
Entre micrófonos y mordazas
María Guadalupe Torrentera y Bablot, nació en el corazón de Tacubaya, el 2 de noviembre de 1931. Hija de Ernesto Torrentera Linaje y Margarita Bablot Morales, creció en un hogar numeroso, rodeada de hermanos y hermanastros, bajo el eco de un linaje artístico. Su bisabuelo, Alfredo Bablot, músico y periodista francés, había dirigido el Conservatorio Nacional de Música y fundado varios periódicos, que capturaban el pulso de México, legándoles una pasión por el arte.
Desde niña, danzaba. Sus movimientos, cadenciosos, ágiles y llenos de vida, la llevarondesde temprana edad a los escenarios de la capital, donde el público la bautizó como la muñequita que baila.
“Era guapa, con una figura bonita, petite, como buena bailarina; tenía un encanto especial, una dulzura que te envolvía”, recuerda José Ernesto Infante Quintanilla, sobrino de Pedro Infante y biógrafo oficial de la familia, autor de Pedro Infante. El Ídolo Inmortal. A los 11 años, el cine le abrió sus puertas con Historia de un gran amor (1942), donde cruzó miradas y algunas frases corteses por primera vez con ese joven actor y cantante, cuya simpatía y presencia, ya encendían los corazones de sus admiradoras.
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