Indicador Político
El museo como negocio y su importancia en la vida colectiva
Teresa Gil
Son espacios herméticos, inamovibles, mausoleos sacralizados como los han definido, que sin embargo revivifican el recuerdo, destapan la oscura memoria y se yerguen como un pasado que incorpora hechos no vividos. Pero los museos que en el mundo se contabilizan en más de 90 mil son, en unos casos, grandes negocios que enriquecen países y ciudades, muchas veces a partir del talento ajeno. Los más famosos museos como el Louvre y el de El Prado, se nutren de las grandes obras que sedujeron a la posteridad, quedándose, con la Gioconda de Leonardo da Vinci o el Jardín de la delicias del Bosco, por ejemplo. Hay ciudades que viven de las artes y reliquias del pasado, como lo confesó el gobierno parisino hace tres años cuando se quemó Notre Dame. Su preocupación no era por la posible pérdida de un monumento histórico, sino por el descenso de sus ingresos turísticos en el presupuesto de la ciudad. Lo que produce, relumbra en sus intereses, pero todas las antiguas historias que se reflejan en el arte de las culturas que ellos no comprenden como occidentales, las negocian y someten a subastas ofensivas, como lo permite el gobierno francés con nuestros tesoros.
PERSONAJE PERMANENTE, EL MUSEO VIVE EN LA VIDA DE LOS DEMÁS
Los museos han sido recintos muy utilizados en la escritura, el cine y el arte. En 1920, Alfonso Reyes señaló en uno de sus brillantes ensayos la propuesta de dinamizar los museos. Ya desde entonces causaba desazón observar aquellas interioridades impertérritas y se sugerían cambios. Yo recuerdo haber visto desde mi adolescencia el Museo de Antropología e Historia y cuando regresé décadas después y todo lo vi igual, me quedé pasmada. Era ilógico desde luego, pero si el escritor regiomontano proponía cambios, retirar objetos que no tienen razón de ser y modernizar el contexto en aquellos tiempos, a lo mejor sentía los mismos efectos. Hay cierto dinamismo sin embargo que se produce en algunos museos, como me ocurrió en el Reina Sofía de Madrid, en una exposición sobre el surrealismo, donde estaban Diego Rivera, Frida Kahlo y Manuel Álvarez Bravo. Algo ridículo pero que lo sugería la puesta en escena: correr detrás de una flecha, para después descubrir que solo indicaba la salida.
LOS MUSEOS PUEDEN TENER OTRAS FUNCIONES, DIVERSAS A SU INMOVILIDAD
La propuesta para darle otros enfoques a los museos y convertirlos en recintos con otras facetas, sociales, informativas, de utilidad práctica, será definida y consolidada. Hace falta una permanente promoción de sus haberes y sus aportes. En México, hay mas de mil 200 museos a nivel nacional. y en la capital, la Secretaría de Cultura menciona 168. Son instituciones diversas, edificios adaptados para muchas materias. Expertos museógrafos han delineado estos centros que algunos llaman templos del saber. La antropología, la historia, la ciencia, la técnica, la tecnología, el pasado entrampado en objetos, en cuadros, en documentos, son un registro de los valores que tiene nuestro país, que muchas veces exhibe la irresponsabilidad de sus cuidadores ¿Quien permitió el saqueo de sus piezas no solo de esos recintos, sino de otros como las iglesias, patrimonio nacional, que han tenido valores que deberían de estar precisamente en museos? ¿de donde salieron las muchas piezas que se venden al mejor postor, no solo en Francia?¿que responsabilidad tienen la ENAH y el INAH respecto a esos tesoros evadidos, ahora que algunos de sus miembros andan muy giritos defendiendo los cenotes de la zona maya?
EMOCIONES QUE QUEDARON PRENDIDAS EN MUSEOS, GRACIAS AL ARTE
¿Quien no recuerda aquel El crimen del museo de cera que estremeció al mundo en 1953? Vicent Price, de los pocos que quedaba de aquella pléyade asustadores del cine, que todavía le dio aliento al Joven manos de tijera en 1990, como actor central de aquel museo donde se desarrollaba todo menos el oficio que se destina a ese recinto. Y los guionistas que hicieron una mezcla robando las ideas de El fantasma de la ópera de Gastón Leroux, Frankestein de Mary Shelley y El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Stevenson, para crear una cinta de terror que quizá debido a eso, se convirtió en clásica. Las cintas de museos se hicieron famosas por esa soledad interna que trasciende en objetos y rostros para causar miedo, más en la noche. Como le sucedió a aquel pintor que observando Las Meninas de Velázquez, se quedó encerrado en el museo y escribió un libro sobre todos los personajes del famoso cuadro. Escritores como Macedonio Fernández se dieron vuelo al describir el horror que se vive en un edificio cerrado en su El Museo de la muerte, en 1967. Fuera de utilizar los conceptos de esos lugares, el museo fue tomando fuerza a nivel real, para juntar con fines turísticos tesoros que podían ser destruidos y guardarlos a veces per sécula.