Disminuye número de casos de dengue en Yucatán
MÉRIDA, Yuc, 7 de abril de 2020.- El epidemiólogo jubilado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Yucatán, Eulogio Pérez Peniche, señaló que la población no debe bajar la guardia, ya que el adquirir equipos de asistencia respiratoria “no es sinónimo de seguridad”, pues generan falsas expectativas de salvación, ante una enfermedad peligrosa como la nueva cepa de Coronavirus.
El gobierno de Yucatán adquirió desde principios de abril 110 equipos de asistencia respiratoria, o ventiladores, como también se les conocen, como parte de sus extremas medidas para hacer frente a la pandemia de Covid 19, que en la entidad ha infectado a 75 personas, de las cuales tres fallecieron.
“La población luego piensa que como ya hay ventiladores ya la libraste, pero ojalá fuera así”. Contar con el aparato debe ser el último paso, pues recurrir a él no ofrece “garantía de que uno la libre, así que lo primero debe ser no pasar de estar sano a enfermo”.
Los asistentes de respiración son máquinas calibrada para meter oxígeno a los pulmones, su función principal es prácticamente la de un auxiliar para oxigenar y ayudar en el fino intercambio alveolar entre sangre y aire cuando este proceso sufre un bloqueo de manera paulatina, por alguna inflamación o la presencia de células o mocosidad: “Mecánicamente se trata de simular lo que de manera fisiológica el organismo no puede hacer”.
El epidemiólogo explicó a Quadratín Yucatán que en nuestros pulmones, aproximadamente tenemos más de 60 mil, “que son como pequeños globitos donde se da dicho intercambio”, pero ante una infección se van obstruyendo, por lo que la capacidad normal de ventilación se pierde y “lo poco que queda presente, se auxilia con la presión del aire para que de manera mecánica pueda pasar el oxígeno a la sangre”.
Con respecto al Covid 19, indicó que el pulmón se inflama ya que el organismo humano entra en contacto con un virus que no conoce, proveniente de los animales, esto causa una “sobre reacción en los neutrófilos y mandan sustancias químicas como las interleucinas, que inflaman el zonas como los alvéolos pulmonares”, causando un impedimento en la respiración.
Es por eso que los ventiladores tiene una función “muy importante” en el tratamiento de enfermedades que afectan las vías respiratorias, ya que acompañados “de sustancias farmacológicas y líquidos especializados”, provocan que que el organismo pueda reaccionar correctamente, durante el tiempo que dure la infección (una semana o hasta 15 días) y los pulmones se desinflamen.
“Para que tenga una respuesta adecuada se necesitan de varios días, hasta una semana o más, para que se de la reversión inflamatoria, pero durante todo ese tiempo es necesario respirar”, agregó el galeno.
Mencionó que existen distintos tipos de ventiladores mecánicos, comenzando con el de baja intensidad, que “entra despacio” cuando el deterioro de los pulmones no es avanzado, “pero el pulmón no funciona bien y depende de un ventilador para que el paciente no se afecte”, ya que las complicaciones de insuficiencia respiratoria pueden provocar lesiones cardiacas que provocan infartos o arritmia.
Otro tipo es el de alta presión, que sirven para cuando el paciente “ya no puede manejar su respiración en otra fase de la enfermedad”. Esto es generado cuando cada vez queda menos pulmón funcional y se encargan de ingresar aire de manera más intensiva, “para que lo poco que queda funcionando sirva para mantener vivo al sistema nervioso, respiratorio y cardiovascular”.
Añadió que también existen los ventiladores pediátricos, que impulsan volúmenes más pequeños, para los niños y otros que se utilizan para condiciones más específicas, como con pacientes que presentan algún tipo de enfisema pulmonar.
“Los que aquí se están utilizando (en Yucatán) son los estándar, es decir, de bajo, mediano y alto volúmen”. Sobre los ventiladores adquiridos recientemente por el gobierno de Mauricio Vila, mencionó que desconoce su tipo y marca, ya que fueron adquiridos directamente por la Secretaría de Salud.
El médico agregó que aunque exista esta tecnología en la entidad, la población no debe confiarse ya que “el detalle está en la capacidad de cada individuo, que permita que con la media funcionalidad que tenga, pueda sobrevivir”.
“La primera instancia es contar con el equipo, pero tenerlo no es sinónimo de que las cosas vayan a terminar bien, si no que es un auxiliar para que el cuerpo humano se defienda y pueda evolucionar”.
Instalar un aparato de asistencia artificial también conlleva a un posible riesgo, “porque como artefacto mecánico puede lastimar, salva una vida pero luego existe la facilidad de lastimar los pulmones”.
Para operarlo se debe calcular el volumen del gas por el área del alvéolo para no romperlo, “ya que ese es un problema que se puede tener con las personas muy deterioradas, pues es como un golpe al pulmón por dentro, que el órgano no puede resistir”.
Al no existir una medida estándar de aplicación para todos los pacientes, se vuelve casi imposible aplicar un método para distintos pacientes infectados a través de los ventiladores: “Hay toda una serie de riesgos que se están corriendo, pero no deberían de correrse si la gente hiciera caso a las cuestiones preventivas”.
Aunque admite que en Mérida existe la ventaja de no contar con sistemas de transporte colectivo, como el metro o tren suburbano de Guadalajara, CDMX o Monterrey, donde se propagan con facilidad las enfermedades virales, existe una gran posibilidad de contagio por goteo, es decir, de persona a persona.
“Un estornudo nos saca aproximadamente 100 mil partículas, si entran a otro sistema respiratorio se van a alojar de inmediato en la garganta y van a bajar al pulmón para reproducirse en las primeras horas”, dijo Pérez Peniche.
“La prevención comunitaria es algo a lo que la gente no está acostumbrada, pero la mayoría de las enfermedades tiene su origen preventivo en las casas y su estilo de vida”.
El epidemiólogo considera que esta falta de costumbre se debe a que hay un “aprendizaje incorrecto” de que todo se puede resolver en los hospitales, por los avances científicos, “pero nos damos cuenta que hay modelos occidentales como el de Estados Unidos en el que la estrategia falló” y la cantidad de víctimas se disparó, “porque no tienen un sistema de salud orientado a la prevención.”
El precio de un ventilador ronda entre los 50 mil pesos para arriba, dependiendo de la marca y el modelo, a lo que el médico indica que “la población no tiene idea del costo”, aunque es importante ponerle precio, ya que si hablamos hablamos de 110 ventiladores, “nos referimos a un mundo de dinero, son aproximadamente 30 millones de pesos o más al comprarlos, pero aparte hay un costo de mantenerlos funcionando, ya que son instrumentos muy sensibles y con mucha facilidad se pueden descalibrar”.
Por eso es importante darle el verdadero valor al material médico, que es una ayuda para salvar vidas,” pero la verdadera ayuda es no llegar al nivel de utilizarlo”.