El agua, un derecho del pueblo
El PRI vive su momento más crítico. La fractura por la reforma constitucional lo ha enfrentado a sí mismo, sus aliados, sus enemigos y la sociedad. La entrega del partido por su dirigencia a quien está empeñado en destruirlo, lo remite hacia la desaparición. La disidencia en su interior y los gobiernos de Estado de México, Coahuila y, de alguna forma Durango, dan espacio a la recomposición; ganar al menos uno de los estados en disputa es condición para sobrevivir.
El PRI necesita ganar tiempo. Su debilidad resulta del deterioro de su imagen, proceso que viene de mucho tiempo atrás no por lo que ha hecho el partido, sino por quienes ha llevado al poder, agravada por los escándalos de su dirigencia actual. El problema de fondo del tricolor es que su base social es la misma de Morena, por eso la coexistencia es imposible, sobre todo porque el oficialismo necesita de la estructura, la destreza y la experiencia del priísta en territorio.
El PRI puede ganar Coahuila por sí mismo y en coalición con el PAN-PRD, el Estado de México. Una derrota del oficialismo en 2023 cambiaría toda la perspectiva para la sucesión presidencial y el pronóstico de que prevalecería con facilidad en 2024. Los electores no tienen dueño y el juego es más incierto de lo que parece, por más interferencia que haya de los gobiernos, del crimen organizado o de quien sea como las casas encuestadoras que, quieran o no, sus estudios de intención de voto son vistos como pronóstico. En las zonas densamente pobladas el juego es diferente, igual que en Coahuila, que persiste como el último territorio de voto consistente a favor del tricolor.
La recuperación del PRI, de sobrevivir el desafío de los próximos dos años sería para 2027, cuando Morena regrese a su real dimensión ya sin su eje cohesionador, López Obrador. Parece ser mucho tiempo, pero los partidos trascienden por mucho a los gobiernos y a los proyectos políticos personalizados. AMLO será factor, no determinante, pero importante para 2024, no así para 2027, aunque Morena mantuviera la presidencia de la República. Los tiempos adelante son los de la pluralidad y allí, ante la previsible baja del partido mayoritario el PRI podría ver el retorno, particularmente si puede procesar un relevo generacional virtuoso, no como el que ocurrió con los gobernadores jóvenes de los últimos años, todo un monumento al abuso y la venalidad.
Tres senadores diferenciados y distanciados del colaboracionismo han dado espacio para que el PRI pueda negociar con credibilidad con la oposición. Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu y Miguel Ángel Osorio con sólidas trayectorias políticas son representativos de mucho más que ellos mismos. Tienen credibilidad y con su voto contra la reforma militarista revalidaron su condición de opción digna, de cara al 2024. Moreno es Morena; Beatriz, Claudia y Miguel Ángel, Miguel Riquelme y Alfredo del Mazo son la opción futura del PRI. Todo lleva a cerrar filas en torno a las candidaturas de Manolo Jiménez en Coahuila y Alejandra del Moral en el Estado de México y, a partir de ellas, negociar la coalición opositora para ganar no sólo la elección, sino el tránsito al futuro.
López Obrador requiere minar la autonomía del INE. Muy difícil que prospere su iniciativa de reforma constitucional porque atenta contra las minorías, además de significar el retroceso mayor a uno de los mayores logros del México de la modernidad: un sistema electoral confiable para procesar la competencia por el poder. De prevalecer el colaboracionismo en la Cámara de Diputados el objetivo se orientaría a la designación de tres o cuatro consejeros funcionales a las ambiciones políticas de Morena y pulsiones autoritarias del presidente; un asunto nada desdeñable para las elecciones de 2024. No todo estaría perdido; persistiría el Tribunal Electoral como espacio legal de contención a la parcialidad y el abuso.
Una paradoja que el PRI tiene en su haber la creación de las instituciones sociales y políticas del México moderno. Ahora su dirigencia nacional colabora en su devastación. Un repudio a lo mejor de sí mismo.