Indicador Político
Arranca el 3er. año con más veneno divisionista
• Los liderazgos opositores hasta el momento son débiles, incapaces de desafiar al líder populista con efectividad, y con los mismos decibeles con los que son humillados.
La imagen de la soberbia despojada de cubrebocas en el Informe del segundo año de gobierno de López Obrador la encabezaron Beatriz Gutiérrez Müller, Andrés Manuel López Beltrán, Olga Sánchez Cordero, el general Luis Crescencio Sandoval y el almirante Rafael Ojeda, Julio Scherer, Rocío Nahle y Jorge Alcocer.
Un día antes, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS-ONU) hizo un llamado al gobierno de México para que se tome en serio la pandemia, porque estamos en graves problemas, “y que sus líderes den el ejemplo”.
Como dice el filósofo político Michael J. Sandel (Harvard) en “La tiranía del mérito”, los ganadores creen que lo merece todo, atribuyen sus victorias a un mérito absolutamente propio, pero en el caso de los populistas, el triunfo en buena parte es la reacción de indignación de años de abusos de gobiernos que no lograron equilibrar las desigualdades.
A pesar de los nulos resultados, a López Obrador le alcanza el encabronamiento de una gran parte de los ciudadanos que lo califican bien, pero reprueban en buena medida los resultados económicos, de seguridad, además de un manejo insidioso y engañoso de la pandemia.
En este escenario donde no hay forma de presumir resultados, el presidente opta por dinamitar a la oposición mediante la descalificación y la satanización, con el propósito de estigmatizarla como la peor opción, como un nido de corrupción que se logró erradicar, “pero se agrupa para regresar”.
Esto es, en el discurso de Palacio Nacional la oposición conservadora y neoliberal no es opción, y se materializa en las vergonzosas alianzas que tejen el PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano.
Ese es el guion venenoso predicado en la envidiable plataforma electoral, con recursos públicos a favor de Morena y sus aliados, llamada coloquialmente “La Mañanera”.
Así la Cuarta Transformación arranca su tercer año con liderazgos opositores débiles, incapaces de desafiar al líder populista con efectividad, y con los mismos decibeles con los que son humillados.
Gran parte de esa oposición simplemente quiere mantener la beca y la zona de confort, además reelegir a la cofradía que ostenta cargos públicos, para conservar la capacidad de negociar nuevas dádivas, o tal vez cambiarse de bando como lo hicieron decenas de perredistas, la ex panista Gabriela Cuevas Barrón y el ex presidente de Acción Nacional, Germán Martínez Cázares, que ahora traiciona a su último refugio: Morena.
Ganar el 2021 es vital para el proyecto obradorista, sin la mayoría en la Cámara de Diputados y al menos 10 de las 15 gubernaturas en juego, tendrá serios problemas.
Mientras perdure la seducción del populismo se darán pasos firmes para ejercerlo con tiranía. Persiste la indignación ciudadana que todavía huele los vapores de la soberbia del sexenio de Enrique Peña Nieto, con una élite brutalmente corrupta que hasta el momento recibe el perdón de Andrés Manuel, como estrategia para tenerlos como enemigos visibles, mediáticamente funcionales, ejemplo del porqué no se debe regresar al pasado.
Inicia el tercer año con una gran tarea para la oposición y para los conscientes y encabronados por el rumbo que toma México, en dirección de las peores tiranías de América Latina.
No hay engaño, el escenario es claro, NO van contra las élites que lo acompañan y pueden vivir en cualquier lugar del mundo que se les pegue la gana, esos se quedarán mientras Andrés Manuel los siga enriqueciendo, van contra la clase media, lo demás será mero trámite.