
Dieciocho acciones para el Bienestar
De carnaval a tragicomedia
Escucho una y otra vez que la presidenta Claudia Sheinbaum es científica, que ella si estudio, que es una mujer que juró respetar la Constitución, que ella si gobernará el país y lo hará con mano dura.
Las evidencias, sin embargo, nos dice que no puede haber ciencia en quien dice que para bajar el consumo de energía eléctrica debe consumirse menos; en quien violentando leyes y procesos cumplió al autócrata delincuente de estados unidos y le envió a 29 delincuentes a los que no sólo les violó sus derechos humanos sino que los entregó a un país distinto al nuestro y eso es traición, según dice la ley.
Y vaya que no es que no esté de acuerdo que los delincuentes paguen sus culpas y que los saquen de México, pero todo tiene sus formas, los actos revelan el talante de quien los comete y Claudia Sheinbaun como jefa de gobierno capitalino no sólo violó la autonomía del Congreso de Morelos sino que cometió varios delintos al tratar de encarcelar al fiscal Uriel Carmona a quien le tomó protesta el pleno legislativo de esa entidad, fueron que no se respetó, a pesar del congreso.
Esto es política. Se ve que no sabes de ella, le decía Layda a un amigo que le cuestionaba su posición electoral en una de las tantas elecciones en las que participó sólo para hacer más conocido al movimiento que encabezaba López Obrador.
Sin embargo, Layda pareciera muy cómoda refugiándose en el argumento de que ella no está en Campeche y cada uno de sus secretarios tiene objetivos plenamente definidos cuando en la realidad esa veintena de traídos de la Álvaro Obregón, trajeron a otros y estos a otros que han desplazado, dejando sin empleo a muchos campechanos.
Quienes así lo creen, piensan que su sobrino Gerardo Sánchez Sansores opera todo, saquea todo y se queda con las decisiones más importantes. Eso no es así.
“No me hace caso, Paco”, le respondió al reportero cuando al principio de su gestión éste le comentó que era ofensivo el programa Martes del Jaguar. “Le doy un guión y se lo brinca”, agregó para reforzar sus argumentos.
La realidad es que en Campeche los dos más poderosos en la administración son el subsecretario Luis Ángel García Hernández, que dispone de todo y le da gusto a su jefa, y Gerardo que es, como bien dice, el consentido de su tía y el responsable de ver por la familia y de acatar las órdenes de su tía que lo refuerza cuando algo se complica. Layda sí sabe lo que hace su sobrino, ella lo acepta y si alguien no lo opera ella misma les habla para agilizarlo.
La Cuatro Té no se caracteriza por ser muy ortodoxos en el respeto de la ley y las formas tampoco son lo suyo, menos ese argumento básico de la política: la forma es fondo y que el que se opone apoya.
La historia de Campeche está viviendo estos últimos tres años algo que parece mucho a un carnaval, pero que por lo prolongado ya parece una tragicomedia en la que la peor parte la lleva un estado que vaya que dejó de ser la primera prioridad de quien la gobierna. La primera prioridad de Sansores es su familia, darle gusto y sobrellevar el encargo que apenas ganó por una diferencia de un dígito.
Pongámonos muy legales: la única responsable del fracaso de su gobierno será ella aunque lo más seguro es que no pisará la cárcel a pesar del saqueo que hay en su gobierno.
Sansores se equivocó con Sheinbaum y al querer comportarse como lo hacía con López Obrador a quien llegaba al extremo de amenazar con cerrar Campeche y con ello toda la Península si no le entregaba lo que pedía, la estrategia fracasó con la presidenta.
Sansores estaba acostumbrada a salirse con la suya con Andrés Manuel que no le negaba nada, lástima que su influencia sólo le servía a ella y no sirvió nunca a Campeche porque, seamos serios, jamás hubo un proyecto de gobierno, de desarrollo y menos de crecimiento para la entidad.
En su gobierno, el secretario de Gobierno carece de facultades, no tiene recursos para operar y esa ha sido la causa de que haya fundido a cuatro en lo que va de su gestión, donde los más poderosos “microgerencian” los resultados que terminan frustrándose por la cantidad de manoseo que tienen.
Lo que sucede en Yucatán en el gobierno de Joaquín Díaz Mena es la versión yucateca de la campechana donde las limitaciones por los intereses del expresidente y sus hijos frenan muchas decisiones.
Al que Layda calificó como el peor gobierno de Campeche y persiguió a quien lo encabezó, hoy se ve más gestión, obras y resultados que su administración cuyo presupuesto de casi $30 mil millones anuales se fuga entre los dedos de quienes ella colocó en puestos clave, con su consentimiento.
La sucesión de Layda ya empezó, lo lamentable es que no hay figuras de primer lugar que puedan mantener el gobierno de Morena, cuya experiencia le dice a los campechanos que sus decisiones tienen que ser más meditadas, mejor pensadas y desconfiar de quienes viven de la política.
A lo mejor, si ud. lo considera, la opción tiene que ser alguien fresco, desajenado de los partidos y de militancia, que rescate a la entidad y a sus habitantes de su lugar en el sótano de la República.