
Jugar al límite
Futurismo político adelantado, 2027 y 2030: manotazo de CSP
Las quejas dentro de Morena contra el futurismo de la senadora Andrea Chávez por adelantarse en la candidatura al Gobierno de Chihuahua en 2027 y las primeras listas de precandidatos presidenciales que manejó el columnista Federico Arreola el lunes en su espacio de sdpnoticias.com podría ser interpretado como el indicio de lo que ha estado moviéndose en el subterráneo político del régimen: la falta de cohesión.
Pero también hay que anotar un hecho claro cuando menos al arranque del reacomodo político de grupos de poder: hacia el 2030 la 4-T solo tiene hasta hoy la figura más personal que de grupo de Marcelo Ebrard Casaubón y la dinástica de Andrés Manuel López Beltrán Andy –que todavía no se quita el sambenito de hijo de López Obrador– aparecen abajo del precandidato opositor que acapara apenas el primer lugar con 19.8% de tendencia de votos: Luis Donaldo Colosio Riojas, figura política de Movimiento Ciudadano.
La parte más importante que deja la lucha del futurismo adelantado indica que las elecciones de 2027 representarán un reacomodo sustancial en la coalición dominante Morena-Verde-PT, sobre todo por los indicios que se tienen a la vista sobre las primeras fracturas en votaciones al interior de la mayoría legislativa. Como suele ocurrir, las minorías tienen más capacidad de poder político sobre las mayorías para exigencias de posiciones de poder porque son la garantía de la mayoría calificada para reformas constitucionales que le costó mucho trabajo a Morena armarla después de las elecciones federales y presidenciales del 2024.
Los grupos al interior de la coalición dominante tienen capacidad autónoma de movilidad de decisiones y van a comenzar paulatinamente a vender caras sus votaciones: los lopezobradoristas, los sheiunbaumistas, los dos jefes legislativos y cada quien por su lado, los expriistas y expanistas que le están costando mucha credibilidad y votos a Morena, La Jornada con sus rayuelazos críticos contra decisiones presidenciales, los gobernadores impuestos por López Obrador que solo sirven para el acarreo en desplegados inverosímiles y los lopezobradoristas incrustados en diferentes niveles del Gobierno de Sheinbaum, entre otras tribus internas que se están configurando en Morena-Ciudad de México por la incapacidad política de la jefa clara Brugada.
El caso de la senadora Andrea Chávez, patrocinada por el exgobernador tabasqueño, excandidato presidencial y líder de la bancada senatorial morenista, Adán Augusto López Hernández, creció por la falta de una directriz superior –ya fuera de Palacio Nacional o del Palacio de Invierno de Palenque– o porque se dejó correr solo para acelerar las contradicciones y los conflictos al interior del grupo gobernante y con ello propiciar la intervención tardía, ineficaz y costosa en términos políticos de la presidenta Sheinbaum Pardo.
La minicrisis política en la coalición gobernante exhibió a un partido Morena sin rumbo ni liderazgo y con una presidenta que fue funcional secretaria de Gobernación en el último tramo del López Obrador pero que ni tiene las riendas del partido ni ha dado la impresión de conocer los juegos y rejuegos del poder político en el partido gobernante. La presidenta de Sheinbaum tuvo que intervenir en público para regañar a Morena y a su dirigente Luisa María Alcalde ante el desorden político que como futurismo electoral 2027 y 2030 parece que ya adquirió ritmo y dimensión propias y que será muy difícil meterlo a control, sobre todo porque la presidenta de la República se había cuidado en reproducir el modelo de Ernesto Zedillo Ponce de León de una “sana distancia” entre el Poder Ejecutivo y el partido en el poder.
Los que quedan por aclarar es un hecho político que está a la luz del día: el presidente emérito López Obrador sigue teniendo fuerza política, fama política y presencia real en el ambiente político del Gobierno de Morena, pero a costa de mandar mensajes que la presidenta sin embargo está resistiendo con presiones que la quieren obligar a una ruptura o a una “sana distancia” de López Obrador o cuando menos a una autonomía relativa real que no tenga que pasar por los recordatorios de la figura caudillesca del presidente emérito, aunque todos lo nieguen.
La incapacidad de la lideresa partidista Alcalde, la fuerza política indiscutible del senador López Hernández por sí mismo y como precandidato presidencial para el 2030 y la ausencia presente del presidente emérito López Obrador están estrechando márgenes de maniobra de la presidenta Sheinbaum en uno de los momentos más delicados de la seguridad nacional de México ante el acoso estadounidense.
Lo malo es que el futurismo se retroalimenta solo.
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Política para dummies: la política, en casos muy concretos, se presenta como la peor enemiga de la política.
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