Indicador Político
Legislativo y Judicial, controlados o corrompidos, no democráticos
Las imágenes de los videos de la corrupción, hoy con Lozoya Austin o en 2004 con René Bejarano, en nada contribuyen al perfeccionamiento de la democracia porque no van precedidos de acciones de reorganización de las relaciones entre los dos poderes, sino que se agotan en el desprestigio del adversario.
Una de las principales exigencias de toda democracia republicana consiste en privilegiar la separación de poderes. Pero desde la fundación del sistema político priísta en 1928-1938 –del asesinato del caudillo Obregón a la fundación del PRM corporativo con Cárdenas–, la clave de la estructura de poder radica en el poder inmenso del presidente de la república por el control absolutista de los tres instrumentos de poder: el presupuesto público, el aparato de seguridad y justicia y el partido en el poder a la hora de repartir cargos públicos.
Las reformas priístas, la alternancia panista y ahora el nuevo-viejo régimen de la 4-T han dejado intacta la estructura de poder y dominación del sistema/régimen/Estado priísta. En mayor o menor medida, con apariencias y realidades, el sistema/régimen/Estado actual es el mismo que construyó el PRI. Este sería el gran punto de debate nacional por encima de los escándalos, jaloneos e intercambio de culpabilidades.
Los videos negociados por la familia Lozoya para salvarse de la cárcel que merecen por corruptos no contribuirán en nada a la democratización porque no tendrán efectos de reorganización legal y política en el sistema de gobierno. Hoy como antes se trata de afectar al adversario. Y lo que es peor, tampoco van a conducir a nuevas legislaciones o estructuras legales de control de los fondos públicos o del uso del dinero para comprar lealtades.
En estos casos puede aplicarse una variante de aquel verso de Salvador Díaz Mirón redactado, quizá, para justificar su porfirismo ante los revolucionarios triunfantes: “hay aves que cruzan el pantano y no se manchan…; mi plumaje es de ésos”, aunque ahora se diría “mi pantano es de ésos”. En este sentido, la 4-T estaría dejando pasar una extraordinaria oportunidad para construir un aparato real de lucha contra la corrupción.
Lo más grave estará en que el modelo de justicia va a premiar al delincuente: a cambio de delatar a sus cómplices de poder, la familia Lozoya será exonerada de cargos judiciales, aunque quedará en el libro de registros de la infamia junto a los delatados: senadores, diputados, Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto, entre otros.
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EE.UU. 2020. Barack Obama está en lo suyo: convirtió a su esposa Michelle en la estrella principal de la convención virtual del partido Demócrata y la enfiló hacia una senaduría y de ahí a la candidatura presidencial en 2024. El camino ya fue seguido antes por Hillary Clinton. En su discurso, Michelle ignoró a la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris, con la justificación de que se grabó antes de la nominación oficial. Pero en la política estadunidense las suspicacias son intenciones de poder.
En los estilos de sucesiones presidenciales estadunidenses, a Obama le conviene que pierda Biden; si gana, Biden podría aspirar a la reelección en 2024 o perfilar a Harris, dejando en el camino a Michelle. Por eso algunos dicen que Obama no va a apoyar la campaña de Biden.
Y como el que se ríe se lleva, al libro de una sobrina de Trump potenciado por demócratas por revelaciones psicológicas del presidente, ahora viene el desatape de una aventura sexual de la actual esposa de Biden contada por su primer marido, quien dice que Jill y Joe tuvieron un affaire extramatrimonial entre ellos cuando los dos estaban casados con otras personas. Y, por cierto, el libro de la sobrina no tuvo vida política más allá de las primeras 48 horas de su aparición.
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Política para dummies: La política es el arte de ser pillo con alas de ángeles.
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