¿Preparados para Kamala o Trump?
El presidente López Obrador tiene obsesión por el control. La realidad es su realidad, no lo que ocurre. La mañanera es más que un ejercicio de propaganda o de ajusticiamiento mediático a los adversarios, ha sido un recurso exitoso para construir su realidad a la medida de sus pulsiones y visión. La disciplina en Morena es mayor a la del régimen priísta en sus peores momentos; por igual somete al partido y a sus legisladores. También a los empresarios, a casi todos los medios de comunicación y a cualquier sector fuera del oficialismo. Excepciones son la Iglesia Católica, los inversionistas y un tanto el gobierno norteamericano.
La derrota en la elección pasada afectó a la Iglesia. Lo abrumador y el fiasco opositor en la elección de legisladores fue inesperado. Sin embargo, los inversionistas resuelven sus filias a partir de sus intereses y el resultado que erige una presidenta con amplios márgenes de discrecionalidad no es factor de certeza, quizás sí para algunos grandes empresarios que siempre han usufructuado su cercanía con el poder, no para los más, como ha quedado de manifiesto por el Consejo Mexicano de Negocios y el CCE.
La viabilidad del proyecto obradorista requiere de crecimiento económico. La polarización blindaba al régimen y a su presidente, realidad que se pierde con la salida de López Obrador. Los modos de Claudia Sheinbaum son más modernos y cuidados, aunque en lo sustantivo persiste continuidad. Una diferencia es que la nueva presidenta no es polarizante, quizás en algún momento lo pretenda, pero las formas de López Obrador son irrepetibles y requieren un grado de cinismo y cara dura que difícilmente pueda haber alguien que lo iguale con éxito.
Un bajo crecimiento conspira contra el proyecto y el campo minado que se deja, especialmente en cuanto a la crisis en las finanzas públicas y la incertidumbre que acompaña al cambio de régimen anticipa que no podrán alcanzarse los objetivos de recaudación y de inversión. El gobierno no tiene dinero y los particulares invierten, pero los ya establecidos, la relocalización de empresas requiere de un giro radical no sólo en la política energética, sino también en las reglas que acoten la arbitrariedad del gobierno.
Las dificultades son todavía mayores en el frente externo. Con o sin Trump en la presidencia el futuro se avizora sumamente problemático para el régimen. En una parte eso es funcional a Sheibaum en el sentido de que no sólo se agotó la polarización, también la estrategia de los abrazos no balazos, cualquiera su aplicación en la realidad. Omar García Harfuch se perfila como el funcionario que emprenderá no sólo ajustes, sino una nueva estrategia que genere confianza hacia las autoridades norteamericanas y, por la otra, que ofrezca mejores resultados.
López Obrador no puede editar la realidad en la relación con las autoridades de EU. La desconfianza es ostensible y tiene que ver con la idea de que la colusión de los políticos con los criminales alcanza a los altos niveles del gobierno. En esta perspectiva, fue un error grave echar su resto en la defensa del gobernador de Sinaloa Rocha Moya y embarcar en su postura a los gobernadores afines y a la presidenta electa. No es un error de cálculo, sino desesperación por el temor de qué podría derivarse por el precedente de García Luna. Por lo pronto la FGR ha demostrado encubrimiento en la investigación del homicidio de Melesio Cuen, difícil creer que fue error o impericia de la fiscalía local; se actuó de acuerdo con la consigna política del gobernador o de alguien más, con el saldo de que El Mayo ha resultado más certero, veraz y creíble que las autoridades estatales.
La economía está colgada de alfileres y no se presenta cambio alguno para los dos primeros años. Pemex puede ser una batalla ganable para la presidenta electa, como será la CFE, pero generar certeza requiere mucho más y, por lo visto, ella no está dispuesta a cambios mayores. Al menos por un buen tiempo tendrá que someterse a la herencia que le deja su promotor, líder y ejemplo. En ello enfrentará dilemas difíciles de procesar porque la eficacia de su gestión en el gobierno necesariamente pasa por una revisión del legado obradorista.
Por lo pronto, en el tema de seguridad y la relación con el país vecino es donde se muestran las mayores dificultades. Estos asuntos están fuera de control.