
La situación ha merecido condena de los mismos periodistas. En un capítulo inédito, el secretario de Estado norteamericano expresó la preocupación de su gobierno por la situación. López Obrador tuvo la peor de las respuestas: replica lo que el funcionario no dijo; acusa de desinformado al más enterado del acontecer mundial y, por supuesto, de México, y le echa en cara el injerencismo a partir del apoyo que se da a organizaciones civiles y proyectos públicos, como el de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Se vuelve rehén de sus ideas fijas en su visión maniquea de la historia.
El canciller y el presidente responden aduciendo el esfuerzo de su gobierno para investigar todos los homicidios y las agresiones a periodistas. Puede ser cierto; pero el problema son los resultados y bastaría atender el comunicado de las mismas autoridades que reconoce que más de 90 por ciento de las agresiones a periodistas quedan impunes. No actuar frente a los asesinatos está muy mal; actuar y no dar resultados es, prácticamente, el mismo fracaso.
López Obrador no modera sus impulsos a partir de la razón. Su consejero de comunicación no aporta, justo lo contrario, y eso ha llevado al presidente a una recurrente y preocupante confrontación con periodistas, medios de comunicación y, ciertamente, de intolerancia a la crítica y al escrutinio independiente del poder. La libertad de expresión se ve negada desde el púlpito presidencial mañanero a partir de la paranoia. Desde luego, la responsabilidad es del presidente, no de quien mal aconseja.
No hay golpismo. Hay crítica y oposición. Alguna, de mala leche y, quizá, fundada en malas razones, causas o sentimientos; pero, así es en toda democracia, y el poder presidencial da para lidiar con mesura, razón e inteligencia. Ciertamente, quien gobierna también es persona y acusa debilidades como todos. Los impulsos ganan terreno, como le ocurrió al presidente Biden hace algunos meses, con una referencia ofensiva a un periodista, sin advertir que su micrófono estaba abierto. Tuvo que disculparse.
Muchos de los pasajes más ridículos y autoritarios de los presidentes de México se han dado frente a los embates de los medios de comunicación. En los actuales no hay didáctica de tolerancia, menos cuando la superioridad moral prevalece y se asume que toda oposición tiene como origen la resistencia de los peores al proyecto político en curso. Un presidente que admira a Benito Juárez debiera revisar el trato excesivamente severo que recibió de la prensa, incluso de muchos de sus aliados de causa liberal, y el admirable e invariable temple de su actuar. Una lección de la razón sobre el impulso.
La violencia y los homicidios no son exclusivos de los periodistas. Desde hace tiempo pervive el drama de la inseguridad y la impunidad. El reclamo del gremio y de muchos otros debe ser entendido en sus propios términos y no procesarse mediante la victimización y la tesis del complot. Los periodistas merecen mejores respuestas. Ojalá el presidente y su consejero lo entendieran. Que el impulso ceda un tanto a la razón.
Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto