Tres ciudadanos participan en el cabildo abierto de Mérida
MÉRIDA, Yuc., 21 de enero de 2021.- “Un héroe es alguien que hace algo aparte de sus obligaciones”, comentó el enfermero Héctor Canché Aguilar, trabajador del área de quirófanos y la central de esterilización, en el primer piso del Hospital Regional del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en Mérida, al preguntarle cómo se siente al escuchar esta palabra, que ha catalogado de esta forma a todos los trabajadores del sector salud que laboran en la atención de pacientes con Coronavirus.
“Mi hija me pregunta muchas veces ¿eres un héroe? yo le respondo que no, yo no soy un heroe, soy un trabajador y es mi trabajo servir, (…) muchos nos dicen héroes pero para eso estudiamos, para eso nos pagan y para eso trabajamos en esto”, comentó en entrevista para Quadratín, durante un recorrido realizado por los principales hospitales de la capital yucateca.
El enfermero del ISSSTE señaló que trabajar durante poco menos de un año, en una institución que cada día vive un nuevo panorama de la pandemia, ha sido complejo, desde la adaptación de él y sus compañeros al nuevo equipo de protección personal y los protocolos estrictos de higiene que se tienen al ingresar y salir del hospital.
“Tengo mucho respeto con mis compañeros que laboran directamente en las áreas donde atienden a pacientes con Covid, por todo lo que corresponde, los cuidados que deben tener, por el equipo que es pesado trabajar con él y comunicarnos entre nosotros”
Aunque desde su época de estudiante se preparó para la llegada de nuevos virus, bacterias y cepas, es inevitable sentir miedo al contagio cuando se trabaja en un ambiente hospitalario: “es prácticamente el pan de cada día, todos los días aparece una nueva patología, una nueva infección, una nueva cepa, una nueva bacteria, entonces el miedo desde que estudiamos y comenzamos a trabajar, está presente”.
Sin embargo, agregó que recibir la vacuna contra el coronavirus en la primera semana que llegaron a Yucatán, representa un “alivio y una satisfacción, pero como cualquier vacuna, protege en un porcentaje, mucho va a depender del cuidado que tengamos de aquí en adelante”.
Estefani Briceño, del departamento de limpieza e higiene del Hospital Benito Juárez del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no ha corrido con la misma suerte. Al no pertenecer al área Covid, sigue en la lista de espera para que llegue la unidad de la vacuna que le será suministrada, a pesar del riesgo que significa trabajar en un edificio que recibe diariamente personas infectadas con esta enfermedad.
“Aunque nunca he entrado a un covitario, todos los servicios han salido contaminados, en todos los servicios ha habido pacientes con Covid, sean o no sean covitarios e inclusive ya llegue a contagiarme por ese motivo”.
La trabajadora del IMSS lamentó que la sociedad no entienda ni valore “la dificultad de trabajar en un hospital”, haciendo caso omiso a las indicaciones que pueden salvarles la vida, situación que la ha llevado a contagiarse de Coronavirus durante el desempeño de su labor: “gracias a dios no estuve hospitalizada solo en casa, aislada de mi esposo y de mi hijo, solo con medicamentos”.
Estefani llamó a los yucatecos a creer en la enfermedad y tomar las medidas sanitarias, para cuidarse cada uno y a sus seres queridos, tomando en cuenta que hay personas más vulnerables que otras a morir por esta enfermedad: “estoy en la lista de espera y me siento con un poco de esperanza de que esto va a mejorar y de que no me voy a volver a contagiar”.
En cambio, el anestesiólogo del área Covid del Hospital Dr. Agustín O’Horán, de los Servicios de Salud de Yucatán (SSY), Marco Rodríguez, indicó que si bien la vacuna contra este virus “va a ayudar a que disminuyan los casos”, este fármaco está lejos de ser el fin de la pandemia: “realmente tendría que estar vacunado más del 80 por ciento de la población, con que la gente se cuide, siga usando cubrebocas, careta, que se lave las manos y sigan con la sana distancia, yo creo que con eso es suficiente”.
Refirió que su último año laborando dentro de un covitario “ha sido muy complicado” por la adaptación a los equipos de protección, que vuelven incómodo y tedioso el estar atendiendo a los pacientes detrás de un traje especial: “pero después de un determinado tiempo ya nos fuimos adaptando”.
Reveló que tras aplicarle la vacuna contra el Coronavirus, los únicos malestares que tuvo fue un ligero dolor en el brazo y en el cuerpo, mismos que desaparecieron a la brevedad, sin representar un peligro para su salud: “testimonios que escuché de mis compañeros fueron igual, solo se quejaron del dolor”.
Por último, pidió a la ciudadanía que no dependan de la vacuna, puesto a que la pandemia se sigue transmitiendo de persona a persona y aún estamos lejos que se suministre a nivel poblacional: “al final de cuentas debemos de seguirnos cuidando, la vacuna no es para que baje uno la guardia”.