Indicador Político
¿QUÉ HACER CON UN LOCO EN PALACIO?
Desde hace tres años –el 9 de abril de 2018–, aquí expresamos una legítima preocupación por la salud física y mental de los candidatos presidenciales.
Advertimos que en caso de que los ciudadanos eligieran a un enfermo mental –como López Obrador–, para conducir al país, la Constitución no tiene previsto ningún mecanismo legal para proceder contra un psicopata que pudiera llevar a la ruina a toda la nación.
En una decena de entregas volvimos al tema con abundantes testimonios de que Obrador es un psicópata que no debe estar al frente del país y que resulta urgente promover su salida del poder, por el bien de todos.
Pero de manera sorpresiva, en la entrega del Itinerario Político del 12 de febrero del 2021, reportamos que políticos opositores, como el líder de los diputados federales del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, finalmente se atrevieron a decirle “pan al pan y vino al vino”.
Si, Romero Hicks dijo que López “es un presidente enfermo de salud física, de salud mental, salud emocional y salud espiritual”.
Es decir, que poco a poco son más los políticos y los críticos que se atreven a decir que AMLO es un enfermo mental.
Y si dudan, apenas el 7 de mayo pasado, Macario Schettino, uno de los más influyentes columnistas de El Financiero, se atrevió a decirlo, con todas sus letras, en su columna “Fuera de la Caja”.
Así lo expresó: “Señor presidente, usted está enfermo.
“No me refiero a su afección cardiaca o alguna otra dolencia fìsica. El asunto es mental. Las personas que están a su alrededor no se lo dirán nunca, porque lo utilizan para obtener poder y recursos que jamás habrían conseguido por su propia cuenta. Por eso se lo digo yo.
“Su narcicismo le ha hecho pensar que usted es un elegido, con características muy superiores a los demás seres humanos, ya no digamos sólo a los mexicanos. Su sociopatía le hace creer que todo lo que ocurre tiene que ver con usted, y con nadie más, porque en su forma de ver el mundo, nadie más tiene importancia.
“Sólo así se explica el desprecio que tuvo por las vìctimas de Tlahuelilpan, por el medio millón de mexicanos muertos por la pandemia, y por quienes fallecieron este martes pasado en la tragedia de la Línea 12 del Metro.
“Organizar un evento con timbres postales al otro día indica una falta de empatía que sólo es posible en un sociopata” (Fin de la cita)
Al final, Schettino le pide al presidente que se vaya, que no está calificado para el pueto y que, por su bien y el bien del país, no siga llevando a los mexicanos a la ruina.
Pasaron tres años desde que aquí, en el Itinerario Político del 9 de abril de 2018 –Titulado: “¿Y la salud mental de los candidatos?” –, formulamos las siguientes interrogantes, ante la creciente preocupación de muchos ciudadanos por la salud mental de los aspirantes.
“¿Los candidatos están capacitados, física y mentalmente, para ejercer el poder presidencial? ¿Tienen problemas de salud física? ¿Tienen padecimientos mentales? ¿Son medicados? ¿Alguien sabe si tal o cual medicamento altera sus facultades mentales?
“¿Es una alteración mental la recurrencia al engaño y la mentira de los presidenciables? ¿La mitomanía es una enfermedad mental? ¿Cuántos candidatos son mitómanos? ¿Está capacitado un mitómano para asumir el Ejecutivo?”.
Y concluimos de la siguiente manera: “Lo preocupante es que no existe respuesta a las anteriores interrogantes. ¿Por qué? Porque la legislación mexicana no está facultada para atender una potencial bomba de tiempo como la salud física o mental de un presidente. Al tiempo”. (Fin de la cita)
El 25 de junio de 2019, en la columna Al Tiempo –que se publica en exclusiva en el diario digital Contrapeso Ciudadano–, narramos una simpática escena protagonizada por el presidente, en uno de sus “baños de pueblo”, por la capital yucateca.
Así lo dijimos: “En Yucatán y metido en su retórica bananera de regalar dinero a manos llenas –en medio de una irreverente audiencia juvenil de acarreada para cumplir el feo papel de “aplaudidores”–, el presidente Obrador frunció el ceño, detuvo la perorata y sorprendido preguntó sobre el origen de la risotada colectiva que, repentinamente, opacó su retórica.
“–¿De qué se ríen–, preguntó el presidente a un juguetón auditorio en donde “la muchachada” no atendía su mensaje?
“La indignación y la contrariedad del presidente eran evidentes; movía la cabeza de un lado a otro, en rápidos paneos, en busca del origen de la risotada. De lejos alguien le señaló que eran las imágenes en la pantalla a espaldas del presidente, lo que convirtió en chacota la perorata de López.
“Sin embargo, el daño estaba hecho. El video del presidente contrariado, que interroga “¿de qué se ríen?” y de una joven con el dedo medio en alto, asaltó muy pronto las redes y miles respondieron la pregunta de Obrador con un lacónico: “¡Se ríen de usted presidente!”.
Así concluyó aquel texto: “Si, empieza a ser tiempo de analizar con seriedad el problema de la salud mental del presidente ¿O no?” (Fin de la cita)
De nuevo la salud mental de AMLO, ahora el 3 de octubre de 2019, con el Itinerario Político titulado “¿Está en sus cabales el presidente Obrador?”.
Así lo dijimos: “La duda salta de mesa en mesa, en comederos políticos, en partidos, entre legisladores y, sobre todo, entre profesionales del ejercicio del poder.
“Todos o casi todos –políticos, empresarios y periodistas–, lo dicen en voz baja, “en corto”, “entrenos”, para no descubrir su “insano” pensamiento.
“Sí, entre mexicanos de todos los estratos sociales, disciplinas y credos crece la duda sobre la salud mental del presidente.
“Lo ridículo del tema es que el propio Obrador se ha encargado de alimentar la versión de que “no está en sus cabales” cuando, por ejemplo, en cadena nacional suelta expresiones que, a primera vista, pudieran confirmar que, en efecto, tiene serios problemas emocionales.
“Pero la preocupación sobre la salud mental del presidente empezó a ser percibida cuando día a día es capaz de mentir de manera sistémica hasta en 40 ocasiones, en cada una de sus conferencias mañaneras. Es decir, el presidente mexicano es un mentiroso patológico. Y, según no pocos especialistas de la conducta humana, esa señal es una alerta roja de un problema mayor de salud mental” (Fin de la cita)
Una nueva aproximación al tema la hicimos en el Itinerario Político del 15 de octubre del 2019, titulado: “¿Miedo al psiquiatra, presidente?”.
En esa ocasión nos ocupamos del enojo presidencial por la solicitud de un ciudadano, al Instituto de Transparencia, para que el presidente hiciera público su estado de salud física y mental.
Así lo señalamos: “Con risa nerviosa, Obrador pretendió descalificar al demandante de información sobre su salud, con un fulminante “¡se pasan!”, como si el ciudadano que hizo tal solicitud al INAI fuera un paria.
“Sin embargo, y a pesar del visible enojo presidencial, lo cierto es que el de la salud física y mental de López es un tema que está en boca de muchos; un tema que cada vez alcanza niveles de tendencia, en especial por los signos claros de que ya en el poder absoluto, el presidente no oculta los evidentes conflictos emocionales y hasta psiquiátricos.
“¿Cuáles conflictos?
“Los choques que a diario le provocan su ignorancia y analfabetismo; su fobia hacia las mujeres y hombres de ciencia; los conflictos que todos los días le causan la crítica por la quiebra del país y, en general, la tensión por el inocultable fracaso de su gobierno”.
Así concluyó esa entrega: “Los mandantes nunca sabremos si 30 millones eligieron a un enfermo mental o, por el contrario, a un presidente en sus cabales. Sin embargo, los hechos gritan. Al tiempo. (Fin de la cita)
El 7 de enero del 2020 volvimos al tema –con el título “¿Quitarle el sueño o la máscara a López?”–, cuando en medio de la peor crisis económica, de seguridad y violencia, el presidente dijo que “nada le quita el sueño”.
Aquí la cita textual: “Al cínico presidente no le quita el sueño la quiebra económica, el cero crecimiento, la violencia sin freno, la inseguridad, el desempleo, las 40 mil muertes violentas y tampoco que sea visto en el mundo como un presidente fallido y fraudulento.
“Pero no es todo; con una arrogancia que ya no sorprende a nadie –porque el cinismo es el sello de la casa–, el mandatario alardeó que el 2020 será un mejor año que 2019.
“Pero el problema no es que México sea mal gobernado –por un incapaz mental como Obrador–, sino que la tragedia está en la complicidad y el silencio de “los hombres del presidente”; sean secretarios de Estado, senadores y diputados; sean paleros mediáticos, intelectuales orgánicos y, sobre todo, los timoratos y temerosos empresarios que a todo dice “sí”.
“Y es que no se trata de quitarle el sueño a López Obrador, sino de quitarle la máscara. Al tiempo”. (Fin de la cita)
En el Itinerario Político del 11 de febrero del 2020 –con el título “es preocupación de todos la salud mental del presidente–, debimos explicar las razones por las que es preocupación ciudadana la salud de López.
Así lo dijimos: “La vida privada y evitar un potencial daño a terceros, son los límites constitucionales de la libertad de expresión. Sin embargo, en el caso de un servidor público –del presidente–, el interés público prevalece sobre el derecho a la intimidad, sobre todo cuando se trata de una enfermedad que limita, altera o interfiere en la toma de decisiones de un presidente.
“En rigor, un servidor público es “un bien público”. Por tanto, el potencial daño a ese bien público –por enfermedad–, debe ser publicitado para el conocimiento ciudadano, ya que, en su papel de mandante, el ciudadano es quien otorga el mandato al presidente.
“De esa manera, difundir la enfermedad física o mental del presidente –así como las implicaciones para su desempeño–, es una exigencia social. Es decir, el interés público prevalece sobre el derecho a la privacidad de aquel ciudadano que se desempeña como presidente.
“Así pues, tenemos derecho a exigir que los poderes Legislativo y Judicial ordene un riguroso examen psiquiátrico al presidente Obrador. Claro, antes de que acabe con el país. Al tiempo”. (Fin de la cita)
De nuevo el tema, ahora el 11 de agosto del 2020, en el Itinerario Político titulado “Los males de López”.
Así lo dijimos: “Ya no hay duda. El presidente mexicano está seriamente enfermo.
“Y no, no sólo hablamos de los severos problemas cardíacos, de obesidad y la inocultable mitomanía que López Obrador exhibe en la Cadena Nacional llamada “mañanera”.
“En realidad los mayores y más graves problemas de salud que aquejan al mandatario mexicano es que bastaron 20 meses de ser el centro del poder, para dejarlo ciego, sordo y, sobre todo, lelo. Pero tampoco es lo más grave.
“Los hechos confirman, todos los días, que los mismos males que afectan al presidente –la mitomanía, la sordera, la ceguera y la estupidez y hasta la soberbia–, ya son una epidemia que ha enfermado a todo su gobierno, al partido Morena, a sus legisladores y, sobre todo, a la claque intelectual y periodística de AMLO.
“Sí, a querer o no, todos en el nuevo gobierno –desde el presidente, hasta el más humilde lopista–, están ciegos a la realidad, sordos ante la gritería por el escandaloso fracaso de su gestión, son mitómanos al tratar de explicar la derrota moral y, sobre todo, han recurrido a la estupidez y la soberbia, como política de Estado.
“¿Quién será el valiente que se atreverá a decirle al presidente que debe buscar atención médica, inmediata; que deba buscar cura a la ceguera, la sordera, la mitomanía y, sobre todo, a la pérdida de la razón, al extravío de la realidad?
“¿Dónde están los que pedían que Felipe Calderón buscara ayuda por un supuesto alcoholismo? ¿Dónde están los que aseguraban que Fox consumía Prozac? ¿Dónde los que a diario le endilgaban enfermedades a Peña?
“Las enfermedades de López Obrador no son un juego. Los hechos lo confirman todos los días. Al tiempo” (Fin de la cita)
Luego de meses –el 25 de septiembre del 2020–, y ante la negativa presidencial de ofrecer de manera pública un diagnóstico de su salud física y mental, volvimos al tema, cuando los diputados del PAN presentaron una iniciativa de reformas a los artículos 6, 69 y 84 constitucionales, para que, junto con el Informe presidencial, el mandatario entregue al congreso el diagnóstico de su salud física y mental.
Habían pasado 665 días de la gestión de AMLO y 231 días de que prometió entregar de manera pública su diagnóstico general de salud.
Por eso volvemos a preguntar: ¿Quién será el valiente que iniciará un juicio político contra el enfermo mental López Obrador?
Al tiempo.