Indicador Político
No es la democracia, sino limpiar INE del modelo salinista-Nexos-UNAM
La disputa por el Instituto Nacional Electoral nada tiene que ver con la defensa de la democracia: se trata de entrar a una cuarta transformación del sistema electoral a partir del grupo dominante: Salinas-PRI liquidó la Comisión Federal Electoral de Manuel Bartlett y creó el IFE, Fox-PAN entregó el IFE a los partidos, Peña-PAN lo cambió a INE y ahora viene Morena.
En ninguno de esos cambios ha habido la intención de potenciar la transición mexicana a una democracia operativa moderna; al contrario, la transición y los cambios electorales hasta 2019 quedaron en manos de una triada de poder: Salinas, el Grupo Nexos y el área de derecho de la UNAM, los tres guardianes de una sociedad secreta llamada PRI, a veces para hacer ganar al PRI, pero casi siempre para excluir a rebeldes como López Obrador desde el 2000.
El eje histórico –transversal y vertical– de la operación política para construir un sistema electoral priísta-panista –al final los dos son iguales– fue el sociólogo José Woldenberg y el grupo político del Instituto de Estudios para la Transición a la Democracia, ambos aglutinados en Nexos. Woldenberg y el IETD han construido una narrativa para convertir al órgano electoral en el eje de la democracia mexicana, aunque avalando fraudes y chicanadas y permitiendo que ejércitos electorales paralelos como el SNTE de la maestra Gordillo hubieran pervertido la democracia.
Woldenberg fue un invento de Salinas de Gortari a través del papel de intelectual orgánico salinista del escritor Héctor Aguilar Camín y potenciado como sobrevivencia política por el presidente Ernesto Zedillo. Salinas negoció con el presidente Bush Sr. la liberalización electoral con el Tratado de Comercio Libre y Zedillo pactó la alternancia controlada con el presidente Clinton. La transición democrática a la española fue eludida por una transición que mantuvo el dominio de la élite autoritaria del poder. Por ello la alternancia de Fox fue controlada por el modelo neoliberal garantizado por su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, el verdadero jefe de los Chicago boys mexicanos. Se dio el respeto relativo al voto, pero no se garantizó la democracia en el ejercicio de la política.
Woldenberg construyó el sistema electoral en 1994-2003 y lo dotó de cuadros electorales. De ahí el papel de Woldenberg en la defensa del actual modelo de INE como verdadero poder electoral autónomo al estilo de la Venezuela de Chávez, donde la estructura electoral es un poder equiparable al legislativo, judicial y ejecutivo. De ahí, también, que el INE de Lorenzo Córdova Vianello –un abogado de Jurídicas de la UNAM, centro de defensa del sistema priísta– esté luchando no por la autonomía, sino por una balcanización.
La apropiación de la transición política mexicana fue debatida en 2005 por el politólogo César Cansino, teórico de las transiciones a la democracia, en el ensayo “El evangelio de la transición” que recopiló en un libro con ese mismo título. En su texto, Cansino probó el papel de los intelectuales de Nexos en la apropiación de la transición que, en los hechos, no fue una transición. Woldenberg realizó el documental “México: la historia de su democracia” para convertirlo justamente en el evangelio de la transición y apropiarse del salto cualitativo en el conteo de los votos, no en una verdadera democracia.
La gestión de Córdova beneficia al sistema político priísta-panista y su negativa a reformas y rendición de cuentas tiene que ver con la consolidación de una estructura electoral autónoma que sólo ha fortalecido el modelo político de Carl Schmitt, el constitucionalista de cabecera de Hitler, sobre el que Córdova ha escrito con secreta admiración: crear un poder paralelo a los constitucionales, cuando un organismo electoral sólo debe tener la tares de instalar casillas y contar votos.
La estridencia del INE, Córdova y Woldenberg radica en la posibilidad de limpiar al INE de los resabios de Salinas, Nexos y el woldenberismo. Al final de cuentas, el sistema electoral nunca ha sido democrático.
Política social. Colocada en los primeros lugares por la política social, la señora Rossy Fuentes de Ordaz, esposa del gobernador sinaloense Quirino Ordaz Coppel, rindió su informe con resultados que colocan a Sinaloa entre los más sobresalientes por resultados: programas no sólo asistencialistas, sino promotoras de la mano de obra, con el apoyo de Fundación Telmex, FEMSA-OXXO y otros consorcios privados. Destacan, como en ninguna otra entidad, programas para atender la discapacidad. Sinaloa es la entidad que mejores resultados tiene en apoyo a las familias, y ello se refleja en las encuestas de aprobación.
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@carlosramirezh