Indicador Político
El desenlace de la elección presidencial de Chile es una vuelta más a la tuerca de la reinvención de la política. Llega al poder un joven candidato disruptivo, asociado a la resistencia al orden de cosas. En el mundo y en México por múltiples razones, no sólo corrupción o pobreza, se pierde el aprecio de lo que existe; es más que una crisis del paradigma democrático liberal, y en el cambio mucho de lo bueno corre el riesgo de perderse. Como nunca, la sociedad dejó atrás el miedo al cambio, lo que entraña más riesgos que oportunidades. El sistema de representación queda expuesto al poder destructivo que acompaña a la seducción populista.
El ascendiente de López Obrador ahora se entiende. Se quiere el cambio por sí mismo. El líder deseable no es el que construye, ni el que cuida lo que existe. La intransigencia adquiere aprecio popular en la medida en que persista el ánimo de combate creado para llegar al poder. Simplificar lo complejo funciona. Impacta poco en el juicio popular el fracaso en el gobierno. El caso mexicano es dramático: nada hay que avale un buen gobierno, ni siquiera en la medianía. Sólo importan el repudio al pasado y la promesa de que nada seguirá igual, sin que haya claridad hacia dónde se va, ni se dimensiona el costo que ya lleva la aventura.
La sociedad vive en la fantasía del cambio. No se trata de simple clientelismo o de manipulación de quienes menos recursos tienen para contener el engaño o advertir la mentira. El rechazo a lo que existe es cuestión de fondo y remite más a la sociedad que al líder, más a la causa del descrédito del orden de cosas que a la calidad y confiabilidad de la promesa de cambio. Por elemental responsabilidad es obligado pensar en lo que viene, ya que la política tiene derroteros impensables. Lo cierto es que lo convencional no da para mucho, de allí que la reinvención de la política es la opción que sigue.
En todos los partidos o proyectos hay nombres que representan y personifican el mal, todos remiten al pasado corrupto; el problema es cuando se confunden con la institución, como sucede en el PRI. El desprestigio de dos expresidentes, Salinas y Peña Nieto, es consecuente con el de sus dos dirigentes actuales más visibles, los ex gobernadores Alejandro Moreno y Rubén Moreira. De allí el deterioro del Revolucionario. Sus antecedentes les impiden enfrentar al mismo poder que compromete la existencia del partido. Para ellos y muchos otros en la misma circunstancia son los esquiroles del proyecto político al que todo le deben; también lo son del bloque opositor, la oportunidad del PRI para transitar al futuro.
Las candidaturas se construyen. Es la lección que ofrece, gracias a la segunda vuelta, el caso de Gabriel Boric en Chile. En México la modalidad de elección primaria es la única gran oportunidad para construir una opción legítima y creíble; por el miedo a lo impredecible el poder presidencial y las partidocracias se resisten a explorar tales caminos. La superficialidad editorial ha vulgarizado la idea de que la oposición no tiene candidato. ¿Cómo tenerlo si sólo lo visible existe?
López Obrador optó por la encuesta, el más fácil y peor de los caminos. No advierte que su parcialidad afecta la legitimidad si la favorecida es Claudia Sheinbaum. Pena por ella, porque de suyo propio tiene lo suficiente para aspirar y, eventualmente, ganar. Para la oposición, incluyendo a Movimiento Ciudadano, la gran oportunidad es la elección primaria, por su virtud de ser un mecanismo eficaz para legitimar y construir una candidatura a partir de la inclusión y del voto democrático. Convalida al aspirante que ya existe o bien inventa y legitima, al que no existe. Espacio natural para un candidato disruptivo y también para un candidato leyenda, como Luis Donaldo Colosio Riojas.
Los comicios de 2024 lejos están de anticipar un resultado. La incertidumbre es mayor a la percibida. Sirva el voto urbano de la elección de 2021 de muestra. La alternancia no es un tema de proyectos, sino de candidatos. Así ha sido desde 2000 con Vicente Fox
La reinvención de la política: una oportunidad para la imaginación, para pensar lo impensable, para hacer posible lo imposible.
Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto