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Claroscuro
¿PACTO INCONFESABLE O TRAICIÓN AL CRIMEN?
Al final, se impuso la terca realidad.
Una realidad que, por semanas intentaron ocultar los gobiernos de México y Estados Unidos y que, al final, se abrió paso ante todos los amagos por socavarla.
Realidad que, de manera simultánea, debieron reconocer no sólo la presidenta mexicana sino el mandatario norteamericano.
La realidad de que, con la complacencia de Claudia Sheinbaum, el gobierno de Estados Unidos no sólo lanzó todo su arsenal para espiar a las bandas criminales mexicanas, sino que declaró a la mayoría de ellas como grupos terroristas.
Es decir que, desde el inicio de su gestión, “la señora presidenta” si llevó a cabo un pacto secreto e inconfesable con Donald Trump quien, por su parte, cumplió con todas sus amenazas de perseguir hasta su extinción, a las bandas criminales mexicanas.
Amenazas frente a la complacencia no sólo de la señora Sheinbaum, sino de todo su gobierno, de sus lacayos, sus propagandistas y, en especial, de los numerosos aplaudidores.
¿Y cuál es el fondo de ese acuerdo político inconfesable que pactaron “la señora presidenta” de México y el matón presidente norteamericano?
Casi nada, que con el aval del partido Morena y de sus gobiernos –federal, estatales y municipales–, las agencias norteamericanas desplegaron todo su arsenal para localizar a las bandas del crimen organizado –mediante aviones, portaviones, barcos, drones y espías–, para capturarlos y llevarlos ante la justicia.
Por eso, y para lograr ese objetivo, el presidente Trump les otorgó la categoría de “bandas terroristas” a los principales grupos criminales mexicanos, quienes de ahora en adelante serán perseguidos hasta su extinción, con todo el peso del poder norteamericano y con la complacencia del gobierno de la primera presidenta mexicana.
En efecto, grupos mafiosos como los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, la Nueva Familia Michoacana, Cárteles Unidos, Cártel del Noreste y Cártel del Golfo hoy serán perseguidos como lo que siempre han sido; como terroristas.
Todo ello mientras que la presidenta Claudia no sólo dobló las manos, sino que se vio obligada a reconocer “que no hay nada ilegal” en la intromisión de aviones y drones que espían en el territorio mexicano, por instrucciones del gobierno norteamericano.
Peor aún, la “señora presidenta” debió reconocer que el espionaje norteamericano en México fue avalado por su gobierno, como parte de la colaboración entre las dos naciones.
Y por eso las preguntas obligadas. ¿Y, entonces dónde quedó la cacareada y nacionalista defensa de “la soberanía nacional”?
¿Dónde quedó el “Himno Nacional”, para defender a México y a los mexicanos de “un extraño enemigo”?
¿Y, sobre todo, que cuentas le rendirá la señora Claudia a su padre político, mentor e impulsor, de apellido López?
Y es que, si no se han dado cuenta, el problema es ese; que el discurso de la soberanía nacional, de la no intervención en asuntos mexicanos y de que las bandas criminales también son pueblo, fue lanzado a la basura por la “señora presidenta” quien, al parecer, trazó su propia ruta al margen de su mentor, López Obrador.
Sin embargo, existe una traición de fondo y que hoy nadie se atreve a cuestionar. ¿Y cuál es esa traición?
Es la traición a las bandas criminales que llevaron al poder a López Obrador y a Claudia Sheinbaum.
Pero hay preguntas aún más de fondo: ¿Cuál será el costo que pagarán los gobiernos de Morena por la traición a sus mecenas del crimen organizado?
¿A cambio de qué “la señora presidenta” entregó a sus socios del crimen organizado, al gobierno de Estados Unidos?
Y es que todos saben que AMLO y Claudia llegaron al poder gracias al financiamiento de los cárteles criminales; los mismos que hoy serán perseguidos hasta su extinción.
Y por eso volvemos a preguntar: ¿Entienden en Palacio el tamaño de la traición cometida contra las bandas criminales?
Se los dije.
Al tiempo.