Moody’s alerta: ¡es la economía estúpidos!
López Dóriga, Ciro…
Ciro Gómez Leyva escribió un libro, publicó infinidad de reportajes, análisis sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio en los tiempos prohibidos, cuando el sospechosismo mandaba, cuando no había licitudes en temas incómodos para el poder. Joaquín López Dóriga estaba en Vietnam, en plena guerra, cuando los periodistas se sentaban detrás de una máquina en las redacciones, cuando reportear era para unos cuantos enloquecidos. Los dos, por muchos, muchos años, se han dedicado a escudriñar la realidad. Cada cual a su manera, cada uno con su talento a cuestas, con su palabra.
Lo hicieron en tiempos sin libertades. Sin libertades por las mismas razones del poder. En momentos en que hablar, escribir, significaba romper esquemas, convencer a tus jefes, tener un gran valor. En los días en que comenzaron a matar a periodistas. ¿Vamos a olvidar, ignorar todo lo que han publicado, todas las puertas a la verdad que han abierto?
¿Cuántas discusiones públicas, cuántas entrevistas, cuántas señalizaciones, cuántas denuncias han pasado por sus micrófonos? ¿De cuánto nos hemos enterado por su compromiso para decirlo? O, es que ahora resulta que son merolicos… que no han cuestionado a protagonistas del poder con infinito poder… Ahora resulta que sus fustigadores son ciegos, sordos y amnésicos.
El presidente López Obrador insiste en la libertad de expresión, a cualquier costo, repite que está prohibido prohibir. Y, también, responde a críticas. Se bronquea con quienes no comparten su concepción del universo. En público. Con su estilo. Estilo al que no estamos acostumbrados.
Y muchos en su entorno, entre sus seguidores, malinterpretan. Otros, muchos también, se sienten con derecho a lapidar. Ignorando verdades, historias personales, todo lo publicado, todo lo que han hecho periodistas como Ciro, como Joaquín, una generación que quisieran desechable, que pretenden tirar a la basura.
Muchos periodistas, que lo hemos sido a través de los años, que hemos coincidido y disentido con Ciro, con Joaquín, estamos agraviados por las expresiones vertidas en la Mañanera. Llamarlos integrantes del “Cartel de la Mentira” es una ofensa para todos los que hemos pagado precios por ser periodistas, por decir, por escribir. Para todos los que llevamos cuarenta, cincuenta años en el oficio. ¿Cuántas veces han sido incómodos para sus jefes Joaquín y Ciro, cuántos medios han recorrido? O también se nos olvida que llevaron a Tercer Grado a “comentaristas” más a modo, que desapareció Canal 40, que Joaquín dejo de ser director del Canal 13. Aquellos reportajes sobre el padre Maciel…
¿Se les olvida o lo ignoran intencionalmente?
Cuarenta, cincuenta años de cargar en la mochila una libreta, una pluma, una máquina de escribir son muchos. Cuarenta, cincuenta años de publicar bajo tu firma tus verdades son muchos. Cuarenta, cincuenta años de luchar contra los intereses económicos de los dueños de los medios, y también contra los dueños del país, para decir detrás del micrófono tus verdades, son muchos.
Los dos irritan a muchos por su autonomía, por seguir nadando contra la corriente, lo han hecho antes. También insisten, han insistido neciamente en señalar verdades como todo lo que consta, fue dado a conocer en Internet, en esos protocolos “éticos” para decidir la vida en un volado, para dejar morir a los ancianos que, por cierto, fueron cambiados después de sus análisis públicos.
No es tiempo de lapidaciones matutinas, ni de tirar mierda al ventilador…
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