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MÉRIDA, Yuc., 16 de noviembre de 2020 .- Con más de 800 mil muertes anuales de niños menores de cinco años, la pulmonía o neumonía grave es la infección que más vidas infantiles cuesta y que además deja a 4,2 millones de pequeños en el mismo rango de edad desesperados por respirar el oxígeno que necesitan.
De acuerdo a un informe divulgado este lunes por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la organización Save the Children, la Iniciativa Clinton de Acceso a la Salud y el Instituto de Investigación Infantil Murdoch, esas cifras podrían empeorar en vista de las interrupciones de los servicios de salud debidas a la pandemia de Covid 19 y de la desviación de los recursos sanitarios para atender esa emergencia.
La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, destacó las dificultades que supone para los niños en condiciones precarias mantener una buena salud u obtener cuidados médicos en el marco de la pandemia del coronavirus.
“Mientras el mundo lidia con la pandemia y las graves consecuencias que plantea para los más vulnerables, no debemos perder de vista el hecho de que la neumonía sigue cobrando la vida de más de 2000 jóvenes al día. El oxígeno médico puede ayudar a salvar algunas de estas vidas”, dijo.
La combinación de oxígeno médico y antibióticos puede salvar muchas vidas amenazadas por la neumonía, pero administrar este tratamiento a un niño durante tres o cuatro días puede costar más de 50 dólares, una cantidad inalcanzable para muchas familias.
El estudio dedica un apartado a los hallazgos de la Universidad Johns Hopkins que muestran que la interrupción de la atención a los recién nacidos, del acceso a antibióticos y de la administración de vacunas contra la neumonía dan como resultado una combinación de neumonía y sepsis neonatal que podría estar costando 25 mil vidas de niños cada mes.
La pulmonía, una enfermedad causada por bacterias, virus u hongos, obstaculiza la respiración de los niños y, al mismo tiempo, llena sus pulmones de líquido y pus. Los datos indican que esta enfermedad ataca cada año a más de 22 millones de niños en países de renta baja y media, provocando más muertes que la malaria, el sarampión y la diarrea juntos.