![](https://yucatan.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2025/02/Diseno-sin-titulo-107x70.png)
Vacuna contra el mal de Chagas está en su última fase
MÉRIDA, Yuc., 5 de mayo de 2021.- Estudios del Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDo) señalan una forma de contribuir a la mitigación del daño ambiental podría darse consumiendo dietas sostenibles, además de contribuir a mejorar la salud, evitando enfermedades como la obesidad, la diabetes o cardiopatías.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los sectores agrícola y forestal significan actualmente más del 30 por de las emisiones anuales (la deforestación y degradación de los bosques el 17.4 por ciento y la agricultura el 13.5 por ciento). No obstante, asegura el organismo, la agricultura puede contribuir a reducirlas, así como su impacto, a través de la adopción de dietas sostenibles.
Estas son definidas por esa misma organización internacional como aquellas con bajo impacto ambiental que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a una vida saludable para las generaciones presentes y futuras, son protectoras y respetuosas con la biodiversidad y los ecosistemas, culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles; nutricionalmente adecuadas, seguras y sanas, al tiempo que optimizan los recursos naturales y humanos.
Investigadores de la Universidad de California, en Santa Bárbara, analizaron los potenciales efectos que una dieta sana tiene no solo para la salud de los estadounidenses, sino también para la del planeta. La conclusión: una alimentación sana reducía entre un 20 y un 40 por ciento los infartos de miocardio, cáncer colorrectal y diabetes tipo 2, lo cual se traducía también en una reducción de los costes sanitarios de 77 mil a 93 mil millones al año y en una disminución de entre 222 y 826 kilogramos de gases contaminantes por persona al año. (4)
Sin embargo, es un hecho que los consumidores del mundo adoran las proteínas de origen animal, hasta el punto de que en 2020 consumieron 574 millones de toneladas métricas de carne, pescado, productos lácteos y huevos, es decir, casi 75 kilogramos por persona, y ello ha llevado a incrementar la preocupación por los costes medioambientales de la cría de los animales que los humanos comemos, por el trato que reciben y por las consecuencias para la salud humana de comer toda esa carne, pescado, lácteos y huevos.
Tan solo los rumiantes (principalmente, el ganado vacuno) son responsables de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción agrícola, por lo que es probable que —dado el impacto ambiental del aumento en la demanda— la disminución de su consumo resulte decisiva para limitar el aumento de la temperatura mundial en 1.5 o 2 °C, de conformidad con el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
La innovación es fundamental para lograr una alimentación sustentable, afirma Alejandra Rullan, directora de Nutrición para América Latina de Kerry, corporativo global especializado en alimentación sustentable. La finalidad es mejorar la dieta de las personas, minimizar la huella ambiental y reducir el nivel de desperdicio de alimentos”.
Según sus cifras, los gastos totales a escala mundial del despilfarro de alimentos ascienden a unos 2.6 billones de dólares al año, incluidos 700 mil millones de dólares en concepto de costos ambientales y 900 mil millones en el aspecto social.
Se estima que para 2035 el cambio a alternativas vegetales de carne de vacuno, cerdo, pollo y huevos ahorrará más de 1 gigatonelada de CO2-e (huella de carbono), casi tanto como el que emite actualmente Japón al año, según el Boston Consulting Group (BCG). El abandono de la agricultura animal —asegura— también economizará 39 mil millones de metros cúbicos de agua, suficiente para abastecer a la ciudad de Londres durante 40 años; de igual forma, no se necesitarán más de 240 mil kilómetros cuadrados de tierras de labranza para la cría de animales y el cultivo de sus piensos, lo que equivale a la superficie del Reino Unido.
Ante este panorama, el BCG asevera que actualmente varias de las principales empresas cárnicas ya se están redefiniendo como empresas de “proteínas”, fabricando y comercializando sus propias alternativas; incluso, se estima que los ingresos de las proteínas alternativas alcanzarán los 290 mil millones de dólares en 2035.