Indicador Político
*Llevar al enfermo y al médico a terapia intensiva
Pemex ha sido una pieza clave en la historia económica, política y social en el país. Emblemática expresión del nacionalismo, de la fantasía petrolera eterna y del fracaso que se convierte en migraña para el presente y futuro nacional.
El gobierno hace desesperados esfuerzos por recomponer su presente y aspirar a un futuro al menos tranquilo para no aspirar al generoso que suena mejor, pero lo que hace el gobierno desde el año anterior en su estrategia para recomponer a la principal empresa nacional es como colocar banditas en heridas profundas.
El problema más grande de Pemex no está necesariamente dentro de la empresa sino fuera de ella.
El problema surgió desde que el Estado destinó una vocación extraccionista a la entonces paraestatal. Tendría la función histórica de sacar petróleo.
En las mejores épocas de Petróleos Mexicanos el exceso de dinero que facturó se derrochó de manera irresponsable. Dejamos pasar las facturas de a más de 100 dólares barril para invertir en la empresa, en la CFE, en Salud, en Educación o en Infraestructura.
Se repartieron esos dineros al arbitrio de la clase política sin pensar en el mañana. Pemex, sometida a ser históricamente la mayor contribuyente en la historia de la nación llegó a endeudarse en dólares para pagar impuestos en pesos.
Su deuda, que ronda los 110 mil mdd parece impagable. Y por ello descargar una pequeña parte de su obligación fiscal e incluso inyectarle algo de dinero, por más que sea mucho resultará muy poco para la dimensión de los pendientes financieros en la empresa productiva del Estado.
Al cierre del año pasado reporta pérdida de 482 mil millones de pesos. No obstante, hay que entender, no para cambiar la cara sino para moderarla, que de ese dinero reportado como perdida, 216 mil millones de pesos se explican en el renglón cambiario del que no es responsable.
Pemex no producía sólo petróleo y derivados. Durante muchos años produjo impuestos que entregó puntualmente cada semana al fisco. Entre el año 2000 y 2016 según datos del Banco Mundial entregó al Estado mexicano más de 700 mil millones de dólares.
Entre 2011 y 2013 pagó 2.7 billones en impuestos; la mitad de lo que ahora es su deuda total.
Por ello entregarle a Pemex, 60, 70 , 80, o exagerando 100 mil millones de pesos en poco ayuda. Más sería conveniente que dejara de ser la empresa petrolera con mayor carga impositiva en el mundo comparándose con la petrolera de Argelia.
Hay que capitalizar a la empresa, darle un serio respiro fiscal que incluya mejorar sustancialmente el régimen de deducibilidad. Pero además de eso hay que repensar y redefinir la misión de Pemex en la panorámica de su historia y de su responsabilidad histórica ante la nación. Para que queremos que siga funcionando Pemex ¿Para seguir sacando petróleo?, ¿Y ?
Si queremos que Pemex sea una empresa petrolera tratémosla como tal y entonces, derivado de una seria reforma hacendaria cobremos impuestos en serio a las empresas y grandes capitales para que no tengamos a Pemex haciéndola de empresa que paga impuestos porque es más fácil ordeñar a la vaca en lugar de enfrentar la responsabilidad histórica de una reforma fiscal de a deveras.
Por ello el título de esta columna. ¿Queremos sacar de la gravedad a Pemex? Llevemos al paciente y al doctor a terapia intensiva.